Las personas, grupos de personas,
organizaciones, sistemas y sociedades, no responden igual ante agresiones o
embates del exterior, no enfrentan de la misma manera las crisis y
dificultades.
En virtud de esto, siguiendo a Nassim Nicholas
Taleb, se las puede clasificar en frágiles, robustas, resilientes y
antifrágiles. (“Antifragilidad. Las cosas que se benefician del desorden.”,
Editorial Paidós, 1ª. Edición, abril de 2013)
Para distinguir una cosa frágil de otra
antifrágil Taleb da este ejemplo simple pero pedagógico: un fósforo (frágil) se
apaga por efecto del viento, pero una fogata (antifrágil) con el viento se
agiganta.
La antifragilidad es la condición que requiere
de acciones externas, agresiones, crisis, para fortalecerse, crecer y
desenvolverse.
Existen diversas condiciones que caracterizan
la antifragilidad. Entre otras, las organizaciones y los sistemas antifrágiles
se ven beneficiados por los efectos de los estresores, la antifragilidad de sus
partes constitutivas favorece niveles de antifragilidad del conjunto, la
aleatoriedad e incertidumbre ayuda a crear antifragilidad de las organizaciones
y sistemas, favorece a su antifragilidad la variabilidad y hay que promoverla
evitando situaciones estáticas.
Como expusiera Nassim Nicholas Taleb, “la idea
de la antifragilidad no forma parte de nuestra conciencia, pero,
afortunadamente, sí que forma parte de nuestra conducta ancestral y nuestro
equipo biológico, y es una propiedad presente en todos los sistemas que han
sobrevivido”. (ob. cit., página 55)
Observa también este autor que “para
contrarrestar el éxito hace falta una dosis de robustez muy elevada, incluso
dosis elevadas de antifragilidad” (ob. cit., páginas 58 y 59) añadiendo que “no
se puede ser robusto contra todo” ya que “el camino a la ´robustificación´ se
inicia con un mínimo de daño”. (ob. cit., página 61)
La antifragilidad, en general, no es una
naturaleza que se obtiene espontáneamente. Tampoco es igual el desarrollo de
esa aptitud en las personas que en las organizaciones.
Las personas poseen talentos connaturales que
con el tiempo y en función del contexto familiar, social e histórico y un
conjunto de factores concurrentes, van variando, reduciéndose o
incrementándose. Ocupa por cierto un rol vital la educación, formal e informal.
Vinculado a ello es la aproximación didáctica
contenida en la Parábola de los Talentos del Evangelio (Evangelio según San
Mateo, Capítulo 25, Versículos 14 a 30):
“Porque es como un hombre que al marcharse de
su tierra llamó a sus servidores y les entregó sus bienes. A uno le dio cinco
talentos, a otro dos y a otro uno sólo: a cada uno según su capacidad; y se
marchó. El que había recibido cinco talentos fue inmediatamente y se puso a
negociar con ellos y llegó a ganar otros cinco. Del mismo modo, el que había
recibido dos ganó otros dos. Pero el que había recibido uno fue, hizo un
agujero en la tierra y escondió el dinero de su señor”.
“Después de mucho tiempo, regresó el amo de
dichos servidores e hizo cuentas con ellos. Cuando se presentó el que había
recibido los cinco talentos, entregó otros cinco diciendo: «Señor, cinco
talentos me entregaste; mira, he ganado otros cinco talentos». Le respondió su
amo: «Muy bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, yo te
confiaré lo mucho: entra en la alegría de tu señor». Se presentó también el que
había recibido los dos talentos y dijo: «Señor, dos talentos me entregaste;
mira, he ganado otros dos talentos». Le respondió su amo: «Muy bien, siervo
bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, yo te confiaré lo mucho: entra en
la alegría de tu señor». Cuando llegó por fin el que había recibido un talento,
dijo: «Señor, sé que eres hombre duro, que cosechas donde no sembraste y
recoges donde no esparciste; por eso tuve miedo, fui y escondí tu talento en
tierra: aquí tienes lo tuyo». Su amo le respondió: «Siervo malo y perezoso,
sabías que cosecho donde no he sembrado y que recojo donde no he esparcido; por
eso mismo debías haber dado tu dinero a los banqueros, y así, al venir yo,
hubiera recibido lo mío con los intereses. Por lo tanto, quitadle el talento y
dádselo al que tiene los diez”.
Porque a todo el que tiene se le dará y tendrá
en abundancia; pero al que no tiene incluso lo que tiene se le quitará.”
El Santo Padre Juan Pablo II (hoy San Juan
Pablo II), reflexionó sobre esta parábola en oportunidad de su Viaje Apostólico
a Venezuela, Ecuador, Perú, Trinidad y Tobago, en su homilía en la Santa Misa
del lunes 4 de febrero de 1985 para los trabajadores de Trujillo:
“Partiendo de estas dotes que el hombre recibe
del Creador a través de sus padres, cada uno podrá realizar en la vida, con
mayor o menor fortuna, la misión que Dios le ha confiado. Siempre mediante su
trabajo. Esta es la vía normal para redoblar el valor de los propios talentos.
En cambio, renunciando al trabajo, sin trabajar, se derrocha no sólo «el único
talento» de que habla la parábola, sino también cualquier cantidad de talentos
recibidos. Jesús, a través de esta parábola de los talentos, nos enseña, al
menos indirectamente, que el trabajo pertenece a la economía de la salvación.
De él dependerá el juicio divino sobre el conjunto de la vida humana, y el
reino de Dios como premio. En cambio, «el derroche de los talentos» provoca el
rechazo de Dios”.
Exponiendo su teoría, Taleb parangona la
situación de las organizaciones con el sistema orgánico y en particular con el
sistema óseo, observando que “la ausencia de estrés (en este caso, que los
huesos no soporten una carga) puede causar un envejecimiento, y que privar de
estresores o sistemas antifrágiles ávidos de ellos de lugar a una gran
fragilidad”. (ob. cit., página 87)
Destaca asimismo el autor que “los seres
humanos tendemos a afrontar mejor los estresores agudos que los crónicos, sobre
todo cuando los primeros van seguidos de tiempo de sobra para la recuperación
permitiendo que los estresores lleven a cabo su función de mensajeros”. (ob.
cit., página 88)
Vale tener en cuenta que, no obstante existir
puntos en común, por naturaleza la situación de las organizaciones y sociedades
es diferente a la de las personas.
Las organizaciones se constituyen de
conformidad a pautas normativas que establecen, a priori, sus estructuras,
esquemas de funcionamiento, objetivos, estrategias de gestión y herramientas
disponibles
Esto es así en el caso de las organizaciones
públicas y privadas, y en las diferentes especies en cada caso, que diseñan y
asumen un formato de gestión que incluye la adopción de un plan global y
medidas individuales orientadas a construir una organización en esencia
antifrágil.
Según Michael Hammel, profesor del
Massachusetts Institute of Technology (MIT), “el secreto del éxito no es prever
el futuro, sino crear una organización que prospere en un futuro que no puede
ser previsto”. Dicho de otra manera, crear una organización antifrágil.
(*) Procurador General de la Suprema
Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires
Fuente: Publicado en Nuevo Mundo, edición
1083 del 31 de enero de 2025
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