Primero fueron aquellas que vertieron cuando niños,
aquellas gotitas puras en cada pañuelo mío.
Fueron aquellas que quise retener siempre conmigo;
porque son la lluvia fresca del alma de todo níño.
Son almitas que desbordan, cual puro y pequeño río,
caudal que vuelca su cauce en gotitas de rocío,
Saladitas, diminutas, que corren por sus mejillas,
anticipos de otras muchas que les depara la vida.
Todas las tener bebérmelas de a poquito
en el cuenco de mis manos, las lágrimas de mis hijos,
porque habrán de verte unas, en el hueco de mi ausencia,
que el recuerdo y el dolor empujará todas juntas,
esas lágrimas yo, seguro, no veré nunca.
La ternura maltratada las ilusiones partidas,
la esperanza deshojada y en algún rincón perdida,
por eso vendrán las otras, las de algunos sin sabores,
aquellas de adolescentes por sus perdidos amores.
Letra: Mario Zaguirre
Música: Francisco Godoy
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