Continuamos publicando la historia de la llegada a San Juan de inmigrantes que formaron familias que hoy son protagonistas de la vida provinciana.
Alfonso Terranova fue un reconocido pintor en la provincia. El artista era de Sicilia pero gran parte de su obra la hizo en Argentina, a donde llegó después de pelear en la Segunda Guerra Mundial. Su único hijo, Juan, heredó su vocación por el arte. Es secretario de Planificación de la Capital y, aparte de ser ingeniero, se dedicó al teatro. Algunos de sus hijos han seguido la rama artística, entre ellos Andrea, que es la directora del Teatro Municipal.
El carpintero y artista siciliano
La Segunda Guerra Mundial signó el futuro de miles de familias europeas, obligó a que muchos dejaran el viejo continente y buscaran un mejor porvenir en Sudamérica. Así llegaron a fines de los cuarenta los Terranova a San Juan.
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El primer Terranova que se instaló en la provincia fue Alfonso. Llegó durante el gobierno de Juan Domingo Perón, en 1947. Tenía 27 y había pasado seis años de su vida peleando en la Segunda Guerra Mundial para su país, Italia. Era carpintero, al igual que su padre, y una de sus pasiones eran las artes plásticas y la música.
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Cuando la guerra terminó no había muchas oportunidades para jóvenes como él. Su padre había visitado Argentina varios años antes, así que viajó hacia acá, donde además estaban radicados algunos parientes de su madre. En Sicilia quedaron sus padres Juan Cayetano Terranova y Carmela Carletto, además de sus cuatro hermanos Juan, Carmela, Lili y Serafina.
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Como era el mayor, Alfonso se ocupó de trabajar para juntar dinero y traer al resto de la familia. Compraba maderas y alquilaba las máquinas de un taller para hacer los trabajos. Trabajando varias horas, incluso de noche, pudo pagar los pasajes de sus hermanos y padres. En Italia sólo quedo una de sus hermanas, Serafina.
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Aunque la carpintería ocupaba gran parte de su tiempo, el italiano nunca dejó de lado su vocación por el dibujo y la pintura. Era un talento que tenía desde niño. Siendo muy joven hizo un dibujo de Mussolini de gran tamaño y la juventud fascista, admirada por ese trabajo, le dio la oportunidad de ir a un conservatorio de pintura en Roma. No pudo ir porque su familia era muy humilde pero cultivó su habilidad en la escuela y la iglesia. Además de pintar y dibujar, tocaba el clarinete.
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Alfonso era un enamorado de los grandes pintores del Renacimiento y del Impresionismo francés. En el arte era todo un autodidacta y exploró en varias técnicas. Como impresionista, disfrutaba tomar de la naturaleza los motivos para sus pinturas. En sus salidas al aire libre lo acompañaban dos grandes amigos, también muy conocidos por su trabajo, Santiago Paredes y Vicente Genovese. Además fue muy cercano al escultor uruguayo Miguel Sugo, con quien se animó a incursionar en la escultura.
Un casamiento entre tanos
Aunque Argentina ofrecía un panorama diferente para los europeos, la situación en San Juan no era sencilla. La provincia se levantaba después del terremoto de 1944. Como muchos otros jóvenes Alfonso trabajó para una empresa constructora que se encargaba de hacer los nuevos canales y él se ocupaba de encofrar. Allí se hizo amigo de los hermanos Annecchini, que eran albañiles y habían llegado desde Italia en 1950. Poco después conoció a la hermana de sus estos compañeros, Cristina Annechini, hija de Domingo Annecchini y Rosa Stante.
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Alfonso y Cristina se casaron en 1951 y tuvieron un solo hijo, Juan Cayetano. Él siguió los pasos artísticos de su padre pero no sobre el papel, sino en el teatro.
Las nuevas generaciones
Mientras estaba en los últimos años de la Escuela Industrial, Juan Terranova comenzó a participar en el grupo de teatro “Orizonte”. Franco Russo era el profesor. La pasión de ese artista despertó en el joven gran admiración y amor por el arte dramático. Eso fue a fines de los sesenta y desde entonces trabajó con diferentes elencos.
Cuando comenzó a estudiar ingeniería civil se sumó a un grupo de teatro universitario, dirigido por Carmen Renard. Después se concentró en su carrera, su trabajo, luego llegaron los hijos y se alejó por un tiempo de los ensayos.
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Su retorno fue en los ochenta, de nuevo con Franco Russo, que le propuso hacer la obra “El acompañamiento”, con la que ganaron la Teatrina. En los noventa llegó a la Cooperativa Teatro de Arte, donde hasta trabaja uno de sus primos, José Annecchini.
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A medida que crecía en el arte desarrolló su trabajo como ingeniero. Antes de recibirse fue docente en la Escuela Obreros del Porvenir, en la Técnico Obrero Argentino, en la Industrial y luego en varias empresas constructoras. Además, fue director del Instituto Provincial de la Vivienda, subsecretario de Emergencia Social en el Ministerio de Desarrollo Humano, secretario de Obras Públicas en Iglesia y actualmente es secretario de Planificación en el municipio de la Capital.
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Juan tiene cinco hijos y algunos de ellos han heredado la vocación artística de él y su padre. El mayor es Abel, que está casado con Victoria Yanzón y vive en Santa Cruz; le sigue Pablo, que es abogado y se casó con Yanina López; los dos más chicos son Luciano y Mariano, que estudian en Córdoba, y la tercera es Andrea, que heredó de su padre y su abuelo la pasión por el arte. Se formó como Licenciada en Arte Dramático en Mendoza, es directora del Teatro Municipal, delegada en San Juan del Fondo Nacional de las Artes y aparte de actuar, canta y baila.
FUENTE: Terranova