El relato lo ubica como un negro liberto que pagó con su vida el desprecio a la bandera española. Nunca se supo si la historia era completamente cierta. Cruzó los Andes con San Martín y es posible que haya vivido un tiempo en San Juan.
Falucho en realidad era su apodo. Nació en Buenos Aires y era esclavo de Antonio Ruiz. Siguiendo la tradición de la época, tomó el nombre de su amo cuando fue bautizado. En 1813 "consiguió la libertad" al sumarse a un batallón de negros del ejército. ¿Por qué pasó a la historia? Bartolomé Mitre contó una historia que lo ubica entre los grandes héroes del ejército.
Dijo que el liberto prefirió morir antes que rendirse a la bandera española, cuando hambreados y abandonados en Perú, los reales tentaron a sus compañeros con el cambio de bando.
Mitre escribió esa historia varios años después del eventual suceso y en una época en que el país se hacía daño continuamente con las guerras civiles. La aparición de un héroe que murió por su bandera podía ser un buen instrumento de propaganda para unificar al país. Por eso siempre se dudó del relato vinculado a Ruiz.
Si Falucho existió, es probable que fuera uno de los cientos de integrantes del ejército de Los Andes que cruzó la cordillera. Según Mitre, formaba parte del Batallón N° 8, el mismo cuerpo de negros libertos que el comandante Cabot adiestró en San Juan.
La historia que popularizó a Falucho sucedió después de la liberación de Chile. Luego de esa campaña, Ruiz se sumó al Regimiento Río de La Plata en la expedición libertadora al Perú. Allí habían tomado los castillos del Callao, donde establecieron su guarnición. Pero se sentían abandonados.
Llevaban 5 meses reclamando el pago de sueldos. La noche del 4 de febrero de 1824, los soldados se sublevaron -incluido Falucho- reclamando dinero o el regreso al hogar.
La situación fue bien aprovechada por el coronel español José María Carriego, quien era prisionero en El Callao. Les propuso a los cabecillas del alzamiento que si le daban la libertad y se pasaban a las filas reales, todas sus necesidades y lamentaciones desaparecerían. Después de 3 días de persuasión, el coronel los convenció.
Un grupo fue hasta la terraza de la fortaleza para izar la bandera del rey de España. Era la señal que El Callao cambiaba de dueños. Pero al pie del mástil Falucho montaba guardia y al enterarse de la última decisión, se opuso con firmeza. Intentaron explicarle que el hambre era más fuerte que la lealtad a cualquier bandera, pero lograron ofuscarlo más. "¡Traidores!, ¡Traidores!", les gritó en la cara y comenzó una discusión que terminó con Falucho, totalmente desencajado, golpeando su fusil contra el asta, hasta romperlo.
El Negro Falucho se había vuelto peligroso. Era un claro obstáculo para la negociación. Incluso podría ser que su actitud hiciera que otros compañeros tampoco aceptaran el "traspaso" y entonces iban a quedar a mitad de camino de todo. Ni con los reales, ni con los independentistas. Y decidieron pasarlo por las armas ahí mismo. Contra el paredón que daba al mar, Falucho fue fusilado por sus camaradas.
Fuente: Diario de Cuyo. 13 de junio de 2007