En plena actividad, en el 2008, cuando tenía 79 años (un año antes de fallecer) el artista consideró que en la actualidad las obras son efímeras. “Se pinta para un ratito”, expresó y aseguró que Santiago Paredes creó un mercado "acriollado".
Luis “Polo” Suárez Jofré fue protagonista de la época de esplendor de la cultura sanjuanina: participó de la creación del pionero Instituto Superior de Arte (ISA) a fines de los ‘50 y luego fue decano de la primera Facultad de Artes que nació en San Juan, entre otras actividades que lo mantuvieron vigente en el mundodel arte local y nacional.
Con 79 años recién cumplidos, en septiembre del 2008 (un año antes de fallecer), en el taller del pintor se agolpaban las imágenes de varias parejas en pleno acto sexual o de figuras masculinas y femeninas desnudas, bocetos en los que trabaja desde hace meses sólo por "divertimento".
“No me conmueve sexualmente. Podría conmoverme, por qué no. Me conmueve el impacto que produce. Por qué si soy capaz de dibujar no lo voy a dibujar. Por qué me voy a retraer”, expresa, al tiempo que reflexiona sobre lo efímero del arte actual: “Se hace arte deleznable, no en el sentido de cosa fea sino que se cae, se va desgranando. Se pinta para un ratito”.
Lúcido y polémico, considera “acriollada” a la pintura de Santiago Paredes y asegura que siempre quiso huir de los “floripondios”.
— ¿Qué busca con esta serie de desnudos que está pintando?
— Nada más que divertirme. No me conmueve sexualmente. Podría conmoverme, por qué no. Me conmueve el impacto que produce. Por qué si soy capaz de dibujar no lo voy a dibujar. Por qué me voy a retraer. No obstante me encanta el paisaje. El otro día mí mujer desenterró unos trabajos míos hechos al azar hace 40 años. Es un registro realizado con marcadores sobre paisajes de La Ciénaga. No quiero hacer especial con esto, lo hago simplemente. Si se muestra, se muestra y si no, ya vendrán los descendientes. Si tienen un grado de inteligencia, lo mostrarán, y si no alguien lo desenterrará como a los paisajitos.
— Está en el goce del proceso…
— Eso. Es un gozo, un divertimento. Una especie de trampita íntima. Es como si escribiera. Veo estas figuras revolcándose ahí, en aproximación. No es vender erotismo. Es un hecho que acontece, que todo el mundo sabe que sabe y entonces por qué no lo puedo dibujar. Hay modelos que con la paga funcionan. Pinto en el taller de Gabis Robledo, un ex alumno y excelente dibujante, pero hay momentos en que se hace medio mecánico y cambio, porque ya no es la idea. Siempre se encuentra a alguien capaz de ayudarme a hacer esto.
— ¿Hace cuánto que está trabajando?
— Varios meses. Hago encastres, fragmentos de aquí y de allá. Volví al collage. Alguien me dijo: “Tenés la imaginación podrida”. Y dije: “Bienvenido sea”. Yo me voy a dar cuenta cuando no tenga imaginación, cuando no pueda conversar o explicar algunas palabras.
— ¿El arte tiene que ser provocativo?
— Siempre provoca. Un floripondio no provoca nada. La gente mira y dice: “Me va a adornar. O tiene el color que me viene bien con el papel de fondo o el mueble tal”, pero un Picasso o un grabado erótico o un desnudo de Suárez, no es adorno.
— ¿Hay pintores provocativos aquí?
— No muchos. Siempre están con una cosa medio anticuada. Ahora se puso en boga el arte conceptual; la performance, esta nueva cosa, que me interesa, pero es efímera. Creo más en la trascendencia del arte. Pienso en cuadros de Fra Angélico y tienen la modernidad más absoluta. Ahora se hace un arte deleznable, no en el sentido de cosa fea sino que se cae, se va desgranando. Se pinta para un ratito. Es muy importante que la gente tenga conmociones con determinadas actitudes del arte.
— ¿El arte local es más bien conservador?
— Hicimos ruptura. Soy buen dibujante. Justo Barboza era magnífico dibujante (NdelaR: Esta semana fue inaugurada en el Museo Tornambé una exposición de este artista radicado en España hace 20 años), Dictábamos talleres libres. Y venía alguien y decía: “¡Qué horror! ¿Cómo están haciendo esto?…Gente desnuda, haciendo el amor, ¿qué es esto?”. Pero lo hacíamos. Luego eso decayó y posteriormente volvió a florecer. Depende de los decanos, de los jefes de departamento. Ahora no sé cómo anda la facultad.
— ¿Considera que el arte se genera sólo desde la universidad?
— En un sentido si. Hicieron una maestría con excelentes profesionales que vinieron de Chile y buscaron a gente que aprovechó muy bien eso. Pero sostengo que el ABC es indispensable, si no hay alguien que enseñe dibujo, sin necesidad de hacer academia; si no hay buenos profesores de historia; si no hay buenos pintores, la cosa queda en la “cofiatina”. No obstante hay mucha gente joven de buen nivel.
—¿Y por afuera?
— Muy poco. Hay gente joven que sí aprovecha muy bien, como el grupo La Mandorla. Hay gente que está haciendo curaduría, que antes se llamaba comisario de exposiciones, que está funcionando muy bien. El Museo Tornambé se maneja bastante bien, se muestran cosas muy respetables aunque a veces se ve obligado a presentar otras que en fin…
— En la actualidad han abierto muchos talleres particulares de pintura
— Han aparecido instituciones de gente que pinta, pero el arte tiene sus exigencias estéticas y filosóficas, y muchos creen que es campo orégano. No por la necesidad del pintor sino del medio, exigen unos floripondios para adornar…
— ¿A qué atribuye la proliferación de talleres?
— Hay mucha información. Las revistas de arte muestran un 10 % excepcional y el resto son cosas. Y entonces esa gente dice. “Si la mano viene así, yo pinto así”. El arte no se enseña en cinco años, es toda una vida. Yo sigo aprendiendo a mis 79 años, pero hay gente que se larga y otra, que los prohija. Hay cierto grado de envidia, de competencia. Hay que saber dibujar. Ahora eso es una cosa subalterna, como es subalterna la pintura. Cuanto más grande y disparatada sea la obra, mejor.
— ¿Esa gente ha copado también los espacios para exponer?
— No diría que ellos han copado, nosotros también nos hemos descuidado mucho. En mayo pasado inauguré una muestra y me dijeron que hacía 20 años que no exponía. Evidentemente muchos.
— ¿Se puede hablar de un mercado de arte en San Juan?
— Sí, hubo un mercado: el de Santiago Paredes, que se formó solo. Yo lo traté muy distante, poco, porque si algo me brotaba del interior era salir del floripondio, del paisajito, del algarrobo. Eso me llevó a hacer un arte moderno, que causó disturbios. Hubo gente que iba a mis exposiciones y me decía que me iba a descogotar. Era joven y tenía miedo. No obstante, el mercado de San Juan es Paredes. ¡Quién no tiene un cuadro de Paredes en su casa! El tenía destreza para esa cosa criolla o mejor dicho acriollada, que es diferente.
— ¿Eso tiene que ver con una cuestión snob?
— Si. En San Juan no saben que el libro más importante del Barroco argentino es el Facundo. Si no leen a fondo a Sarmiento es obvio que hagan cosas acriolladas. Supongo que las clases sociales más altas no miraban, no se cultivaban.
Hay grandes colecciones de gente que tenía la misma capacidad económica que algunos sanjuaninos… Sarmiento, en Recuerdos de provincia, habla de los Godoy, de los Carril… En esa época, en Europa y en Buenos Aires se armaban colecciones importantísimas de gente que iba y miraba. Y aquí no sé qué miraban. Ahora hay juventud a la que le está funcionando muy bien el mercado, pero la gente tiene prejuicio de comprar un desnudo. La pintura que se cuelga en las paredes no es un adorno, es arte. Hay que acostumbrarse a vivir con un desnudo….
— ¿San Juan tiene una mirada más bien represiva con respecto al arte?
— Algo de eso hay. Recuerdo haber hecho una exposición de desnudos que el ministro de Gobierno de Carlos Gómez Centurión mandó a cerrar. Guillermo Barrena Guzmán, que era director de Turismo, habló con Gómez Centurión y le dijo: La exposición no se cierra. Y no se cerró…Pero sí, algo de eso hay. PERFIL SOLIDARIO
FICHA PERSONAL
Nombre: Luis Suárez Jofré
Estado civil: casado con la artista plástica Adela Cortínez. Tiene dos hijos: Guadalupe y Conrado, y cuatro nietos.
Especialidad: Pintura, dibujo, laca, pequeños tejidos y joyas
Un artista plástico: “Nadie puede sustraerse a la influencia de Miguel Angel y Leonardo. Pero hay muchos más”.
Un libro: “Tengo una biblioteca muy completa. Borges es mi preferido. Ahora estoy releyendo a las clásicos”.
Música preferida: “Flamenco. Tiene algo especial”.
Comida preferida: “Toda la tradicional, locro, api…Soy buen cocinero”.
Cómo se define: “No soy clásico ni moderno y no me gusta el canto de los grillos, como decía Antonio Machado”.