Toro Aciar. Un amor que nació en el Colegio Nacional

Omar Toro y Yolanda Aciar son la cabeza de esta familia, que tiene sus orígenes en San Juan. Omar fue uno de los primeros ingenieros en minas egresado de la Facultad de Ingeniería y su esposa una de las primeras profesoras de inglés, una de las fundadoras de esa carrera en la provincia.

El benjamín de los Toro Rivero

José Omar Toro y Yolanda Aciar se conocieron en el cuarto año del Colegio Nacional Monseñor Pablo Cabrera. Fueron compañeros de curso, aunque él era cuatro años mayor que ella. Él había retomado los estudios secundarios después de dejar atrás el seminario, donde estuvo a punto de ordenarse de cura.

 

Omar comenzó el camino hacia el sacerdocio cuando era muy chico, en gran parte condicionado por su situación.Fue el menor de nueve hermanos, hijo de Juan Antero Toro y de Rufina Rivero. El matrimonio era oriundo de Pocito, donde hacia fines del siglo XIX tenía una finca. Él era muy conocido en la zona por sus frutales, también por su buen sentido del humor, por ser muy sociable y en su casa solía recibir a varias figuras de la política, del lugar.

 

Juan tenía cuarenta años cuando se casó con Rufina, que era veinte años menor, tuvieron doce hijos pero tres de ellos fallecieron. La mayor fue Zoé, le seguían Zoelia del Carmen, Juvenal, Sixto Tomás, Azor Abel, Juan Carlos, Rogelio, Rosalba y el menor de todos, José Omar, que llegó en 1919. Él fue mucho más chico que el resto de sus hermanos, de hecho, cuando nació, su mamá tenía cincuenta años y su papá setenta, fue algo que sorprendió a todos y hasta temían que naciera con alguna dificultad. Afortunadamente no fue así, pero quedó huérfano siendo apenas un niño, a los cinco años falleció Rufina y poco después Juan Antero.

 

Entonces, entre los hermanos Toro Rivero se organizaban para cuidar al pequeño. Él pasaba un tiempo en la casa de cada uno y creció, gracias a ellos, rodeado de cariño, a pesar de la falta tan temprana de sus padres. Cuando tuvo cierta edad su hermano Juvenal le dijo: “yo te voy a pagar los estudios, ¿qué querés ser, cura o maestro?” y él eligió entrar al seminario.

 

El seminarista que regresó a la escuela

Omar era brillante, tenía diez de promedio,nueve en conducta y entre los seminaristas lo llamaban “fray milonga” porque cuando llegaba el fin de semana aprovechaba para aprender a bailar. Después, de regreso en el seminario, se levantaba la sotana y les enseñaba a sus compañeros algunos pasos.

 

El joven llegó casi hasta el final del camino. Lo estaban por mandar a Roma, antes de que se ordenara y se puso a pensar qué era lo que realmente quería. Cuando lo tuvo claro, se reunió con el entonces arzobispo de San Juan, Monseñor José Américo Orazali y le dijo que no iba a ser sacerdote,le explicó “quiero tener una familia”.

 

Así que Omar decidió retomar otros proyectos. Terminó la primaria, ya que había entrado al seminario antes de finalizarla y no le reconocían materias. Rindió libre hasta tercer año del secundario y luego comenzó a tomar clases en el Colegio Nacional MonseñorPablo Cabrera. A la par, aunque había tenido que rendir materias libres, era director de la Escuela Nocturna Salvador María del Carril, de esa manera se mantenía económicamente.

 

En el Nacional llegó a ser abanderado y solía ayudar a sus compañeros en varias materias, sobre todo matemática. Una de las compañeras era Yolanda Aciar, una hermosa joven de la cual quedó prendado casi desde el primer instante. Tratando de conquistarla, solía dejarle chocolates Dolca debajo de su banco. Ella al principio no hacía caso a las tácticas de seducción de Omar, pero una de sus amigas le decía, “dale, hacele caso al torito, es muy bueno”. Finalmente se pusieron de novios y los dos entraron a la universidad.

 

Un matrimonio pionero

Omar empezó a estudiar ingeniería en Minas en la Facultad de Ingeniería, fue uno de los primeros egresados de esa carrera y ella, en algo totalmente atípico para la época, se fue a Mendoza a hacer el profesorado en inglés. Yolanda era hija de Timoteo Aciar y Trinidad Videla y la única hija mujer entre cuatro hermanos. Su hermana mayor, Rosita, había fallecido siendo muy pequeña, le seguían Sixto, ella, Gregorio y Tristán. Los Aciar vivían en calle Ignacio de la Roza y Urquiza. Timoteo y su hermano, Cecilio, tenían una carpintería y los hermanos varones siguieron con ese trabajo.

 

Yolanda y Omar se casaron en 1949 y pronto llegó su primera hija, Susana. Luego nacieron Beatriz, María Eugenia y Adriana. Ellas recuerdan a su padre como un hombre estricto y responsable con sus obligaciones, pero a la vez relajado en su faceta artística. Es que aparte de ser ingeniero, él cantaba, escribía, tocaba la guitarra y el piano de oído, era muy bueno jugando al truco y fue campeón de Casín, solía frecuentar el Club Sirio Libanés.Sobre esas diferentes facetas, el propio Omar contó una vez a El Nuevo Diario: “Sin duda el que desemboca en alguna actividad profesional tiene alguna vocación, pero noexclusivamente vocación de eso. El alma humana tiene matices que hacen a uno desempeñarse en forma variada”.

 

Fue docente en la Facultad de Ingeniería, trabajó en investigación con radioactividad junto al endocrinólogo Domínguez, que fue el primero que hizo análisis de tiroides con yodo radiactivo. También hizo investigación en radioactividad con scheelita. Además, fue director de la Escuela Industrial, secretario académico de Ingeniería y fue declarado profesor emérito de la UNSJ.

 

El talento por la escritura lo llevó a Omar a redactar en la sección “La morisqueta”, era una serie de versos cortos que trataban sobre temas de actualidad y que firmaba bajo el seudónimo de Lino. Comenzó en Diario Tribuna y continuó con “La nueva morisqueta” en El Nuevo Diario. El mismo Omar escribía “hay personas que somos como una moneda; tenemos anverso y reverso. Mi anverso aparece serio, casi severo (maestro nocturno, ingeniero, director de una Escuela Industrial…) y se llama José Omar Toro; mi reverso aparece risueño y su nombre, después de otros nombres anteriores, es Lino”.

Sus palabras tenían compromiso con varias situaciones. En una oportunidad se encontró con el artista Julián Tornambé, quien le comentó que el gobierno no le pagaba una estatua que había hecho. Él escribió en la Morisqueta sobre eso y, después de la publicación, Tornambé le contó que le habían pagado y le regaló uno de sus trabajos.

 

Además, siempre buscó seguir estudiando. Mientras ejercía la docencia, rindió algunas materias libres en abogacía, en Santa Fe y ya siendo mayor estudió psicología, retórica, computación y Filosofía en la Universidad para  Adultos Mayores, dependientes de la UNSJ.

                             

Por su parte, Yolanda fue una de las primeras profesoras de inglés de la provincia, dio clases en la Escuela de Comercio, en el Industrial, en la Normal Sarmiento, fue una de las creadoras y vicedirectora del instituto ASICANA, hoy ASIC y fue una de las fundadoras del Profesorado de Inglés en la Facultad de Filosofía de la UNSJ.

 

Las hijas y nietos de Omar y Yolanda heredaron la vocación de sus padres:

 

»Susana trabajó en Austral, en la Casa de San Juan y en Minería de la Nación y es madre de Javier Bolaños, es psicoanalista y creador de la Fundación Salto en Córdoba; Ariel Bolañosvive en Estados Unidos y tiene un hotel de animales; Pablo Daniel Bassoni es psicólogoen Córdoba y Marco José Basssoni es inspector del ECO.

 

»Beatriz es Licenciada en psicóloga y profesional deBiodanza. Ella tuvo cuatro hijos:Mariana Tellechea, está por terminar la carrera de psicología y es instructora de ashtanga yoga; MauricioTellecheaes matemáticoy docente de la Universidad Nacional de Córdoba; Gonzalo Tellechea es profesor de educación física y triatleta y Rodrigo Tellechea estudia psicología en Córdoba.

 

»María Eugenia es ingeniera química y directora del Instituto de Biotecnología de la UNSJ. Ella es madre de Romina Grassoslicenciada en inglés y deFederico Grasso, ingeniero electrónico, vive en Alemania.

 

»Adriana

es psicomotricista, integra la Camerata del Sol y el Coro Vocacional de la UNSJy tiene tres hijos, todos ellos han heredado de alguna manera la vocación artística de Omar. La mayor es Agustina Cantoni, muralista; le sigue Ángel NicolásCantoni, músico y la menor es María Virginia Cantoni, estudia Letras.

GALERIA MULTIMEDIA
Ocho de los nueve hermanos Toro Rivero. Parados están Rogelio Toro, Azor Abel Toro, Zoé Toro de Nielsen, Juvenal Toro y José Omar Toro. Sentados aparecen: Rosalba Toro de Samaja, Sixto Tomás Toro y Zoelia Toro.
Omar Toro junto a Yolanda Aciar.
Omar Toro fue todo un romántico. Aparte de escribir versos en La Morisqueta, solía dedicarle algunos a su esposa, Yolanda Aciar.
El clásico de los domingos en la familia Toro era el asado. Esta fue tomada en 1981, en casa de José Omar Toro y Yolanda Aciar.
Las hermanas Toro a fines de 2015. Beatriz, Susana, Adriana y María Eugenia Toro Aciar.
La familia Toro Aciar. En la foto aparecen Omar Toro, su esposa Yolanda Aciar, sus cuatro hijas: Susana, Beatriz, María Eugenia y Adriana junto a una joven que estuvo de intercambio en su casa.
Diez de los trece nietos de Omar Toro y Yolanda Aciar.
Ocho de los nueve hermanos Toro Rivero. Parados están Rogelio Toro, Azor Abel Toro, Zoé Toro de Nielsen, Juvenal Toro y José Omar Toro. Sentados aparecen: Rosalba Toro de Samaja, Sixto Tomás Toro y Zoelia Toro.
Omar Toro junto a Yolanda Aciar.
Omar Toro fue todo un romántico. Aparte de escribir versos en La Morisqueta, solía dedicarle algunos a su esposa, Yolanda Aciar.
El clásico de los domingos en la familia Toro era el asado. Esta fue tomada en 1981, en casa de José Omar Toro y Yolanda Aciar.
Las hermanas Toro a fines de 2015. Beatriz, Susana, Adriana y María Eugenia Toro Aciar.
La familia Toro Aciar. En la foto aparecen Omar Toro, su esposa Yolanda Aciar, sus cuatro hijas: Susana, Beatriz, María Eugenia y Adriana junto a una joven que estuvo de intercambio en su casa.
Diez de los trece nietos de Omar Toro y Yolanda Aciar.