Margarita Moráguez y Cristóbal Sánchez le dieron vida a esta familia. Él fue uno de los fundadores de la Empresa Mayo. Además, trabajó en la elaboración de soda, exportación de ajos y cebollas, entre otras actividades. Uno de sus hijos, Cristóbal, fue jefe de Urgencias del Hospital Rawson y tuvo una destacada actuación a nivel nacional.
En busca de una esperanza
Tanto los Sánchez como los Moráguez eran oriundos de España. Los primeros eran Cristóbal Sánchez Artero y Gregoria Gómez, ellos vivían en Almería y se dedicaban a la cría de animales, en especial caprinos. Desde chicos se acostumbraron a salir con las cabras temprano en la mañana. Para pasar el día llevaban pasas o higos y algo de pan y regresaban por la noche. La situación se complicó para los Sánchez, sobre todo por un tiempo de sequía que aquejó la zona a principios del siglo XX, y el joven matrimonio puso los ojos y los pies en Argentina. Años más tarde Cristóbal le contaría a sus nietos de dónde venía: “de Almería hijo, donde nace el hambre antes que el día”.
La historia de los Moráguez es similar a la de los Sánchez. Jaime Moráguez y Antonia Barceló vivían en Palma de Mallorca, la capital de la isla que lleva el mismo nombre. Ellos también decidieron buscar oportunidades en América, pero primero estuvieron en Brasil. Allí vivieron algunos años en el estado de Paraná, ubicado al sur del país y luego se vinieron a San Juan. Junto a Jaime y Antonia venían sus hijos: Gabriel, Jaime, Catalina, María y Margarita y acá nacieron Bartolomé y Juan.
Entre el Médano y Trinidad
En San Juan los Sánchez tuvieron a sus siete hijos: Pedro, Isidro, Cristóbal, José, Enrique, María y Esperanza. Ellos se instalaron en el Médano de Oro, al igual que los Moráguez, y allí las dos familias se dedicaron a la agricultura. A pesar de que en la zona las casas estaban separadas por kilómetros, los españoles que vivían en esa localidad eran muy unidos. Grandes y chicos compartían fiestas, comidas y trabajo. Si alguno necesitaba levantar una habitación o hacer tareas varias, los demás sumaban sus manos al trabajo en forma solidaria. Fue por eso que uno de los hijos del matrimonio Sánchez Gómez, Cristóbal, conoció a una de las hijas de Jaime y Antonia, Margarita.
Los jóvenes se casaron en 1937 y, al poco tiempo, ellos y sus familias se mudaron a Trinidad. A pesar de eso, los Sánchez y los Moráguez conservaron sus propiedades y el trabajo en el campo. Cristóbal Sánchez Gómez, a diferencia de sus padres, no se quedó solo con la agricultura. En 1941 fue uno de los fundadores y accionistas de la empresa Mayo. En esa época la firma tenía tres ómnibus que hacían recorridos en el Gran San Juan. Después de terminar el circuito los vehículos quedaban en un galpón ubicado justo al lado de la casa de Cristóbal.
La recién nacida empresa de colectivos sufrió un gran cimbronazo en 1944, con el terremoto. Ese sábado, a las 20.52, dos de los ómnibus se encontraban en la calle. Tras el gran movimiento, después de un par de días, volvieron a buscar los vehículos pero poco quedaba de ellos. Estaban aplastados por casas y paredes caídas, no tenían ruedas, ni motor y la gente les sacó los asientos para utilizarlos como camas. Así que para Cristóbal y los otros accionistas de la empresa Mayo fue un volver a empezar.
La generosa Margarita y el incansable Cristóbal
Después del terremoto, Cristóbal y Margarita, que ya tenían a sus hijos: Nélida Gregoria y Cristóbal, se fueron unos días al Médano. Luego Cristóbal padre construyó una pieza precaria con un baño en el lugar donde cayó la casa que tenían en Trinidad. Con el tiempo y esfuerzo fue mejorando la vivienda familiar.
Ese emprendedurismo con el que salió adelante, fue el mismo que lo empujó a incursionar en otras actividades. Junto a sus hermanos comenzó a vender ajo y cebolla a Rosario, y a través del puerto exportaron a Brasil y Paraguay. Además, dejó su parte en la Empresa Mayo y en su casa puso en negocio de ramos generales e instaló una planta para elaborar soda, además de ocuparse del reparto. Con el tiempo además comenzó a elaborar una nueva bebida que se vendía como gaseosa, la limonada, hecha con jugo de limón y soda. Aparte, junto a sus hermanos y algunos amigos formó la Cooperativa Vitivinícola Médano de Oro, con la que además tuvieron una bodega.
La inquietud y constante actividad de Cristóbal se contrastaba con el esfuerzo y la alegría de Margarita, que se ocupaba de atender el negocio de ramos generales. Solía acompañar sus quehaceres cantando, sobre todo temas españoles. Siempre disfrutó de cuidar a sus hijos y por eso, aparte de Nélida y Cristóbal, tuvo varios hijos del corazón. En su casa se quedaban los sobrinos que vivían lejos de la ciudad y que necesitaban estar allí para ir al secundario. Además, a través del Juzgado de Menores, Margarita y su esposo adoptaron temporalmente a niños y adolescentes de la Escuela Hogar. Todos crecían a la par, en la casa de los Sánchez Moráguez.
La historia continúa con el menor de los hermanos Sánchez Moráguez, Cristóbal. Desde chico acompañó a su papá a trabajar en la propiedad del Médano. Y si bien este soñaba con que él estudiara, también quería que aprendiera a trabajar la tierra. Cuanto terminó la secundaria en el Colegio Nacional, Cristóbal hijo decidió estudiar medicina en la Universidad Nacional de Córdoba. Una vez recibido, allá trabajó en el en el Sanatorio Privado Colón, Clínica Vélez Sarsfield de Córdoba, y fue docente de la cátedra de Operatoria y Cirugía Experimental de la Facultad de Medicina, a cargo del profesor Carlos Sosa Gallardo.
Caucete: entre Marayes y el terremoto
En 1973 regresó a San Juan y no resultó sencillo trabajar, era una época convulsionada a nivel político. Cristóbal recuerda que en cierta manera les exigían afiliarse al partido que gobernaba la provincia para conseguir trabajo. Después de más de medio año de búsqueda, habiendo varios lugares vacantes, lo nombraron en Marayes, Caucete. Allí había un micro hospital con diez camas, un pequeño laboratorio sala para parto y cirugías menores. No tenían luz eléctrica y conservaban las vacunas en una heladera que funcionaba con kerosene. Para tener agua tenían que acudir a la pileta ubicada al costado de la vía del ferrocarril Belgrano, que en su paso a Córdoba descargaba el líquido en ese lugar.
Su siguiente espacio de trabajo fue el servicio de Cirugía del Hospital César Aguilar de Caucete, llegó a ser director del nosocomio y luego ingresó al Servicio de Urgencias del Hospital Rawson. Es uno de los médicos que estuvo más años en ese servicio y se retiró siendo el jefe del mismo en 2013. Además, fue docente y vicedirector de la Escuela de Enfermería de la Universidad Católica de Cuyo, vicepresidente del Colegio Médico de San Juan y vicepresidente de la Federación de Entidades Profesionales Universitarias (FEPU).
En las experiencias de guardias y décadas de trabajo, guardan un lugar especial para Cristóbal las imágenes posteriores al terremoto de 1977. Ese miércoles, a las 7 de la mañana, partió a la guardia del Hospital Rawson. Su jefe, el médico Antonio Falcón, le informó que el terremoto afectó sobre todo a Caucete y hacía allá partió en una ambulancia junto al chofer y al doctor Nicolás García. Entrar al departamento fue complicado y cuando llegaron al Hospital descubrieron que el 70 por ciento del edificio estaba en el suelo.
Cristóbal le pidió a los policías que captaran a toda camioneta o camión que vieran circulando para evacuar a los pacientes del destruido nosocomio. Además, se dedicaron a intentar rescatar todo el material que pudieron de entre los escombros. Efectuada la evacuación, se trasladó al edificio municipal, donde instalaron una morgue con identificación de cadáveres, puesto de vacunación, curación y examen médico. Más tarde, el profesional utilizó un helicóptero que mandó el gobierno de Mendoza para colaborar y visitó las zonas más alejadas para hacer un relevamiento de los daños y necesidades de las pequeñas poblaciones, como Pedernal, Los Berros, Las Liebres, Ampakama, Piedras Blancas y Las Chacras. Cuando tres días después del terremoto llegó al epicentro, en Pie de Palo, la tierra seguía moviéndose en forma constante y con fuertes ruidos bajo tierra.
EL PAMI y las investigaciones en ANSES
Aparte de desenvolverse en urgencias del Rawson, desde 1978 Cristóbal trabajó en los inicios del Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados, conocido como PAMI. Fue jefe de prestaciones médicas y delegado regional en San Juan. Trabajó ahí hasta 1991 y en 2001 fue gerente general de prestaciones a nivel nacional.
Una de las acciones más importantes junto al PAMI fue con jubilados de Jáchal. Con ellos organizaron el primer campamentismo de jubilados a nivel nacional. Con carpas prestadas por gendarmería, y los alimentos no perecederos que recolectaron durante un año, partieron a Carlos Paz. Fue una experiencia única para esos hombres y mujeres, la mayoría no conocía la ciudad de San Juan y cuando vieron el lago de San Roque algunos creyeron que llegaban al mar. Además, fue en el PAMI donde conoció a su compañera, Claudia Sánchez, quien es maestra diferencial.
Además, en los 90, con el apoyo de su mujer y sus hijos asumió un gran desafío, sumarse a las investigaciones de casos de corrupción dentro del ANSES, con la creación de la Gerencia de Investigaciones Especiales. De lunes a viernes estaba en algún punto del país realizando investigaciones y los días sábado y domingo, a su regreso, hacía la guardia en urgencias del Rawson. Con la gerencia de investigaciones descubrieron falsificaciones y otorgamientos de beneficios sin merecer en Tucumán, Chaco, La Rioja, Córdoba, Santiago del Estero, Buenos Aires, entre otros. En medio de la investigación perdió a uno de sus compañeros, Alfredo Pochat, que fue asesinado en la delegación de ANSES de Mar del Plata. Paralelamente, estudió Gerenciamiento en Salud.
Aparte, en 1987 Cristóbal ganó una beca, por Argentina, otorgada por la Oficina Panamericana de la Salud, dependiente de la Organización de Estados Americanos (OEA), para dar el primer curso sobre programa de salud, geriatría y gerontología en el país. Después de cumplir la etapa de formación, participó en la formación de la “Asociación iberoamericana de programas de salud para la tercera edad”, de la cual fue su presidente.
A la par de sus actividades profesionales, militó en la Unión Cívica Radical, luego de haber integrado la Franja Morada durante sus años de universidad. Por este partido fue candidato a diputado nacional, también a vicegobernador y ocupó cargos partidarios a nivel provincial y nacional.
Los Sánchez y Moráguez
Nélida Gregoria: es madre de Raúl, dedicado a la agricultura en Caucete, Patricia, administrativa y Liliana Mas, administrativa.
Cristóbal: es padre de Jorge Luis, abogado; Carlos César, administrativo; María Carolina, administrativa, María Soledad, psicomotricisista, Cristóbal y Fernando.
Publicado el 9 de septiembre de 2016 en la edición 1737 de El Nuevo Diario.