Flaqué en San Juan es sinónimo de automovilismo, por la actividad y trayectoria del piloto Fabián Flaqué, campeón en TC 2000 y Top Race. La que es su pasión es una tradición compartida por la familia, desde su abuelo Isidro Flaqué y sobre todo por su padre Héctor, su madre, su mujer e hijas.
Españoles, afincados en el Médano
El primero de la familia que llegó a Argentina fue Luciano Flaqué. Él era oriundo de Palma de Mallorca, España, pero sus padres eran franceses, por eso creen que el apellido tendría sus orígenes en Francia. Luciano dejó su país soltero y siendo joven, para instalarse directamente en la provincia de San Juan, en la localidad del Médano de Oro, al igual que varios españoles. Allí se dedicó a la agricultura y conoció a su esposa, Ana María Malagón, sanjuanina hija de un inmigrante español. Ese matrimonio tuvo varios hijos pero fueron seis los que vivieron: Antonio, Luciano, Ana, Trinidad, Isidro y Bárbara.
Si bien era un hombre de campo, Luciano era bastante instruido. Entre sus hábitos estaba la lectura del diario, además era muy religioso y junto a las transmisiones de la radio rezaba el rosario cada tarde noche. Una de las actividades que compartía con su familia eran los carneos, ritual que siguió convocando a sus hijos y nietos aún cuando él y Ana fallecieron. Entre todos colaboraban con las tareas del faenado y elaboración de embutidos, con cartas y juegos de por medio.
La historia continúa con el menor de los varones, Isidro, que nació en 1912. Él, al igual que sus hermanos, continuó con la actividad agrícola y tuvo su propia finca en el Médano. Allí se casó con Piedad Alés, que era seis años menor que él y tuvieron cuatro hijos. El mayor es Benito, padre de Alberto, Alejandro, Edith, Claudia y Fátima Flaqué; le sigue Edith, madre de Betina, Fabiana y Daniela Norte; Héctor, padre de Fátima y Fabián Flaqué Ale y Alberto, padre de Yanina y Valeria Flaqué Molinero. Isidro enviudó siendo joven y en su segundo matrimonio tuvo tres hijas: Estela, Chelo y Norma.
Tres generaciones, unidas por el automovilismo
La pasión por los autos de los Flaqué comienza en cierta manera con Isidro. Después de tener un sulky, se compró un auto que fue el segundo o tercero en todo el Médano. Tal es así, que se lo pedían prestado para los casamientos, para que fuera el vehículo que llevara a la novia y luego a los recién casados. Gracias a esos préstamos, él y su familia eran con frecuencia invitados a los festejos de los enlaces. Pero el automóvil no solo era aportado en ocasiones de fiesta, Isidro también facilitaba su auto cuando alguien en la zona estaba enfermo y necesitaba ir a los centros de salud de la ciudad, siempre lo hacía en forma gratuita.
No solo disfrutaba de su propio auto, sino que junto a sus hijos se iba hasta el Cerrillo, en Carpintería. Allá se apostaba en el camino esperando con ansiedad ver pasar a los corredores de los Grandes Premios, similar a lo que ahora hacen muchos para ver a los participantes del Dakar. Sus hijos compartían esa pasión fierrera, en especial Héctor a quien siempre apodaron “Quito”. Aparte de ir al Cerrillo, él disfrutaba escuchar las carreras que transmitían a través de la radio. Como en la casa no tenían electricidad, en esa época el aparato receptor que utilizaban funcionaba con una batería. Tal era su pasión, que a los quince años Héctor se fue en bicicleta desde el Médano hasta el Estadio abierto del Aldo Cantoni, después de enterarse que allí estarían expuestos los autos que corrían en los Grandes Premios.
En otra oportunidad, siendo ya mayor, se tomó un colectivo para ver una carrera de la Fórmula 1 en Buenos Aires, aquella en la que Carlos Reutemann se quedó sin nafta. Además, todavía conserva con emoción el autógrafo que consiguió de Juan Manuel Fangio. Fue en la largada de una carrera en el hipódromo de San Isidro. Llovía y la competencia no comenzaba. Quito aprovechó la oportunidad para acercarse al corredor, que vestía un sobretodo azul. Por supuesto no imaginaba que su hijo, varios años después, se convertiría en uno de los corredores sanjuaninos de mayor trayectoria.
Entre los autos y el comercio de calzado
Aparte de ser un enamorado de los autos, Quito comenzó su trabajo andando en las rutas. Trabajaba para la empresa de colectivos de su tío, Evaristo Alés, hermano de su madre. Después lo contrató la empresa Singer para la venta de máquinas de coser. Luego de estar allí pasó a la firma Torres Arregui, que tenía servicios en muy diversos rubros, farmacia, repuestos para el automotor y zapatería, entre otros y su especialidad era la venta de calzado. Cuando comenzó a trabajar, su madre falleció prematuramente, así que desde entonces se mantuvo cerca de su hermano menor, Alberto, con quien compartió todos sus trabajos.
Mientras vendía para Torres Arregui, a Quito le mostraron un modelo nuevo de bota para niños, era de plush con colores rojo y azul, desde el número 18 al 26. Junto a Alberto se fueron hasta Buenos Aires en su Peugeot 504 y trajeron el vehículo repleto de los pares, hasta debajo de los asientos. Entre los dos, en una tarde, lograron vender más de 200 pares, obteniendo una buena ganancia. Así comenzaron y alrededor de 1976 se independizaron, para constituirse como Flaqué Hermanos. Comercializaban calzado en San Juan, también viajaban a La Rioja, San Luis, Mendoza y fuera de Cuyo. Con el tiempo adquirieron una camioneta y más tarde un colectivo para el transporte de la mercadería.
El niño que soñaba con un imposible
Quito se casó con Rosa Mercedes “Mecha” Ale y tuvieron dos hijos: Fátima, que es maestra jardinera y madre de Francisco, y Fabián Flaqué, padre de Constanza y Delfina. Desde chico, Quito comenzó a llevar a Fabián a las carreras en el Autódromo Eduardo Copello. Además, compraba la revista Corsa y, antes de saber leer, su hijo reconocía las marcas de autos por los logotipos. Aparte de compartir la admiración por las carreras, los dos siempre tuvieron habilidad y afición por la mecánica del automóvil. Con 12 años Fabián ya sabía cambiar las pastillas de freno y su padre afinaba sobre todo los Peugeot 504.
Cuando su hijo era adolescente, Mecha y Quito lo sorprendieron con el mejor regalo que Fabián podría haber imaginado, un karting, justamente el que había utilizado el reconocido piloto Henry Martin. Así empezó su carrera, aunque en ese momento sus padres creían que no pasaría de ser un hobby. Era lo lógico, para dedicarse al deporte no era suficiente el talento, sino que la inversión económica que requería parecía fuera del alcance para ellos.
A pesar de eso, Fabián siempre supo que quería dedicar su vida al automovilismo, y eso más de una vez fue motivo de discusión. Incluso una psicóloga les confirmó a Mecha y Quito el anhelo de su hijo, diciéndoles que no era una locura, sino que efectivamente él quería dedicarse a correr.
Una pasión compartida
Casi sin darse cuenta, recién con el paso de los años los Flaqué fueron tomando dimensión de lo que Fabián lograría, avanzando en categorías y victorias. A los 16 fue campeón de karting en la categoría junior y un año después logró el mismo puesto en la categoría internacional. Desde esos inicios, su familia nuclear, también primos y tíos, iban a verlo en las competencias. Después debutó en la fórmula Renault cuyana y fue subcampeón en 1991. En esa categoría compitió durante casi toda la década de los noventa, hasta que en 1998 debutó en el TC 2000.
Su primera compañera en las carreras fue su madre, Mecha. Como Quito trabajaba, era ella quien muchas veces lo acompañaba en sus viajes a distintos puntos del país para competir, a veces con los mejores resultados, otras tuvo que volverse sin poder correr por la lluvia o por algún desperfecto en el vehículo. En auto, camioneta, otras veces en el colectivo de reparto del calzado, así viajaban Fabián con Mecha, y en otras ocasiones también acompañados por su padre. Cuando utilizaban el ómnibus llevaban un freezer y utilizaban el mismo vehículo para dormir. También en más de una oportunidad, para ahorrar en gastos, en lugar de irse a un hotel llevaban su carpa para dormir los días que durara la competencia.
Mientras su hijo corría, Mecha, que se convirtió en una gran seguidora del automovilismo, aprovechaba para hacer sus trabajos de costura.
Mientras Fabián corría en TC 2000 se sumó a sus viajes de ruta su compañera María Inés “Marita” Archilla, con quien tuvieron dos hijas: Constanza y Delfina. Desde que es padre sumó a tres compañeras en muchos de sus viajes a las carreras. Tras su debut en el TC, Fabián logró dos subcampeonatos y la victoria en esa categoría en el año 2000. En 2007 ingresó al Top Race Series, categoría en la cual resultó campeón en 2015.
Nota publicada en El Nuevo Diario, edición 1738 del 9 de septiembre de 2016.