Armando Campos fue uno de los primeros médicos dermatólogos de la provincia; estuvo entre los pioneros de la cirugía dermatológica y estética. Su hijo, Gonzalo, siguió con la misma profesión. Además, ambos se desenvolvieron en la actividad política, Armando fue diputado provincial y Gonzalo concejal de la Capital.
Ganado, agricultura y ferrocarriles
Ramón Campos trabajaba en la cría y venta de ganado vacuno. Vivía junto a su familia en Villa Dolores, Córdoba, y desde allí viajaba con los animales a donde tuviera que venderlos. Junto a uno de sus hermanos solía traer las reses a San Juan y, entre esos recorridos, un día decidió dejar su ciudad para instalarse en esta provincia. Acá se casó con Amelia y tuvieron tres hijos: Roberto, Alicia y Ramón Campos.
La historia continúa con el hijo homónimo, Ramón Campos. Él trabajó toda su vida en los ferrocarriles, rotando por diferentes estaciones de la provincia y terminó siendo jefe de la estación San Martín. Su trabajo se concentraba sobre todo en las tareas administrativas, su preocupación era que los trenes llegaran y partieran a horario, con los pasajeros o la carga correspondiente según cada caso.
Ramón se casó con Angelina Muñoz, que era la hija menor de inmigrantes españoles; su padre era Francisco Muñoz y su madre Angustia Douglas. Los jóvenes vinieron casados y acá a tuvieron a sus hijos: Herminia, Elvira, Manuel y Angelina. En San Juan Francisco tuvo una pequeña finca con viñedo y tambo en el departamento de Rawson, cerca de la Unión Vecinal de Trinidad.
Angelina y Ramón tuvieron dos hijos: Héctor y Armando Campos Muñoz. Los chicos vivieron parte de su infancia en lo que hoy forma parte del predio de la terminal y la plaza Ítalo Severino Di Stéfano. Allí estaba la estación de tren de Santa Lucía, en la que trabajaba su padre, y en el predio había casas de ladrillo con piedra y techos a dos aguas. Mientras vivían en esa zona, Ramón comenzó a militar en la Unión Cívica Radical, era sobre todo balbinista. Entre las décadas de 1940 y 1950 fue candidato a intendente de Santa Lucía por el partido, pero no ganó la elección y asumió en la función el candidato justicialista Eusebio Baltasar Zapata. Después de esa incursión, Ramón se alejó de la actividad política para abocarse a las tareas de la estación, porque él sobre todo era un trabajador preocupado por el bienestar de su mujer y sus hijos, en especial del mayor, que tenía una discapacidad.
Mi hijo el doctor
Como parte de la clase media trabajadora, Ramón y Angelina soñaban con que su hijo Armando pudiera tener estudios universitarios. En especial, ella anhelaba que su hijo estudiara medicina. Así que cuando terminó el secundario en el Colegio Nacional Monseñor Pablo Cabrera, el adolescente tenía su camino bastante delineado. Junto a otros tres compañeros de la escuela se instalaron en una casa en Córdoba y él ingresó a la Universidad Nacional de Córdoba. Durante su carrera tuvo un lugar especial el profesor y médico dermatólogo Rafael Garzón, que prácticamente lo adoptó.
Garzón se formó en Europa y, gracias a eso, comenzó a hacer las primeras incursiones en la cirugía dermatológica, porque hasta ese momento era una especialidad puramente clínica. El médico lo tomó como su asistente, le enseñó, lo motivó en lo quirúrgico, también lo impulsó a que trabajara en la docencia y Armando integró la cátedra de dermatología como auxiliar docente. Ya estaba recibido y llevaba algunos años de trabajo en el Hospital Nacional de Clínicas y en uno de los hospitales provinciales. Sin embargo, Armando sentía que tenía una deuda pendiente con San Juan y que su familia lo estaba esperando. Así que lo habló con Garzón y le dijo que regresaría.
Es que, además, los años que estuvo en Córdoba fue difícil el contacto con su familia. Él solo podía viajar a visitarlos dos veces al año, para las vacaciones de verano y las de invierno, y aún así el camino era complicado. El pavimento solo llegaba hasta Caucete y cuando el río Bermejo crecía los caminos se cortaban. El resto del año se comunicaban por cartas y teléfono, para eso tenían que esperar desde 5 y hasta 7 horas para hacer llamadas fuera de la provincia.
Antes de regresar a San Juan, el trabajo en el consultorio le trajo una sorpresa inesperada al joven médico. Durante el verano su profesor se iba de vacaciones y le prestaba el consultorio, allí atendía pacientes y seguía los postoperatorios. Un día llegó desde San Juan una joven de destacada belleza, Mabel González Ramos. La atendió, la operó y entre ellos surgió otra relación. Se pusieron de novios, al año se casaron y se instalaron en San Juan.
Pionero en la cirugía dermatológica
Cuando Armando llegó a la provincia no había muchos profesionales preparados en su especialidad. En ese momento estaba trabajando el Dr. Luis Schwartz y más tarde se sumó a la tarea el Dr. Ernesto Riveros. En esa época en San Juan prácticamente no se hacían cirugías dermatológicas, acá se trabaja en la parte clínica. Así que Armando fue un pionero en ese ámbito y, de a poco, los sanjuaninos se animaron a dejar de viajar a Córdoba y Buenos Aires para operarse en su provincia.
Aparte, desde antes de regresar, el médico se asoció a la Sociedad Anónima Médica Rawson, que en ese momento tenía el Sanatorio Rawson, ubicado en la esquina de Santa Fe y Catamarca. Luego, junto a otros profesionales, compraron un terreno anexo y construyeron el Instituto Médico, donde también continuó con su tarea. A la par de su actividad privada, trabajó durante ocho años en el Hospital Rawson con un cargo de médico interino. Luego de ese tiempo, cansado porque no hacían concursos para nombrar titulares, le presentó su renuncia al que era en ese momento secretario de Salud. Al funcionario no le gustó para nada el planteo pero la decisión de Armando era indeclinable.
Tuvo una importante actividad al frente de sociedades médicas, fue presidente de la Sociedad de Dermatología de San Juan y de la Asociación Médica de San Juan fue secretario científico y presidente. En el año 2015 cumplió 50 años de profesión.
Armando y Mabel tuvieron dos hijos: Gonzalo, que es padre de Matías y Felipe Campos y Rodrigo. Después de terminar su secundario, en los noventa, ambos se fueron a estudiar a Córdoba. El mayor estudió medicina, se especializó en dermatología y cirugías estéticas y el menor se formo en la música. Años más tarde los dos regresaron y Gonzalo lo hizo para trabajar a la par de su padre.
Militantes de Producción y Trabajo
En el año 2000 la familia sufrió una gran pérdida, con el fallecimiento de Mabel. En esas circunstancias Armando, que ya era reconocido en la provincia por su trabajo, comenzó a militar en el Frente por el Cambio, que después pasó a ser Producción y Trabajo. Su sobrino Roberto Basualdo, hijo de su prima Herminia Muñoz, fue quien lo incentivó para seguir en ese camino.
Así fue que participó como candidato a diputado provincial en las elecciones de 2003 e ingresó en la Cámara como parte del porcentaje que le correspondió a la principal oposición. En 2007 repitió la función hasta 2011. Fue vicepresidente segundo de la Cámara y le tocó presidir el órgano legislativo.
Además, durante sus ocho años como legislador aprobaron 18 proyectos de su autoría. Gonzalo Campos, el hijo mayor, también se involucró en política, dentro del Partido Producción y Trabajo. Fue electo concejal por la Capital en 2011 y 2015.
Nota publicada en El Nuevo Diario, edición 1740 del 30 de septiembre de 2016.