Llegó el derrocamiento de Perón y el barrio fue uno de los que fue "obligado" a cambiar de nombre. En un principio fue denominado "Villa Patricias Sanjuaninas", y tres décadas después la comisión de la unión vecinal consiguió que se recategorizara como barrio.
El barrio fue uno de los tantos, y primeros, que fueron construidos para reconstruir una ciudad devastada por el terremoto de 1944. A través de una operatoria del Banco Hipotecario, matrimonios jóvenes de clase media, pudieron cumplir el sueño de la casa propia a pagar en largas cuotas. Era el segundo mandato de Perón en la Presidencia y en homenaje a su esposa, el barrio se llamó Evita. Fue toda una novedad para la época que en San Juan hubiera un barrio con casas de dos pisos. En total eran 110, aunque dos por manzana era de una sola planta, con techo a dos aguas, al mejor estilo californiano. Las calles eran de tierra y había muchos baldíos. Para hacer las compras del día, había que ir hasta la avenida (Libertador San Martín) y atravesar un baldío, donde hoy está la calle Roger Balet. "Todos los vecinos eran matrimonios con hijos chicos. Hoy quedamos muy pocos de los originales", recuerda Adela Godoy, quien rescata una curiosa coincidencia: el día que se mudó con su hermana, cuñado y tres sobrinos, fue el mismo que se murió la dueña del nombre del barrio, el 26 de julio de 1952.
Pero Adela no se detiene en ese día, avanza a una anécdota relacionada con la vida: "Estaba tan contenta mi hermana con la casa propia, que prometió de agradecimiento tener un hijo más y así fue que llegó mi cuarta sobrina".
Llegó el derrocamiento de Perón y el barrio fue uno de los que fue "obligado" a cambiar de nombre. En un principio fue denominado "Villa Patricias Sanjuaninas", un nombre con mejor imagen femenina para el régimen militar, y tres décadas después la comisión de la unión vecinal consiguió que se recategorizara como barrio. Pero volviendo a los inicios del peronismo proscripto, comenzaron a transcurrir los primeros mitos del barrio. "Se decía que si uno veía al barrio desde un avión, el trazado de las calles formaba el rostro de Perón. Otros decían que se podía leer la palabra Evita. Con ver un plano, es suficiente para darse cuenta que tal cosa nunca fue así", señala Manuel Molina, vecino desde 1967, pero con el récord de haber estado dos décadas continuas en la unión vecinal del barrio, que está delimitado por Libertador, Santa María de Oro, Colombia y Roger Balet.
El tiempo fue pasando y se construyeron 300 nuevas casas en los terrenos vacíos, pero éstas son solamente de una planta, por lo que es fácil identificar aún hoy cuáles son las viviendas que están por cumplir 60 años y las que llegaron en un etapa posterior, que fueron destinadas en un principio para empleados municipales.
Si bien hoy el barrio está muy ligado al club Sportivo Desamparados, sus vecinos recuerdan los "clásicos" que había con el "Fermín Rodríguez" y verdaderos torneos de guapos que se hacían en el ya desaparecido club "Sacachispas". El tiempo transcurrió y así llegaron las cloacas, el pavimento, el gas natural y la TV por cable. Las casi seis décadas lograron que ya dejara de ser ese lejano barrio del centro, con calles de tierra y una sola entrada. Pero continúa siendo uno de los íconos de una ciudad que decidió volver a empezar después del terremoto.
Fuente: Diario de Cuyo