Aumenta la cantidad de enfermos coronarios en San Juan. Se duplicó el número de mujeres que los sufren y son más difíciles de tratar. Influye tanto como el factor genético como la mala alimentación.
La actriz Angelina Jolie exhibe un tatuaje que dice “Lo que te alimenta, te mata”. Y esa frase suena en consonancia con lo que sostiene el cardiocirujano Juan Carlos Sirera, quien afirma que la mala alimentación es tan importante como el factor genético o el estrés en el aumento de las enfermedades cardiovasculares en personas jóvenes. Explica que hoy, cada cuatro hombres, dos mujeres sufren del corazón.
—¿Aumentaron los casos de personas jóvenes que sufren enfermedades cardiovasculares o de accidentes cerebro vasculares (ACV)?
—Se están viendo cardiopatías, obstrucción de las arterias coronarias, en gente de 37 u 38 años. Sigue siendo por lejos la patología que más mata, sobre todo en países industrializados, occidentales. Se están investigando las concentraciones de colesterol, de grasas que obstruyen las arterias, y se ha encontrado que niños de 4 años ya lo tienen elevado.
—¿A qué se debe ésto?
—Para estratificar los riesgos de los pacientes, analizamos los factores de riesgo y primero está el hereditario. Evidentemente hay factores genéticos que actúan en diferentes familias con diferentes patologías, por ejemplo la diabetes. El segundo factor es la hipertensión arterial, también genética; luego el tabaquismo, la obesidad, los cambios culturales de alimentación y el estrés. Otro factor importante son los medios de comunicación.
—¿Por qué?
—Fundamentalmente la televisión trajo un cambio de cultura importantísimo en pocos años. Creo que la gente pasa mucho tiempo mirando televisión, que es un medio que insta a consumir tal o cual alimento, por ejemplo. Otro es Internet.
—¿Es por el sedentarismo que producen?
—No sólo por eso. El cambio más importante para generar estas enfermedades y otras, es la alimentación. Y los medios influyen. Comemos cosas que no son naturales y que no sabemos qué tienen. No sabemos cuáles son los conservantes. La industria alimenticia no provee información al respecto. Vemos un aumento de cáncer de riñón, que es un filtro y está más castigado de lo que debería. Antiguamente no faltaba el puchero en las casas, pero hoy nos dicen los pacientes: “El choclo no tiene gusto a choclo”. Algo pasó. Hoy en día el organismo está mucho más castigado que hace 30 o 40 años o que a principios del siglo XX.
— Hay varones pequeños que sufren el desarrollo de sus mamas por el consumo de hormonas que le agregan a los pollos.
— Eso está totalmente demostrado. La industrialización de los alimentos y su consumo masivo es un tema que habría que rever. Las autoridades a las que le compete esta situación deberían ser un poco más agresivas. Pero muchas veces se termina arreglando por una cuestión económica con empresas que venden sustancias nocivas.
—¿La alimentación es la causa fundamental de las enfermedades cardiovasculares en la actualidad?
—No. Tan nocivo como la parte genética o la mala alimentación es el estrés. Creo que hay un cambio de cultura en el comportamiento humano. A la gente joven no le interesan temas trascendentes y esta situación lleva a la droga, al alcoholismo. Hay bases familiares importantes que fallan: con los chicos hay que hablar. El estrés y la angustia son muy importantes. Se ha perdido el valor espiritual del ser humano. La fe se pierde con mucha facilidad.
—La medicina dejó un espacio importante que ocuparon huéspedes oportunistas, que comercian con estas cosas que la gente necesita. ¿Se puede revertir esta situación?
—Sí. Primero uno tiene que estar convencido que en medicina no existen las enfermedades sino los enfermos y tomar al paciente como una persona, con sus temores, sus ilusiones, sus ganas de vivir. Una patología coronaria, por ejemplo, en una persona se manifiesta de una manera y en otra, de forma distinta. A la gente hay que quitarle el miedo.
Uno tiene que ser cuidadoso, pero no tener miedo porque éste bloquea mecanismos de defensa. Hay que dedicarle más tiempo al paciente. La gente cuando llega a la consulta quiere que la escuchen. Se está volviendo al médico de cabecera y es importante, al igual que la tecnología, pero la patología no es una fábrica.
—¿Disminuyó la edad de los pacientes que consultan por patologías coronarias?
—No. Lo que noto es que la gente vive más. Aumentó la cantidad de pacientes de 80 años. Cuando era niño, una persona de 60 años era un viejo. Yo tengo 61 años y me siento como cuando tenía 40. Se está prolongando el término medio de vida o sea que cada vez habrá más gente más grande. Lo importante es tener buena calidad de vida, que para mí es que la persona pueda autoabastecerse o sea higienizarse sola, comer, ver una película, leer el diario, salir. Por eso hay que cuidar a nuestra juventud, pensar en políticas de aquí a 30 o 40 años.
—Las políticas de Estado en salud nunca son suficientes. Aún hay un porcentaje elevado de gente que todavía no sabe que es hipertensa, diabética…
— Domingo Sarmiento, durante su presidencia y gracias al primer censo, vio la cantidad de analfabetos que había y dijo: “Hay que hacer escuelas”. Durante un acto en la universidad de Córdoba, se dio cuenta que no había mujeres y dijo: “De aquí a un siglo las universidades van a estar llenas de mujeres”. Si el país no tiene personas instruidas….
—La mujer asumió nuevos roles que la exponen hoy a sufrir las enfermedades cardiovasculares en el mismo porcentaje que los hombres...
—Cada cuatro hombres, se enfermaba una mujer pero ahora son dos. Es más grave cuando se enferma una mujer, porque tiene arterias más chiquitas, que no son fáciles de abordar con cateterismos o por cirugía.
—¿En San Juan aumentó la estadística?
—Sí, la provincia no escapa a las estadísticas de países occidentales y católicos. Aumentó la progresión de la enfermedad coronaria, que es metabólica. Hay que cuidarse.
Necesitamos cuidar el cuerpo, porque acumula reservas que se usan en caso de urgencia, como cirugías o accidentes. Cuando usted castigó mucho el pulmón con 60 cigarrillos por mes o al hígado con alcohol, el organismo no va responder. Dios nos entrega un cuerpo sano y hay que devolverlo igual.
—¿Una persona hipotensa se puede convertir en hipertensa?
—Se ve frecuentemente entre la cuarta y quinta década de la vida, sobre todo en personas que vienen con la carga genética. La gente tiene que saber que la sal es un veneno para la presión arterial. Hay que tener cuidado con los alimentos que contienen sal. Pero además pasamos de la alimentación fisiológica a la social y eso influye en la obesidad. Nos pasa que quizás a la mitad del plato estamos saciados, pero ¡cómo vamos a dejar la comida! Terminamos comiendo sin ganas y sobrecargándonos. Además, está la ansiedad: No disfrutamos de la comida.
—¿En la provincia se ve un aumento de personas obesas?
—Sí. Estuve hablando con un obeso, que ya le colocaron el cinturón gástrico y ahora lo tienen que operar otra vez. “Mirá, hermano, le dije, si al cerebro no lo acomodas a la necesidad, difícilmente se van a conseguir resultados”. Las dietas si no están controladas producen un efecto rebote y terminan siendo más perjudiciales. Todo pasa por el cerebro: Si tenemos un cerebro ordenado, difícilmente se vean estos problemas.
—La gente cree en resultados milagrosos como aseguran algunos centros de estética
—Yo le pediría a estos centros, que no digo que esté mal que existan, las estadísticas. Ver qué pasó a largo plazo con esas personas, porque a 15 días o dos meses está bien, ¿pero luego? Hay que volver a comer alimentos naturales y como comen los flacos: hasta que se pasa el hambre. Aunque tenga que comer 4 o 5 veces, es preferible.
—¿Hay un exceso de actividad física o la ingestión de suplementos vitamínicos, sin control médico?
— Con los gimnasios también hay que tener cuidado. Salir a caminar es bueno. Con 35 o 40 minutos al organismo le basta, no hay que matarse 3 horas. No hay que abusar de nada. Hay que consumir alimentos naturales. ¿Para qué los va a buscar en pastillas? Vaya búsquelos en la feria, que son más baratos y más ricos; y el organismo se encarga de equilibrarlos, no va a necesitar ni siquiera dosis. Si como 4 o 5 naranjas exprimidas, no me voy a intoxicar de nada. En las verduras y las frutas está todo.
Una fundación para ayudar
El doctor Juan Carlos Sirera creó una fundación, que lleva su nombre y que tiene una función muy específica: investigación, salud y docencia.
“Estamos en un proyecto muy importante: armando un equipo para desarrollar la comunicación social, para trasmitir las cosas simples. Es probable que la vida actual sea muy compleja, pero si uno la toma con simplicidad, es diferente. La ambición, el poder, el dinero no son buenos y es difícil desacelerar”, manifiesta.
En este equipo trabajan médicos, psicólogos y nutricionistas, que aportan sus conocimientos a la sociedad. “Creo que hay que devolver a la comunidad lo que ella hizo por nosotros. No hay que pretender que el conocimiento sea una propiedad privada”, expresa el médico.
Los interesados en colaborar pueden acercarse a la sede de la fundación, ubicada en Güemes 680 Sur, llamar al teléfono 4220154 o escribir al correo electrónico fundaciónjcsirera@gmail.com.
PERFIL
Nombre: Juan Carlos Sirera
Estado civil: Casado
Hijos y nietos: 6. “Cuatro casados, y dos pequeños, Valentina y Theo de 12 y 5 años. Tengo 7 nietos”.
¿Qué lee?: “Trabajos médicos de investigación; Brian Weiss, Deep Chopra; y todo lo relacionado entre el hombre y su estado espiritual. También me gusta la Historia nuestra”.
¿Qué ve?: “Deportes, programas de actividad política, documentales; veo muy poco noticieros”.
¿Qué escucha?: “Música de los años 60 e instrumental”.
¿Cocina?: “Si. Me especializo en pollo al disco y todo lo que puedo aprender”.
¿Cuál es su comida favorita?: “Agridulce”
¿Cómo le gustaría que lo recuerden?: “Como una persona humilde y generosa”.
5 Tips para estar bien
»Entender para qué nació uno: Encontrar la veta de lo que uno quiere ser y hacer
»No querer hacer todo en un solo día: Distribuir bien el tiempo y no gastar energía de más.
»Disfrutar de la familia y los amigos, de la comida, de las cosas naturales: Es lo más importante.
»Cumplir las obligaciones: Eso genera tranquilidad
»Dormir bien: Significa descansar y estar más joven. La hormona de la juventud funciona durante el sueño y se inhibe con la luz.
Entrevista realizada por Betty Puga el 5 de junio de 2009.