Fernando Ríos Palacio, se fue de San Juan para aprovechar una oportunidad laboral en España. Nunca más volvió y en la península se hizo famoso con sus interpretaciones. De visita en San Juan. Ríos Palacio opina del resurgimiento de la música ciudadana, su modernización y su vida junto al tango. Fernando Ríos Palacio, nació en San Juan en 1938.
Tuvo que decidir entre el tango y el fútbol, el deporte de su pasión. Y como buen nacido en una familia de músicos, las melodías ciudadanas pudieron más. Comenzó a estudiar en el Conservatorio de San Juan con el profesor Pérez Lobos y en 1957 participó del concurso de tango que le dio el puntapié inicial a su carrera.
Fernando Ríos Palacio es de esos cantantes cuya voz tiene la magia de hipnotizar a sus oyentes. Su éxito traspasó fronteras y apenas comenzada la década del 60 comenzó una serie de giras que lo llevó a compartir escenarios con Alberto Morán, Atahualpa Yupanqui, Argentino Ledesma, Julio Sosa y Jorge Cafrune, Edmundo Riveros, Roberto Grela, Aníbal Troilo, Nelly Vázquez, Adolfo Berón y Héctor Varela. Y, entre gira y gira, Ríos Palacio recibió la oferta laboral que le cambiaría la vida: un invitación de Televisión Española para viajar a España y participar del programa Tardes para todos junto a Ornella Mutti y Doménico Modugno.
—Usted es lo que se dice, un apasionado del tango...
—Creo que es una buena definición. A pesar que mi padre tocaba la guitarra y mi hermano cantaba en Radio Los Andes, él siempre quiso que yo estudiara y jugara al fútbol, lo que hice profesionalmente en San Martín. Pero el tango era lo mío y ha estado presente a partir de los doce años.
—¿Cómo fueron sus comienzos?
—Trabajé muchos años en San Juan. A partir de 1956 comencé a ganar una serie de concursos y festivales lo que me dio la posibilidad de representar a la provincia en tres festivales muy importantes en el país. Uno de ellos fue en el teatro Buenos Aires en el año 61, acompañado de magníficos músicos y rodeado de grandes cantantes como Edmundo Rivero, Argentino Ledesma y Alberto Morán.
—Irse a España en la década del ´70, no debe haber sido un decisión fácil
—No, no fue fácil. Pero cuando fui requerido por Televisión Española para hacer algunas actuaciones, con pasaje ida y vuelta, no lo dudé. En ese interín me encontré con Mercedes Sosa y Carlos Acuña que me hablaron maravillas de Europa.
—¿Qué vino después?
—Partí para Barcelona a conocer esa ciudad y quedé impactado. Ahí trabajé haciendo radio, televisión, teatro, spots publicitarios y otras cosas relacionadas con el arte. Gracias a las posibilidades de trabajo fue que decidí quedarme.
Piensa que si hacías televisión en TVE, en aquella época te veía todo el país, porque era un solo canal y también lo veía parte de Francia y todo Andorra.
—Pasaron varios años para que el tango se volviera a instalar en Argentina ¿Cómo ve este momento?
—Creo que hay que agradecérselo a la gente de la danza. Se baila mucho tango en Europa y eso repercute en el cantante y en el músico. Y esa inyección lleva a superarte, a estar en constante trabajo, estudiando...
—¿Qué opina de quienes introducen nuevos instrumentos en el tango?
—Si es para el bien del tango, bienvenido sea. Si hay músicos que no pertenecen al tango, en buena hora que estén con nosotros, eso va a hacer que prolifere la música ciudadana. Yo he cantado con Tango Pasión, en el teatro Tíboli de Barcelona y había sintetizador y batería. Pienso que todo esto es necesario para que se produzca una innovación.
—¿Si tiene que elegir un autor o cantante, a quién prefiere?
—Como autor mi punto de referencia es Gardel. Edmundo Rivero cantando igual que Alberto Podestá, Jorge Durán; en música a Troilo, un maestro extraordinario que se dio el lujo de no imitar a nadie. También hay otros grandes artistas en la actualidad como Leopoldo Federico y grandes bandoneones como Raúl Darero, grandes cantores como Rubén Juárez, Carlos Paiba, Daniel Reynal y Fernando Soler.
Publicado el Viernes 27 de octubre de 2017 en La Pericana, que acompaña la edición 1791 de El Nuevo Diario