En 1815 el General José de San Martín era el Gobernador Intendente de Cuyo, región integrada por Mendoza, San Juan y San Luis. En San Juan, la máxima autoridad era el Teniente Gobernador José Ignacio de la Roza.
Los logros de 1810 estaban en peligro. Fernando VII había sido restaurado en España y quería recuperar los territorios coloniales. En toda América los movimientos revolucionarios habían sido vencidos: sólo sobrevivía el del Río de la Plata.
El peligro de una invasión española desde Chile era grande y habían comenzado los preparativos para el Cruce de los Andes.
San Martín insistía en la necesidad de declarar la independencia antes de iniciar la campaña que liberaría a Chile y Perú.
Fue entonces, en 1815, cuando las autoridades nacionales –en ese momento el Directorio- decidieron convocar a un congreso de todas las provincias, a reunirse en Tucumán. Allí los representantes debían terminar lo iniciado por la Asamblea del año 1813: declarar la independencia y dictar una constitución que estableciera una forma de gobierno.
Cada provincia debía enviar a Tucumán un diputado por cada 15.000 habitantes o fracción no menor de 7.500. En el año 1816 San Juan contaba con 22.000 habitantes. Por esta razón le correspondía enviar dos diputados. Ellos fueron Fray Justo Santa María de Oro y el doctor Francisco Narciso de Laprida.
Fray Justo Santa María de Oro fue designado el 15 de junio de 1815, mientras que recién en septiembre accedió Laprida a la representación por San Juan.
Para la elección se utilizó un sistema por el cual cada uno de los doce cuarteles (especie de departamentos) en los que se dividía la provincia votaba por un elector y estos representantes, conjuntamente con el Cabildo, designaban a los diputados.
Los diputados electos por San Juan partieron de esta provincia rumbo a Tucumán a fines de octubre de 1815. El viaje fue largo y penoso, lo hicieron en carruajes y mulas de paso.
Muchos historiadores destacan que los representantes de Cuyo, entre los que estaba Fray Justo Santa María de Oro, fueron los primeros en arribar a Tucumán, el 11 de diciembre de 1815. Luego se les irían sumando los demás, a excepción de las provincias que dominaba Artigas y la Liga de los Pueblos Libres, opuestos a la influencia porteña.
El Congreso de Tucumán comenzó sus sesiones el 24 de marzo de 1816. Luego de varias jornadas de debate y otros temas en discusión, llegó la reunión del día 9 de julio, presidida por el sanjuanino Laprida. En esa jornada fue finalmente declarada la independencia de las Provincias Unidas de Sud América “de los Reyes de España, sus sucesores y metrópoli”. Días más tarde, esta fórmula se completó agregando “y de toda otra dominación extranjera”
Aunque se había logrado el objetivo de declarar la independencia, todavía no se había resuelto cuál iba a ser la forma de gobierno. Las posturas eran dos: mientras la mayoría de los congresistas preferían un sistema monárquico, la minoría defendía la idea de una república.
En este debate el sanjuanino Fray Justo Santa María de Oro tuvo un importante papel. En la reunión del día 15 de julio habló de la necesidad de consultar a los pueblos sobre este tema tan delicado e incluso dijo que se retiraría de la asamblea si eso no se hacía. Esta intervención ha sido destacada como una defensa histórica a lo que hoy se llama la autodeterminación de los pueblos.
En 1817 los diputados sanjuaninos regresaron a su provincia. Las sesiones del congreso fueron luego trasladadas a Buenos Aires y en 1819 sancionó una Constitución que si bien optaba por una forma republicada de gobierno, terminó rechazada por los pueblos del interior.
Nació en San Juan el 5 de septiembre de 1772. Fue sacerdote dominico, maestro de arte y doctor en teología. En Mayo de 1810, cuando se formó el primer gobierno patrio, se encontraba en Europa.
En 1814 había vuelto a América y luego de pasar por Buenos Aires y San Juan, viajó a Chile. El gobierno español lo deportó y regresó a Cuyo junto con muchos chilenos que huían de su patria. Gracias a él, el General San Martín tuvo un panorama completo de los últimos meses en el país trasandino.
El 13 de junio de 1815 fue elegido para representar como diputado a San Juan en el Congreso de Tucumán. En las reuniones en las que se debatía si elegir la forma monárquica o republicada de gobierno, luchó para que esta decisión fuera tomada luego de consultar a los pueblos.
Durante 1818, el Papa León XII lo nombró Vicario Apostólico de Cuyo y en 1834 fue designado Obispo de Cuyo.
Murió en San Juan el 19 de octubre de 1836. Sus restos se encuentran en la cripta de la Iglesia Catedral de San Juan.
Nació en San Juan el 28 de octubre de 1786. Estudió en el Real Colegio de San Carlos, en Buenos Aires, y luego en Chile se licenció en Leyes. En 1811 regresó a San Juan y un año después fue electo síndico del Cabildo sanjuanino.
Colaboró con el gobierno del doctor José Ignacio de la Roza y en la formación del Ejército de Los Andes. En septiembre de 1815 fue electo diputado por San Juan ante el Congreso de Tucumán. Presidía la Asamblea desde el 1 de julio y estaba en ese cargo cuando el 9 de julio de 1816 se juró el acta de Independencia.
De regreso a San Juan, en septiembre de 1818 reemplazó al doctor Ignacio de la Roza en la gobernación provincial. Cuando Mendizábal tomó el poder, fue prisionero y luego huyó a Chile, de donde regresó en 1822.
De ideas unitarias, fue perseguido por las fuerzas federales. En un ataque sorpresivo de los seguidores de José Félix Aldao, fue asesinado en Mendoza el 22 de septiembre de 1829. Se desconoce el lugar donde descansan sus restos.
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-- Laprida, ese ilustre ignorado. Por Juan Carlos Bataller
-- San Juan en el Congreso de 1816. Lámina gigante de la Fundación Bataller
Videla, Horacio: Historia de San Juan - Tomo III - (Epoca Patria) 1810-1836, Academia del Plata, Universidad Católica de Cuyo, 1972
Peñalosa de Varese, Carmen y Arias Héctor: Historia de San Juan, Editorial Spadoni, Mendoza, 1966
Instituto de Historia Regional y Argentina “Héctor D. Arias”: Nueva Historia de San Juan, EFU, 1997