Varios elementos caracterizan la década del 40, desde un punto de vista político – institucional. En primer lugar la aparición del peronismo como fenómeno nacional y la disolución o desaparición del bloquismo en San Juan. Otra característica fue la pacificación; mientras en el resto del país se tensaban las relaciones y la actividad política adquiría rasgos violentos, en la provincia los espíritus se calmaron. Probablemente esto se explica debido a que los avances sociales que impulsó el Peronismo, en San Juan ya se habían logrado al menos legalmente sobre todo a partir de la Constitución de 1927. Obviamente, el terremoto de enero de 1944 jugó su papel pues los sanjuaninos estaban más preocupados por sobrevivir y reconstruir que por dirimir temas políticos.
Los primeros años de la década de 1940 vieron desfilar por San Juan a diferentes interventores enviados por el gobierno nacional. Hasta que se llamó a elecciones para cubrir el período 1942 – 1946 y fue elegida la fórmula: gobernador, Pedro Valenzuela; vice, Horacio Videla. Ambos con trayectoria en la docencia, cosa que no volvió a ocurrir durante toda la centuria. No lograron cubrir su mandato, sólo gobernaron pocos meses porque fueron depuestos por el golpe de estado del 4 de junio de 1943.
En septiembre de 1939 había comenzado lo que se llamaría la Segunda Guerra Mundial. EE.UU. participaba en la misma desde diciembre de 1941 y las presiones para que Argentina interviniese eran muy fuertes.
El golpe del 43 estuvo destinado precisamente a impedir esta situación, ya que eran grandes las simpatías que existían, sobre todo en el Ejército, por los estados fascistas, enemigos de EE.UU. y contra los cuales supuestamente debía luchar nuestro país.
Una personalidad emergente dentro del círculo de nuevas autoridades fue el coronel Juan Domingo Perón a cargo de la secretaría de Trabajo y Previsión Social. Desde su cargo comenzó a incidir sobre la organización y estructuración de distintas fuerzas políticas y obreras que le permitieron presentarse en las elecciones de 1946 y ser electo como presidente del país.
Hasta el terremoto, los interventores enviados por el gobierno militar fueron prácticamente intrascendentes, hasta que después del sismo se hizo cargo de la provincia de San Juan el coronel José Humberto Sosa Molina. Hombre de gran energía, que en los meses subsiguientes a la catástrofe se encargó de tomar medidas sanitarias para evitar epidemias y trató de dar alojamiento provisorio a los miles de afectados. No vaciló en decretar el toque de queda y tomar medidas muy drásticas para preservar principios de orden y seguridad.
Las elecciones de febrero de 1946, que en el orden nacional dieron el triunfo a la candidatura de Perón, vieron en la provincia la victoria del binomio Juan Luis Alvarado gobernador – Ruperto Godoy, vice. Siendo ésta la primera victoria electoral peronista en el medio. A pesar de que al principio existieron algunas diferencias entre Perón y Federico Cantoni, titular del bloquismo, el caudillo sanjuanino terminó apoyando sin retaceos el programa y gobierno de Perón. Esto implicó la disolución del Partido Bloquista y Cantoni, fue nombrado embajador en la URSS, permaneciendo muchos años alejado de la actividad política de su terruño.
En febrero de 1947, a menos de nueve meses de haber asumido, Luis Alvarado fue obligado a renunciar, llevando a Ruperto Godoy a hacerse cargo de la gobernación. Godoy era un hombre dotado de una cálida personalidad y de excelente diálogo que incluía a los hombres de la oposición. Se debe a él en gran parte la consolidación del proceso de pacificación de los espíritus que se logró en la provincia. Godoy mantuvo excelentes relaciones con el gobierno nacional y con Perón en particular. La provincia pudo contar con importantes ayudas para las tareas de reconstrucción además de otras englobadas en los proyectos definidos por los planes quinquenales.
El fin de la Segunda Guerra Mundial había dado lugar al comienzo de la rivalidad entre dos antiguos aliados: los Estados Unidos y la Unión Soviética. Eran dos sistemas de vida que estaban enfrentados y que trataban de sumar países a sus órbitas. Estos años de bipolaridad o de guerra fría, condicionaron el desarrollo político, económico, social y hasta cultural del mundo. Y en ese esquema, Perón define su política exterior: Argentina adopta la “tercera posición” y tiende lazos a naciones con problemáticas similares, especialmente con los vecinos latinoamericanos.
Perón advierte que el modelo agro exportador está agotado y que el país necesita encarar su industrialización acelerada, alentado por los nuevos consumidores que representan los millones de asalariados que con sus políticas sociales ven mejorar sus niveles de vida. Estos años representaron la entrada del país en la sociedad de consumo. Ya no es suficiente un trabajo que permita llevar alimentos al hogar. Todo trabajador sueña -y en muchos casos alcanza ese sueño- con tener su casa propia, su automóvil, la creciente gama de electrodomésticos que se suman a la cultura hogareña. Gobernar se hace entonces una tarea mucho más compleja. Como complejas son las relaciones del gobierno de Perón con quienes se oponen.
En San Juan se suceden los gobiernos justicialistas. A Ruperto Godoy, reelegido en 1950, lo sucede su vicegobernador, Elias Amado, cuando fallece antes de terminar su período. La muerte de Godoy, reconocido como el hombre que logró la pacificación de los belicosos espíritus políticos sanjuaninos, congrega una multitud el día de su entierro. Es el reconocimiento al gobernante pero también a la presencia de una mujer a la que los sanjuaninos le expresan la importantísima ayuda brindada en la reconstrucción de una ciudad: Evita.
Las elecciones de 1952 marcan un nuevo triunfo peronista: el ingeniero Rinaldo Viviani, acompañado por Adolfo Castro Luna, es electo gobernador y ambos continúan las obras de sus antecesores. Hasta que el 16 de septiembre de 1955 termina abruptamente el gobierno de Perón y caen todos los gobiernos provinciales. Es el fin de 10 años de hegemonía del Partido Justicialista.
Y muchas cosas cambiarían. No tan sólo el nombre de calles, escuelas, plazas y barrios que exaltaban las figuras de Perón, Evita y Godoy.
Seis interventores se suceden en San Juan en estos tres años de fuerte presencia militar en el país. De ellos, uno sólo sería recordado por su obra: el general Marino Bartolomé Carrera, el hombre que con energía y una honestidad a toda prueba, impuso definitivamente los criterios con que se vertebraría la nueva ciudad.
Tras anular la Constitución de 1949 y frustrar un levantamiento cívico militar en 1956, el gobierno de Pedro Eugenio Aramburu convoca a elecciones generales pero con una condición: buena parte de la ciudadanía no podría votar según sus deseos, el peronismo está proscrito.
A todo esto, la Unión Cívica Radical se ha dividido. Los sectores intelectuales y más progresistas se alinean con Arturo Frondizi en un intento por canalizar el voto proscrito.
Frondizieselecto presidente y en San Juan triunfa un médico cardiólogo de origen jachallero, Américo García, acompañado por Alberto Correa Moyano. Sólo 39 años tenía el flamante gobernador, férreamente encolumnado con la política desarrollista que impulsa el presidente Frondizi.
Comienza una etapa de gran creatividad tanto en lo económico como en lo cultural, en la que se hace gran parte de la legislación de fondo y surge, entre otras cosas, el primer plan integral en materia de salud con la creación del Servicio Provincial de Salud y la Escuela de Policía que termina con los comisarios políticos.
Pero también comienza en el final de la década el jaqueo al gobierno de la UCRI. Por un lado, el radicalismo ataca ferozmente la política petrolera. Por el otro, los sindicatos que responden a Perón condicionan toda la política económica. Finalmente, los militares antiperonistas suman decenas de planteos y tentativas de levantamiento militar. Con este clima, termina la década.
La política sanjuanina en los años 60 estuvo condicionada por la realidad nacional. La escena nacional tenía un gran protagonista que, sin embargo, durante toda la década estuvo fuera del país: Juan Domingo Perón. El gran elector seguía siendo el peronismo y el éxito de los restantes partidos dependía en gran medida de la proximidad que tuvieran sus estrategias con el líder exiliado. Los otros protagonistas de la política fueron los militares que tenían en Perón el gran justificativo para interrumpir permanentemente los débiles intentos de una democracia absolutamente condicionada y quedarse con el poderAsí fue como los militares derrocaron a Frondizi interrumpiendo la etapa desarrollista e intervinieron todas las provincias. Y así fue como permitieron nuevas elecciones con un peronismo proscrito.
En San Juan, Leopoldo Bravo había consolidado su jefatura en el bloquismo y en las elecciones de 1962 dio la primera muestra concreta de su habilidad negociadora al conformar un frente con sectores del peronismo. La fórmula Bravo – Enrique Lorenzo Fernández (por entonces el máximo dirigente gremial de la provincia) se impuso a los candidatos del oficialismo, Aubone – Moya Gil, pero no pudo alcanzar el gobierno ya que derrocado Frondizi, se anularon las elecciones y fue intervenido el gobierno de Américo García cuando faltaban seis días para que cumpliera su periodo constitucional. En estas elecciones hace su estreno un nuevo partido provincial, la Cruzada Renovadora, llevando como candidato a su fundador, Alfredo Avelín, acompañado por el médico Orlando Marino.
En 1963 los argentinos vuelven a votar con medio electorado proscrito y mientras los radicales con Illia triunfan en la Nación, en San Juan la sorpresa la da el bloquismo, al imponer la fórmula Leopoldo Bravo – Luis Cattani, que logra superar a los candidatos del radicalismo del Pueblo Héctor Miguel Seguí – Mario Gerarduzzi.
Bravo – que asumió el 12 de octubre de 1963- demostró desde el inicio que quedaba definitivamente clausurada la etapa de divisiones en la sociedad sanjuanina entre cantonistas y anticantonistas que condicionó durante décadas la vida provinciana.
Su gestión fue de estabilidad y buena convivencia política lo que no evitó que en 1966, al irrumpir nuevamente los militares la vida constitucional, la provincia fuera intervenida.
Comenzaba lo que se dio en llamar la “Revolución Argentina”, con Juan Carlos Onganía como presidente quién designó gobernador de San Juan a un abogado, hombre del minúsculo Partido Cívico Independiente como gobernador de la provincia: Edgardo Gómez.
Gómez gobernó hasta el 22 de agosto de 1969 cuando Onganía le aceptó la renuncia designando en su lugar a un peronista de prestigio en la universidad, el ingeniero José Augusto López.
Al comenzar la década de los años 60, el país era presidido por el general Roberto Marcelo Levington, un militar de tendencia nacionalista que fue convocado al país –se encontraba en el exterior- para hacerse cargo del gobierno ante el deterioro que había sufrido el gobierno presidido por Juan Carlos Onganía. A los problemas de la economía, el gobierno militar sumaba otro que con el correr de los años adquiriría derivaciones dramáticas para los argentinos: habían comenzado a actuar los grupos armados subversivos –Montoneros, ERP y FAR- y el llamado “cordobazo” indicaba un alto grado de descontento popular que se traducía en violentas manifestaciones donde se mezclaban la rabia espontánea con la violencia organizada.
Comenzaban años de gran participación de la juventud tanto en los partidos organizados como en entidades de base y hasta desde la clandestinidad. Paralelamente, el fuerte gremialismo peronista estaba fracturado. Aunque ambas partes respondían a Perón, el enfrentamiento entre ellas era de tal magnitud que en los años siguientes varios de los más importantes dirigentes fueron asesinados por elementos subversivos, entre ellos Oscar Smith, Augusto Timoteo Vandor, José Rucci y Alonso.
Pero lo curioso de esta etapa en la que la política se hacía fundamentalmente en las calles, en las universidades y los sindicatos y con gran participación juvenil, era que los gobernadores se elegían sobre la base de la capacidad de “lobby” de sectores provinciales o a vinculaciones de sanjuaninos con el poder militar.
Así fue como desde el 25 de agosto de 1969 gobernaba en San Juan José Augusto López, con un gabinete básicamente peronista. José Amadeo Conte Grand estaba a cargo del ministerio de Gobierno y Miguel Marzo ocupaba la cartera de Bienestar Social mientras que el desarrollista Juan Victoria se desempeñaba como ministro de Economía. López gobernaría hasta 1971, cuando asume el gobierno provincial Ruperto Honorio Godoy –también peronista-, sostenido por el apoyo de la Federación Económica, la CGT, la Federación de Viñateros, el sector bloquista que respondía a Aldo Hermes Cantoni y parte de la prensa sanjuanina. Tan vasto apoyo sólo le permitió a Godoy gobernar durante 40 días.
Los militares tenían un nuevo hombre fuerte: Alejandro Agustín Lanusse, un militar que se atrevía a desafiar a Perón en el campo político y anunciaba una salida democrática con el peronismo incluido, por primera vez, en más de tres lustros. El hombre de esta etapa en San Juanfue un geólogo de simpatías radicales que en los años 80 se afiliaría al bloquismo: Carlos Gómez Centurión. Lanusse jugó una carta fuerte. “A Perón no le da el cuero para regresar al país”, dijo.
Pero a Perón le dio el cuero y en las elecciones de 1973 el peronismo arrasó con una fórmula que sería provisoria: Héctor Cámpora – Vicente Solano Lima. En San Juan hubo necesidad de una segunda vuelta entre los candidatos del peronismo y los del bloquismo, para definir quien gobernaría la provincia, resultando electo el profesor Eloy P. Camus y el abogado Francisco Aguilar, integrantes del Frente Justicialista de Liberación que nucleaba a desarrollistas, cantonistas y conservadores, entre otros.
Fue el de Camus un gobierno de pacificación que evitó a San Juan muchos de los episodios de violencia que desangraban al país.
Mientras en el país los enfrentamientos entre los grupos subversivos y las Tres A, un grupo parapolicial que respondía a José López Rega marcaban un inusual pico de violencia, en San Juan sólo se produjeron algunos hechos aislados.
Eran los años en los que Cámpora renunciaba al poco tiempo de asumir para permitir nuevas elecciones en las que triunfaría la fórmula Juan Domingo Perón – María Estela (Isabelita) Martínez.
Tras la muerte del viejo líder, en 1974, asumiría Isabelita en un periodo signado por los problemas económicos, los enfrentamientos sindicales, la violencia terrorista y la falta de capacidad para gobernar, lo que creo el ambiente propicio para que en marzo de 1976, fuera destituido el gobierno constitucional y con gran consenso popular en sus inicios, los militares volvieran al poder inaugurando una etapa que denominaron Proceso de Reorganización Nacional y que sería recordada como una de las etapas más negras de la historia argentina. Ya no habría gobernadores sanjuaninos.
Ese título quedaba reservado para militares venidos de otras partes, como el capitán de navío Alberto Vicente Lombardi y el brigadier Angel Vicente Zamboni, desconectados de la realidad provincial y carentes de sustento político.
Fuente: El Siglo XX en San Juan – Colección El Nuevo Diario – Editores del Oeste.