El presente trabajo persigue profundizar las características del sentimiento patriótico de la sociedad sanjuanina de fines del Siglo XIX y principios del XX, en base a fuentes hemerográficas y a la documentación aportada por uno de los protagonistas de aquellos tiempos, Agustín Victorio Gnecco. Descendiente de genoveses, Gnecco llegó a San Juan en 1886. De él sólo se conoce parte de su obra, la creación de un Museo, concebido a partir de una idea antropológica de la cultura y de una historia vanguardista para su época, donde debían estar representados todos los sectores, y no sólo los grandes hechos sino también el acontecer cotidiano, todo ello expresado en una concepción museológica también de avanzada.
Al recorrer los periódicos sanjuaninos entre 1895 y 1910, notamos, con variaciones circunstanciales, el nivel de patriotismo que podía respirarse en sus páginas, que colocaban a la Patria en un lugar destacado. Podríamos señalar tres características que se repiten a lo largo de estos años. La solemnidad, sello infaltable en las actividades programadas, incluían la participación de los funcionarios en pleno de los tres poderes del gobierno, los empleados de los mismos, el personal directivo, docente y alumnos de las escuelas de la ciudad, los cuerpos armados, la Guardia Nacional, y representantes de las organizaciones sociales del momento.
Algunas de las actividades donde se desarrollaba lo solemne eran: el Te Deum, el canto del Himno Nacional, la salva de cañones a la salida del sol, la marcha cívica o procesión de antorchas, las alocuciones patrióticas de destacados e ilustres ciudadanos en las Conferencias Concierto o en los distintos puntos del recorrido de las marchas, en la visita a la casa de los próceres (como Laprida, Oro, Aberastain o Sarmiento), en los actos centrales de las fiestas, en la inauguración de estatuas o de calles y avenidas, que solía hacerse también en las fechas Patrias.
El carácter festivo, se manifestaba tanto en los sectores más caracterizados como en los populares. La denominada “culta sociedad” se deleitaba con la “bella música” o las representaciones en las Conferencias Concierto, en los lunchs en la Casa de Gobierno o en los banquetes al aire libre, o en los infaltables y elegantes bailes del Club Social.
La nota agregada para este momento, era motivar a la participación popular a través de una serie de juegos y diversiones, algunos que reconocían una larga tradición desde los primeros tiempos de la Patria, y otros que demostraban la imaginación de sus organizadores, integrantes de las distintas comisiones populares.
Entre los entretenimientos que venían de vieja data, estaba el palo jabonado, la carrera de embolsados o de sortijas, las bombas de estruendo, o las ramaditas, agregándose otros con un claro sabor finisecular, como las carreras pedestres alrededor de la plaza, con distintas modalidades, o montados en animales, o en diversos tipos de movilidades, bicicletas, triciclos y otras combinaciones, la mayoría impregnados de sana comicidad y hasta de ingenuidad encantadora. Sin duda además del humor, notamos el gusto por el ejercicio físico y el atletismo que surge en esta época, según veremos más adelante.
Estos sectores populares también disfrutaban de los bailes organizados por la Sociedad de Socorros Mutuos o por las distintas colectividades.
Finalmente, comienzan a hacerse frecuentes los actos solidarios como otra forma de ofrendar a la Patria, acordándose de los grupos llamados “menesterosos” con reparto de víveres, ropa y otras ayudas, que junto a la búsqueda de lo popular, nos está demostrando que el Mundo y también San Juan, están siendo influenciados por movimientos ideológicos de apertura social.
Otra cuestión que se hace evidente, a partir de estas lecturas, es que los festejos Patrios resultaban más brillantes, notándose mayor entusiasmo y creatividad, cuando los organizadores eran Comisiones Populares formadas al efecto o Asociaciones como las de Tiro, que cuando simplemente se ocupaba el sector político de tales festejos.
Agustín Gnecco participó, frecuentemente, en la organización de estas festividades, junto a otros patriotas sanjuaninos, conformando dichas Comisiones o desde las Asociaciones de Tiro. Mencionaremos, por razones de espacio, algunos de estos aportes más curiosos.
En 1895, las Fiestas de Mayo fueron organizadas por la comisión formada por el Tiro Nacional.
Agustín Gnecco puso su granito de arena tanto en lo solemne, como en lo festivo y solidario. Por aquellos días estaba ligado todavía al mundo de las tablas, siendo el principal accionista del Teatro Los Andes, que se encontraba frente a la Plaza de Mayo, sobre General Acha casi esquina Mitre, y al cual estuvo vinculado, aproximadamente, desde escasos dos años de su llegada a San Juan.
El Tiro Nacional le había asignado el cargo de Comisionado General, desde donde debía dirigir y vigilar el buen desarrollo de la Fiesta Patria, constituyendo también una Comisión de Iluminación y Ornato junto a Carlos Keller, Francisco D. Díaz y Francisco Alvarez (La Libertad, San Juan, 16/5/895).
La Conferencia Concierto que se ofreció la noche del 24 de mayo en el Teatro Los Andes, fue una mezcla de arte y fervor patriótico, donde además de deleitarse con la orquesta de Colecchia, se escuchó una verdadera alocución sobre la Patria como antorcha inextinguible de paz, como refugio de hombres libres, haciendo mención a los postulados del Progreso y mostrando una historia común y gloriosa con una gama de pro-hombres en medio de un proceso independentista, para el logro de una Nación “grande, fuerte y generosa”. (La Unión, San Juan, 27/5/895).
Pero además de propiciar esta solemnidad elegante en su teatro, Agustín Gnecco trató de dirigir un festejo con entretenimientos populares que resultaron muy divertidos, entre ellos, carreras de embolsados, de maneados o encadenados por las manos y espaldas, de resistencia y de velocidad, carreras en bicicletas, triciclos y biciclos, caballos contra bicicletas, montando un burro ajeno o una mula al revés, o pillar un chancho con bozal y con la cola jabonada. Finalmente la Comisión de ornato habría colocado las “ollas mágicas” (especie de piñatas) en cada esquina de la Plaza, para regalar premios dulces y lemas patrióticos a aquellos que consiguiesen romperlas con ojos vendados y bastón (La Unión, S. J., 16/5/1895).
En las Fiestas Julias de ese 1895 organizadas por el Tiro Popular, al cual también estuvo vinculado Agustín Gnecco, éste demostró su espíritu solidario hacia la educación de la juventud, prestando el Teatro para un certamen de las Escuelas Unidas y una representación de una crónica dramática de inspiración patriótica, escrita por el Dr. Contreras y con la actuación de los mismos alumnos, cuyo producido fue en beneficio de las Escuelas. Además puso a disposición la Confitería del Teatro, también de su propiedad y que se encontraba contigua al Teatro Los Andes, en la esquina de General Acha y actual Mitre, para vender dicha obra denominada “El Congreso de Tucumán”, donando, conjuntamente con el autor, lo recaudado para el mismo fin. (La Libertad, San Juan, 1/5/895).
En ocasiones era el poder político el encargado de organizar las fiestas patrias, pero también recurrían a aquellas personas conocidas en la ciudad, como patriotas fervorosos, dispuestos a dar su tiempo para preparar festejos plenos de entusiasmo patrio, y con un sentido popular y generoso.
Fue el caso de las Fiestas Julias de 1902 y 1904, donde en ambas, el Intendente Municipal, designa, entre otros a Agustín Gnecco, para conformar una Comisión de Festejos. En las dos hubo diversiones populares y espíritu solidario. Es de destacar el reparto de víveres que desde su Almacén denominado “Toma y Daca”, Gnecco realizó no sólo a los menesterosos, sino también a los presos de la cárcel pública. (El Heraldo y La Provincia, San Juan, 11/7/902 y 6/7/904).
El Patriotismo comprometido con la integridad del territorio y la perdurabilidad de la República
En el año 1895 empiezan a proliferar las Asociaciones de Tiro en toda la República. Dichas Asociaciones tenían una naturaleza deportiva de origen militar, pero en esencia, sus objetivos, consistían en un fuerte compromiso con la defensa de la Patria.
En el contexto nacional existían una serie de cuestiones fronterizas pendientes, para fines del Siglo XIX, con Bolivia y Chile. Con este último país, se habían firmado varios acuerdos, desde 1881 hasta 1902, que intentaban conciliar los intereses respectivos sobre tierras despobladas y prácticamente desconocidas para aquellos tiempos. En este lapso hubo picos de tensión en estas relaciones (Luna, Félix [director], Historia de la Argentina. Período 1880-1890. Buenos Aires, Crónica Hyspamérica, pág.11)
Ante estos conflictos y la política pacifista del grupo gobernante, los ciudadanos, no siempre de acuerdo con estos postulados y con lo convenido en los Tratados, dado que, surge de la lectura de los periódicos, pensaban que una Nación fuerte y justa debía realizar acuerdos más equitativos, empezaron a conformar gran cantidad de estas Asociaciones de Tiro en todo el País, y en los momentos de mayor tensión, incluso, Ligas Patrióticas y Asociaciones Pro-Patria (femeninas), “... para fortalecer el patriotismo y formar los ciudadanos para defender la integridad del territorio dado que no contentaba la situación con Chile...” (La Provincia, San Juan, 21/IX/898).
Por otro lado, el mismo gobierno utilizaba estas instituciones de Tiro, y por ello las subvencionaba, porque, a pesar de su discurso pacifista, al tener milicias urbanas era una forma de contar con una buena defensa, y también resultaba una excelente práctica para las Guardias Nacionales, que tenían una preparación deficiente, dado que hay que recordar que el Ejército Nacional recién empieza a formarse a partir de 1880, adquiriendo fuerza con la conscripción obligatoria de 1902.
Fue uno de esos momentos críticos el año 1895. En la prensa escrita sanjuanina se hace evidente el surgimiento de estas Asociaciones de Tiro. Justamente, en el Teatro Los Andes, el 17 de marzo, se sancionan en su vestíbulo, los Estatutos del Tiro Nacional de San Juan. Agustín Gnecco no sólo presta el espacio para este hecho patriótico, sino que está en la larga lista de integrantes de la primera Asociación
de este tipo formada en la provincia, dado que sólo existía, al momento de esta creación, una Comisión del Tiro Internacional. (La Libertad, S. J., 15/4/895)
El primer objetivo, según el Estatuto del Tiro Nacional, era bien específico: “Instruir a los ciudadanos en el manejo de las armas a fin de defender eficazmente las instituciones y la integridad de la Patria”. Otros propósitos eran fomentar el compañerismo, la organización militar, tener ventajas para adquirir armas y municiones, realizar conferencias sobre teorías de tiro, gimnástica, esgrima, fortificación pasajera, “... y todo otro tema que contribuya a levantar el espíritu del ciudadano, o que tienda a educarlo militarmente para la defensa de la Patria” (La Libertad, San Juan, 23/3/895)
Estas asociaciones también participaron en la organización de lucidos festejos. Fue el caso de las fiestas Mayas de este 1895, donde Agustín Gnecco fue el Comisionado General. En este rastreo que hemos realizado a través de las fuentes periodísticas, hemos notado por un lado, que se han mantenido estas Asociaciones de Tiro en San Juan, con distintos nombres, y que por otro lado han ido sufriendo una evolución, involucrando cada vez más a los sectores medios de la sociedad sanjuanina, llegando a formar una Asociación, inclusive, con sectores más populares.
En 1898, en uno de los picos de tensión, y después de dos años en que se notaba un poco decaído el interés por estas Asociaciones, se percibe en las páginas periodísticas, un resurgimiento del fervor patriótico, y junto a las ocasionales Ligas Patrióticas, surge de la transformación del Tiro Internacional, una Asociación denominada Tiro Federal Andino, que cumplió en ese momento un papel fundamental manteniendo el altruismo patriótico y la disposición por la defensa combativa de la Patria, y que luego, modificada, llegará hasta nuestros días
Las primeras Comisiones del Tiro Federal Andino estaban constituidas por los apellidos más caracterizados de nuestra elite política y social, y fue la modificación de su tercer presidente, el Teniente Coronel Antonio Tiscornia, que “(...) no descansa para que la Institución sea eminentemente popular (...) (El Trabajo, S.J.29/4/901), quién permitió el ingreso y la participación de nuevos integrantes, entre ellos comerciantes, agricultores e industriales.
Finalmente hemos advertido también en estas Asociaciones, una transformación a fines del Siglo XIX, la inclusión de otros deportes atléticos y gimnásticos. El movimiento europeo hacia los deportes como fuente de salud física y psíquica, comenzado en 1896 con la recuperación de los Juegos Olímpicos, que además es la base del auge de la actividad deportiva del Siglo XX, va llegando por estos años a San Juan. En 1899, se anuncian torneos de Esgrima en el Teatro Moreno y en noviembre de ese año se crea el Centro de Ciclistas de San Juan (La Provincia, S.J., 12/11/899), fundándose en diciembre, el primer Club de Gimnasia y Esgrima, inaugurándose el 16 de agosto de 1904, el Club Atlético, bajo los auspicios del Tiro Federal Andino, con juegos divertidos y curiosos y otros que reconocen la tradición griega. (La Ley, San Juan, 18/8/904), y el 4 de septiembre de ese año, las dos Asociaciones, el Tiro Federal Andino y el Atlético, reunidos en Asamblea, acordaron aprobar la fusión de ambas instituciones en el denominado Club Federal de Tiro y Gimnasia de San Juan, fecha que reconoce como origen, el actual Tiro Federal Argentino de nuestra provincia. (La Ley, S. J. 5/9/904).
En la primera Comisión de este Club interviene no sólo Agustín Gnecco como vocal, sino también su hermano Salvador, como pro-tesorero, organizando la Institución una serie de actividades gimnásticas en otro acontecimiento patriótico, la inauguración de la estatua de Laprida.
El Orden del 2 de octubre de 1905 decía: “Hay ahora fundadas esperanzas de que se sabrá mantener latente para el ciudadano, el espíritu de perfeccionamiento físico con las prácticas de tiro y de la gimnasia para obtener mens sana in corpore sano, y para que la destreza y la fuerza le impriman la habilidad suficiente a disciplinarlo y vigorizarlo, haciéndolo apto para las múltiples contingencias ya individuales o colectivas a que pueden exponerle los conflictos con los hombres o con los pueblos”.