Miguel Ángel Sánchez tiene parálisis cerebral desde sus primeros meses de vida. Tiene problemas motrices que lo obligan a usar muletas o, en ocasiones, silla de ruedas. Estudió abogacía y abandonó en cuarto año. Una historia en la que “querer es poder”.
Miguel Ángel Sánchez tiene 41 años, le gusta el fútbol, salir a divertirse con amigos, compartir en familia, comer un asado. En la actualidad cursa el segundo año de técnico de fútbol. Ya está habilitado para dirigir escuelas de fútbol y divisiones inferiores y si aprueba este año estará habilitado para dirigir en primera división.
Todo esto que parece algo común forma parte de una historia que merece ser contada. Es que Miguel en sus primeros meses de vida sufrió principio de meningitis y esto le generó una parálisis cerebral que le afectó la parte motriz. Como consecuencia, solamente puede mover una sola mano. Para desplazarse tiene el apoyo de un par de muletas y a veces suele hacerlo en silla de ruedas.
Miguel es hijo de un sindicalista, Jorge Sánchez, del gremio de la industria fideera. Sus dos primeros años de escuela primaria los cursó en una escuela de educación especial pero a partir de tercer grado se integró a una común. La secundaria la hizo en la escuela San Martín y cursó abogacía hasta cuarto año. Abandonó por un bajón anímico, según él mismo cuenta.
Después de duros avatares con su trabajo, Miguel pudo jubilarse por su condición de discapacitado y actualmente cobra un haber mínimo, de donde saca para comprar elementos para la escuela de fútbol que tiene en el barrio Buenaventura Luna, lugar donde reside.
La escuela de fútbol de Miguel conocida como M.A.S., las iniciales de su nombre, en los primeros tiempos funcionó en el parque municipal de Rawson pero posteriormente se trasladó al barrio Buenaventura Luna, lugar en donde vive Miguel. Cuenta con la ayuda de Sebastián Correa con quien lunes, miércoles y viernes entre las 18 y las 19:30 dedican toda la energía a cuarenta chicos que asisten a las prácticas del profe Miguel, según los pibes que tienn sueños de crak.
Miguel Ángel Sánchez – Técnico de escuelas de fútbol
“Mi sueño es poder dirigir en primera división”
-¿A qué obedece tu impedimento físico?
-Tengo parálisis cerebral que me afectó la parte motriz por lo que me manejo con muletas o a veces en silla de ruedas. El impedimento es físico solamente, no tuve secuelas de otro tipo.
-¿Desde cuándo estás afectado?
-A los pocos meses de haber nacido me afectó algo así como meningitis, nunca los médicos terminaron de decir qué fue pero me afectó la parte motora.
-¿Fue una dificultad para ir a la escuela e integrarte?
-Empecé en una escuela diferencial, pero en tercer grado pasé a una escuela común en donde hice toda la primaria y la secundaria la hice en la escuela San Martín y me recibí de Perito Mercantil y después ingresé a la facultad a estudiar abogacía en la Católica, después estudié en La Rioja pero por cuestiones de la vida dejé los libros.
-¿Qué año cursabas cuando dejaste de estudiar?
-Cuarto año.
-¿Por qué dejaste la facultad?
-Pude entrar a trabajar en ADOS cuando pertenecía a los gremios, trabajaba en el servicio de Cardiología y cuando se produjo el cambio de firma nos dejaron sin trabajo, nos echaron y eso me produjo un bajón anímico. Además se juntaron un par de cosas más y eso me llevó a dejar la carrera.
-¿Te indemnizaron?
-Cobré el sueldo del último mes trabajado y algún dinero extra que no sé si llamarlo indemnización, porque a mis compañeros les pagaron en cuota pero a mí no. No hice juicio y cuando fui a reclamar me dijeron que era “un número más” dentro de la empresa.
-¿Tu impedimento físico no fue problema para que vos desarrolles tus actividades?
-Para nada, obviamente que como a cualquier persona por allí tenés algún bajón pero más de eso no hay otra cosa.
-¿Qué te llevó a incursionar en una escuela de fútbol y a realizar el curso de técnico?
-Siempre me encantó el fútbol y siempre acompañaba a mis sobrinos a distintas canchas, sobre todo a Unión por una cuestión de cercanía y porque soy hincha. Lamentablemente no lo puedo practicar pero se me dio la oportunidad de poderlo enseñar y es la manera que encontré para desenchufarme.
-¿Desde qué año funciona la escuela de fútbol?
-La escuela en donde empecé es la Alberto Picot y tiene como 10 o 12 años más o menos.
-¿En el barrio enseñás, tenés una escuelita?
-Sí, por suerte pude empezar hace algún tiempo. Al principio eran siete niños pero ahora ya tengo cuarenta. Los primeros meses las clases eran en el parque municipal, pero después decidí por un tema de tranquilidad y de cercanía, traerla al barrio, hablé con mi amigo Sebastián Correa y me dio la mano. Era importante porque en el barrio no había nada igual.
-¿Cómo se sostiene la escuelita, se paga cuota?
-No, es totalmente gratis, la mayoría de los chicos no puede pagar una cuota y prefiero enseñar gratis y tenerlos cerca y no cobrar una cuota y que vengan solamente algunos. Cuando hacen falta elementos los compramos con Seba de nuestros bolsillos o por allí le pedimos a algún particular.
-¿Tiene algún subsidio del Estado?
-No, la única ayuda estatal que recibimos alguna vez fue un juego de camisetas que nos donó el municipio de Rawson, pero no tenemos subsidio y tampoco hemos ido a pedir, demasiada burocracia y los chicos no pueden esperar.
-¿Cuándo terminás el curso de técnico?
-Ya aprobé el primer año que habilita a dirigir escuelas de fútbol e inferiores, ahora resta que apruebe este y me recibo de técnico de primera división.
-¿Te gustaría dirigir en primera división una vez recibido?
-Obviamente que sí pero sí vamos a la dura realidad sé que si me presento en un club con mi carnet y un plan de trabajo la primera impresión es lo que vale, me van a ver con muletas o bastón y lo primero que me van a preguntar es ¿vos qué podés enseñar?
-¿Por qué lo decís?
-Porque la sociedad está complicada y cuesta mucho insertarse pero yo quiero volcar en alguien lo que estoy aprendiendo, por eso lo de la escuelita, pero sería cumplir un sueño poder dirigir en primera.
NOTA PUBLICADA EL 28 DE SEPTIEMBRE DE 2012 EN EL NUEVO DIARIO.