Alejandro Segovia. El sueño del pibe

La siguiente es una entrevista al músico y veterinario, Alejandro Segovia, realizada por Juan Carlos Bataller, en el ciclo “Qué hiciste con tu vida”, a fines de 2017.


 —Háblame de tu familia
—Soy el tercero de seis hermanos, mi padre empleado bancario, mi madre maestra jardinera. Éramos seis boquitas para comer...Fui alumno como tres o cuatro años. Un acomodado enel  jardín de infantes con mi mamá; es más fui escolta de la bandera cosa que todavía están en investigación por fraude. Mi mamá era la maestra en aquel entonces.

Pero antes de llegar a la escuela me imagino que el Alejandro chiquito empezó a tener memoria. ¿Desde qué edad tenés recuerdos...?
—Era loco por jugar con autitos, me volvían loco los autitos. El fútbol vino después con los amigos del barrio pero yo me acuerdo de los primeros juguetes. Es más, tengo autitos de aquellas épocas, tengo una vitrina con autitos de mis cuatro o cinco años.

—El regalo que había que hacerte era un autito
— Con eso no fallabas. Mi hijo no me salió así, no le llaman la atención para nada los autitos, es puro futbol ese.

—¿A qué escuela fuiste?
— Empecé en la Antonio Torres y después en la escuela Bernardino Rivadavia. Nos cambiaron porque en aquel entonces era como una escuela modelo. Nos hicieron preparar y todo en matemática moderna que era como una nueva tendencia que había en la enseñanza de la matemática.

— ¿Cómo fue tu niñez?
— Era muy tímido, sumamente tímido, callado, pelo lacio. Era otra persona. Siempre flaco, cualquier cosa me ponía colorando y llorón también. No era un niño extrovertido como se dice. 

 

Yo recuerdo que tu padre, Boy Segovia, quien colaboró mucho con nosotros, siendo petiso, jugaba al rugby; era un apasionado de esos que nunca hubieran aceptado un rugby profesional por ejemplo.
— Hasta el día de hoy esa palabra no se la podes decir.

Pero por encima de que era un tipo simpático, entrador, cuando se enojaba era bravo.
— El Boy era bravo. Siempre tuvo un carácter complejo, fluctuante, pero lo que tuvo de complejo lo tuvo de recto. Era muy apasionado con el tema de rugby, se peleó con medio mundo.

— Vos sabés que las grandes discusiones con el Boy eran porque nosotros le pedíamos que calificara a los jugadores y el decía “no, esto es un juego colectivo no podemos calificarlo”. No lo aceptó nunca.
— No y aparte era un tipo al que el rugby le movía todas las pasiones. Lo vivía, para mi gusto, demasiado desmesurado.

— ¿Tu mamá era la dulce?
— Si, aunque tiene su carácter Elsa también. Pasa que todo el mundo decía que el Boy era un volcán y Elsa... Pero no,  los dos tenían su carácter.  El Boy quizás es más notorio y más conocido pero mi mamá tampoco era Heidi  en el buen sentido. En fin, son los equilibrios o desequilibrios de los matrimonios que se aprenden a manejar.

— Manejar seis chicos no es fácil...
— No es fácil. Mi viejo laburaba en el banco, mi mamá tenia doble turno en la escuela. Me acuerdo de despertarnos en la mañana para ir a la escuela y sentir olor a tallarines o a tuco porque mi mamá tenía que dejar preparada la comida a las 6 de la mañana, no había freezer, no había microondas, no había delivery, no había nada de eso. Había que hacer la comida a las 6 de la mañana, volvíamos de la escuela, nos daba calentada esa comida y ella partía a otra escuela.

— Es de las mujeres que tenían doble trabajo.
— Recuerdo que en la tarde vos tenías que usar la mesa un ratito para los deberes y después, ella se ponía hacer cajas forradas. Ella compraba las planchas de cartón, mi padre por ahí le ayudaba a cortarlas o marcarlas y ella las forrabas con motivos para bebés, casamientos, cosas así y completaba la economía familiar con eso. 

 

 —¿Cómo te llevabas con tus hermanos?
— Somos seis, dos hermanas, yo soy el tercero, dos mujeres más y un varón. Carolina, Elsita, sigo yo, María Eugenia, María Fernanda y el más chico Francisco. Mi hermana mayor falleció. En general nos llevamos muy bien. Con María Eugenia, la “Macu” como le decimos nosotros, por una cercanía de edad en su momento nos peleábamos mucho, cosas de niños pero ahora la verdad es que con todos estamos muy bien, tenemos una buena relación entre hermanos.

—¿Jugabas al futbol?
— Si, jugué al rugby un tiempo también por una cuestión de contagio familiar, por mi padre. No era el Messi pero tampoco era el peor; me defendía. Después jugué mucho al fútbol pero en la calle Alberdi, pelándonos las rodillas. con los muchachos del barrio.

— ¿En qué barrio te criaste?
— Soy de Concepción, de la calle Alberdi, que es una callecita de una sola cuadra que está entre General Acha y Tucumán. Cada tanto paso por ahí y me llama mucho la atención, Concepción está como congelado.

— Quedó en el tiempo...
— Quedó el tiempo. La iluminación de la General Acha es exactamente igual; mi casa está exactamente igual. A Trinidad y Concepción les pasó lo mismo. Es como que quedaron ahí, embalsamados, esos lugares.

— A todos les pregunto qué recuerdos tienen de la primaria porque para los chicos es común hoy exigir aire acondicionado en las escuelas, que venga la movilidad a buscarlos...
— Íbamos caminando, salír a la mañana era un suplicio. No sé si ahora o me ha cambiado el organismo o han cambiado los tiempos pero los fríos que he sentido en aquellas época no los he sentido nunca más. Todos andábamos con las manos como llagadas, los labios, las orejas coloradas, unos fríos criminales y no había tecnología, no había como comunicarse con el celular.

— ¿Cómo sobrevivimos?
— Eran otras épocas. Hoy hablo con mis hijos y pienso que no es buena la época que les ha tocado a ellos más allá de todas las ventajas que tienen. Hay una saturación de cosas, están demasiado bombardeados, demasiado estimulados, demasiado conectados entre comillas, porque no sacan las cabezas de los celulares y nos pasa hasta los adultos -reconozco y asumo- estamos embrutecidos en una cosa que nos conecta con todos pero a la vez nos desconecta con todos también.

— ¿Dónde cursaste la secundaria?
— La hice en la Escuela Normal Sarmiento, donde mi madre era también maestra jardinera. Ese era en uno de sus trabajos. Ahí no estaba acomodado porque ya había saltado, pero sí el hijo de la señorita Elsa. Éramos muy pocos varones en esa época, tres varones y cuarenta mujeres.

 

 — Y un día te fuiste a estudiar afuera...
— Claro, cuando termino la secundaria me voy a Rio IV. Mis padres hacen un esfuerzo, porque irse estudiar afuera no era fácil. De todas formas la vida de estudiante de aquel entonces tampoco es de la que es ahora. El otro día fui a la facultad, me dice un profesor “¿te acordás la playa de estacionamiento que teníamos? Bueno, ahora tienen los autos los alumnos y nosotros dejamos las bicicletas al fondo. Todo ha cambiado, los chicos tienen sus departamentos, tienen auto, tienen aire acondicionado, microonda. En aquella época, viví en pensión hasta los últimos dos años de carrera que nos fuimos a un departamento compartido entre cinco personas.

— ¿Tenías 18 años cuando te fuiste de San Juan?
— Claro, 17, 18 años.

¿Ya habías tenido alguna novia en San Juan?
— Si, pero noviecitas como se dice, nada fijo. Después me puse de novio en San Juan estando allá. Una novia que tuve muchos años.

— Le habrás hecho alguna canción... 
— Si, todo momento tiene alguna canción por ahí.

— ¿Ya tenías de compañera a la guitarra? 
— En realidad siempre soñé con hacer lo que estoy haciendo hoy. Me compraba la revista Pelo en aquel entonces y yo no tenía piano y me encantaba tocar. Estudié en la Escuela de Música y también desde los 8 años hasta los 16 años. Estudié ocho años y hasta toqué en la Orquesta Sinfónica pero estudiaba percusión timbales, xilofón...

—¿Te fue útil la Escuela de Música?
—La Escuela de Música es la Escuela de Música, es como que te da una formación pero también te aleja. En cierta forma tiene una estructura muy rígida. Al ser un instrumento ritimico, me exigían estudiar un instrumento armónico  entonces me exigían el piano complementario. Al piano lo odiaba con toda mi alma porque quería tocar la batería. Quería pegarle a algo y a mí me exigían unas lecciones arcaicas, Bela Bartok, unos libros espantosos, áridos y yo ni siquiera tenía piano en mi casa para estudiar. Entonces molestaba a los vecinos que tenían piano para ir un ratito y me ponía a sacar Charly García.

—¿Qué te decían los profesores?
—Me acuerdo y siempre lo cito de ejemplo de la Escuela de Música, llegué un día contento porque había sacado una partecita de “Bienvenidos al tren”, un tema de Sui Generis que a mí me encantaba, y se lo mostré a una profesora que tuve. No me pegó pero faltó muy poco. Estaba perdiendo el tiempo, aparte sin partitura tocar algo era también impensado.

— ¿Por qué esa división tan profunda?
— Yo no sé si sigue ahora, pero así era en aquel entonces. Yo conozco un montón de personas que no han seguido, talentos impresionantes que el sistema los ha terminado expulsando.

— Tal vez la explicación sea que el docente de formación musical se compara con lo que puede ganar un Charly García, con el músico popular, entonces ahí empieza la división.
— Si y hay una cosa de prejuicio y de subestimar un género o sobrestimar el otro. Cuando me dicen cuál es la mejor música, contesto que es la que te gusta a vos, no hay mejor música. Al pibe que vive en Chimbas y le gusta la cumbia, para él ésa es la mejor música y debe serlo. Es muy subjetivo esto y también depende mucho del entorno en que te has criado, la música que escuchaba tu familia.

— ¿Qué tipo de música escuchaban en tu casa?
— El Boy era muy folclorista. Me acuerdo que los sábados en la mañana, cuando él no trabajaba, se sentaba a las nueve  de la mañana y ponía sus discos, sus long play, mientras con la guitarra sacaba los temas y cantaba. Nosotros desde la cama lo escuchábamos...

— O sea que esa fue la música que escuchaste de niño 
— Claro y mi padre despotricaba contra la música que escuchábamos nosotros. El no entendía.

— Y también contra el pelo largo
— Contra el pelo largo, contra el arito. Le caí de Río IV con pelo largo y con aro, pero se la banco como un duque.

Me imagino que en tu caso, musicalmente sos un producto de los años 80.

— A mí me tocó nacer en la época y empezar a escuchar música con Charly, con . Entonces, obviamente, la impronta de lo que uno canta y por ahí si componés,todo tiene algún componente de lo que escuchás.

— Yo recuerdo los años 80, Obras Sanitarias era el templo del rock y lo llenaban permanentemente.
— Si y con la democracia fue un auge de grupos que empezaron de vuelta a tocar. Se me pone la piel de gallina al acordarme que entré al recital de Pedro y Pablo, músicos de protesta con la “Marcha de la bronca”. Lo vi hace poco a Miguel Cantilo y me impresionó la garra que le sigue poniendo a su música. Yo me acuerdo el estadio cerrado no cabía absolutamente nadie. En los 80—90 hemos tenido una música excelente en lo que a rock se refiere.

— Explícame algo ¿existe un rock nacional o es un folklore con otro ritmo?
— Es un rock hablado en castellano. Sí hay mucha fusión en el caso de Gieco; es un tipo sumamente creativo, a pesar de que en su momento, él reconoce que robaba descaradamente. Él tenía la musa inspiradora de Bob Dylan y él se ríe de eso, porque yo tampoco pude escapar a lo que escuchaba.

— Hay un tema de Gieco que se llama “Los Salieris de Charly” ¿A vos te influyó también Charly?
 — A mi Charly me voló la cabeza, literalmente, me encantó un tipo cantando, tocando el piano.

¿Por qué las palabras rock nacional y droga, estaban muy ligadas?
— Está muy ligado pero también estuvo ligado el tango. Hay un montón de tangos de los 50, 60, que hablan de la cocaína. Pasa que el rock viene de Inglaterra y sí hay mucho consumo de drogas; aparte también están las corrientes del rock según la droga que se consumía en esos tiempos. Está la parte psicodélica, la parte punk, que es más de la cocaína, la parte más de hippie que es de la marihuana.

— ¿Alguna vez entraste en eso? ¿No te atrajo?
— No, he tenido mil posibilidades trabajando de noche tantos años, conozco mucha gente que consume, me han ofrecido muchas veces pero he sido en realidad muy temeroso de caer en la adicción. Por ahí la poca confianza en mí es lo que me ha preservado. Si, por ejemplo, yo tomaba cada tanto un fernet, al vino lo empiezo a tomar en mi cumpleaños de 40. Me regalaron tanto vino, que dije no tomo vino, pero ahí empecé a probarlo y me arrepentí del tiempo perdido, en realidad.

— Para terminar con el tema, a Charly cuando lo ves ahora, con todo lo que ha representado, haciendo algunas cosas. ¿Te duele?
— No se lo ve ya. A mí me da mucha lástima y me da mucha lástima que lo expongan, por ahí también como a Maradona. No me gusta que lo expongan, me parece que es una persona que está enferma. El último disco de Charly, lo compré como un modo de homenaje a él, prefiero quedarme con sus grandes épocas.. Marcó la época de varios de nosotros, muchos de los que estamos haciendo lo que hacemos por ahí es por Charly. 

— Y Soda Stereo después..
— En  la época de Soda Stereo era más grande. Yo había crecido más con Charly y con otra mente. La época de Cerati solista a mí me encanta, un tipo que tocaba bien, cantaba bien y era lindo encima. Tenía todas.

— De pronto nace Natura
— Me recibo en el año 90, vuelvo a San Juan y con una amiga colega vamos a un pub que habían inaugurado que se llama Guantánamo. Yo tenía un Natura previo con el que hacíamos todos temas propios. Vi que había gente haciendo covers -en ese momento no se le decía covers eran temas de otros-, que subía a cantar, uno contaba un cuento, otro cantaba rock, otro subía a hacer folclore. Eso fue un sábado. Lo llamo a Julio, que era guitarrista de Natura y le cuento que hay un lugar donde podemos hacer temas de otros. Vamos con el teclado, con la guitarra, vamos los dos nomás y ahí nace Natura. Íbamos con un órgano envuelto en una frazada, me acuerdo, y Julio con una guitarra con un cable mal armado,

—¿Vos eras igual que ahora?
—Siempre era el tecladista pero nunca hablé, no estaba acostumbrado a hablar con la gente, cantaba muy poco y me moría de vergüenza y me acuerdo que terminábamos un tema y le decía: “Julio, decí gracias vos”, “No, yo dije recién, deci vos ahora”. Era un drama terminar el tema mientras estábamos cantando, yo miraba para abajo y no pasaba nada. Después ya empezamos con Natura en los pub, abrió Neón, abrió Signos, que para la gente de nuestra generación eran templos icónicos.

— ¿Pudiste vivir de Natura?
— Sí. En la época de los pub, daban los números porque yo estaba recién recibido, vivía solo, se tocaba lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado, domingo... Era más una cuestión de tocar por tocar, nos encantaba a todos. Después le vimos el otro lado, porque la gente nos empezó a llamar: “hay un casamiento, tenemos un cumpleaños”..., Entonces empezamos a profesionalizar un poco.

— ¿Qué paso con Natura,  por qué terminó?
— Con Julio, hace un par de años, nos juntamos a tocar de nuevo, tenemos una excelente relación pero llegó un momento, como pasa en las relaciones, en los matrimonios, cambian los objetivos. Por ahí las propuestas que tiene uno para innovar, el otro no quiere seguir, por ahí los intereses que tiene uno no son los intereses del otro, como todos los grupos. Aparte teníamos un grupo con mucho desgaste de muchas horas en el escenario.

 

 — Pero me imagino por el nombre de tu grupo actual que tenías un Plan B...
— Claro. Natura estuvo como 15 años trabajando más o menos y habíamos decidido ya cortar con toda la agenda cubierta. Cuando terminamos con los shows y en uno de diciembre, la novia dice “que suba Gabi a cantar, que es una amiga”. Y subió la tal Gabi. Yo ya tenía la idea de incorporar la voz femenina. Siempre lo quise, porque te renueva el repertorio, te alivia un poco también el tema de cambiar el registro y con un tono contralto, que sea más cercano a lo mío. La escuché cantar a Gabi y probé otro tema y medio; en el show la fui probando. Y me acuerdo que dije “esta es la que estoy buscando”. Conseguí el teléfono, le llame, yo tenía la veterinaria en aquel momento, ella fue a una entrevista, nos juntamos en mi casa, tocamos unos temas y de ahí encaramos Plan B con Gabi

— Lo que llama la atención es que Plan B es de los grupos que más trabaja en San Juan, pero no está pendiente de los escenarios sino más de las reuniones chicas 
— Si, por ejemplo hace más de 10 años que no presupuesto para la Fiesta del Sol, a mí hoy por hoy no me interesa para nada. He tocado en la Fiesta del Sol pasada y la anterior también me convocaron, voy, toco, sé lo que es la Fiesta del Sol, sé hasta dónde se puede aspirar de esa fiesta y lo que no se puede pedir. No es un crecimiento profesional, ni un gran lucimiento tocar para gente que se está amontonando para ver al que viene atrás, no a uno.

— Hay un caso curioso que pasa con Plan B: puede haber gente de 70 años y gente de 20, llega Plan B y a todos le cae bien 
— Si, siempre lo digo, no soy buen cantante, tampoco por cerca un excelente pianista, creo que la clave está en mirar a la gente y tenemos un repertorio que no es un tiro de un Máuser, es un escopetazo. Tenemos un repertorio para virar el rumbo del show diez veces por noche y eso se logra con muchos años. 

— Yo he visto cuando actúan por ejemplo, en algún lugar que no es privado y va gente que se repite, que va  escucharlos a ustedes permanentemente... 
— Si, hay mucha gente que está permanentemente y nos dice “¿cuándo tocan en algún lugar público? Por favor avisen”. Hay mucha gente que no nos puede ver si no está invitado a la fiesta y aunque como trabajo, los lugares públicos no convienen tanto como los eventos privados, lo hacemos.


El Segovia veterinario

 

 — Hablemos un poco del veterinario
— Seguimos siendo veterinario. Todas las mañanas en la municipalidad hago cirugía.

— En el cielo de los perros seguramente tenes que tener un pedido de captura, delincuente profesional. ¿Cómo terminamos con este problema de los perros callejeros que en realidad no son tan callejeros?.
— Aunque triplicara el turno y cada municipalidad quintuplicara los turnos no terminamos con el tema, porque esto es una cosa social, es un vicio social que tenemos. Yo estuve en Estados Unidos y no he visto ningún perro callejero. No digo que los maten ni mucho menos. Acá no hay perrera, acá no se matan a los perros. El tema es que la gente se sigue preguntando hasta el día de hoy si es conveniente que tenga cría una vez por año, que si las castran se ponen malas, se ponen gordas. y al final dejan las crÍas en la calle.

Es la señora que se queda con un perrito al que ama muchísimo pero que a los otros los larga a la calle.
—Los larga a la calle o la típica señora que dice “tengo ese perro que me cuida la cuadra”, tienen como un empleado de seguridad para toda la cuadra y le da de comer la de la verdulería, la carnicería, la señora de la vuelta. Y un día vas y decís “ese perrito mordió a una señora en bicicleta de quién es” y te dicen ni idea, está en la calle. Pero si vos lo querés levantar para esterilizarlo, salen todos a defenderlo. Es nuestro hasta que nos compromete. 


River y Sportivo
 

 — Uno va saltando temas con vos, sos un tipo de muchas facetas. La otra tu fanatismo por River y por Desamparado
— Con River he decidido, y lo hablaba con mi hijo, ser simpatizante. He sufrido mucho como hincha, demasiado apasionado y veo que mi hijo está repitiendo estas cosas y sobre todo hoy con las redes, es una carnicería virtual de comentarios, burlas o cosas. Entonces, llega un momento en que no podes poner nada porque te identifican con River y todos los comentarios abajo son de River o de Boca.

— Y Desamparados ¿qué es?
— No sé porqué soy de Desamparados... En realidad yo me he criado e iba a jugar a la pelota a San Martin, por Concepción. Nos colábamos a la pileta que había en aquel entonces en el club San Martin. Pero me acuerdo que mi viejo me llevó a ver los Nacionales que jugaba Sportivo Desamparados y he visto a Boca, a River, Huracán en el serpentario... Yo había dejado de ver futbol local y cuando nacíó mi hijo y se empieza a interesar por la pelota, lo llevé a Sportivo Desamparados. Y me quedé con eso: no soy del barrio, no soy de la zona de Desamparados pero soy puyutano. 

 

El ingenioso escritor

— Hay otra faceta de Alejandro Segovia que es la de escritor, pero el escritor con mucho ingenio que ve la realidad y la arista de la realidad que el común de la gente no ve...

— Eso es nuevo. Yo por ahí era chistoso en una mesa de café o con amigos. Pero de ahí a esto de las redes a mí me permitió escribir y ver que la gente se pueda divertir. Para mí fue un hallazgo y me abrió también un montón de dones sin salida laboral. Me encanta escribir, me gusta mucho la ironía, el absurdo.

Ahora fíjate cómo fue cambiando aquel flaquito que no se animaba a decir gracias, a este Alejandro Segovia de hoy, que todo esto le va creando grupos de gente, de admiradoras, de chicas que lo ven y a lo mejor influyó para tu separación.
— La separación, es lo que yo te digo, son desgastes y son culpas de los dos; como los matrimonios son virtudes de los dos. Yo siempre pensé que ser mi mujer no debe ser simple. Por mi trabajo, no tengo fines de semana para ir a casamientos de amigos, cumpleaños de amigos. Mi trabajo es agradar, es seducir, vivo de eso. Me subo a un escenario y tengo que agradar como toda persona que se sube a un escenario y da la cara. Uno se acostumbra a vivir de la aceptación, cosa que también trae problemas a la personalidad. Por ahí porque uno no puede estar buscando la aceptación en todo. Mi vida no es el escenario, ni escribir cosas chistosas. Vos tenés un personaje que construiste y vendiste.

— ¿Y tus hijos que representan hoy en Alejandro Segovia?
— Mis hijos prácticamente viven muchísimos días conmigo. Después de mi separación, armé un hogar, siento que armé un lugar, encontré por ahí una persona que vivía dentro mío que yo no conocía, un Alejandro Segovia que yo no conocía. Más padre, más organizado. Creo que he mejorado en muchos aspectos personales y mis hijos están muy bien, están también con su mamá, están conmigo y la pasamos muy bien juntos, viajamos y están en edades que yo siento que hay que acompañarlos mucho.

— Este ciclo se llama “Qué hiciste con tu vida”. Si tuvieras que volver a vivirla ¿la repetirías?
— Creo que sí, esto que hago hoy yo lo soñé. Soñaba con subirme a un escenario, miraba fotos de Charly, de Los Abuelos de la Nada, y hace un tiempo, releyendo alguna de las notas que escribí —porque alguna vez escribo en serio— decía que de chico soñaba con hacer cosas grandes, estaba para cosas grandes. Para grandes escenarios, para desafíos grandes profesionales. Y hoy me doy cuenta que lo que estoy haciendo lo logré. No porque sea los Rolling Stones, pero les doy de comer a mis hijos, vivo con mis hijos, tengo una casa, tengo salud, puedo viajar, vivo de una pasión, algo que nació como hobby. Me gusta mi trabajo de veterinario, entonces eran las cosas grandes que tenía la vida para mí.

— Y después de mil canciones ¿Cuál quedó como tu canción?
— Un tema que a mí siempre me encantó: “Rapsodia Bohemia” de Queen. Tiene un nivel de inspiración y creatividad que yo no sé si se puede superar. Para mi es cierren todo que nos vamos.


 ALEJANDRO SEGOVIA
»» Tiene 52 años
»» Desde los 8 hasta los 16 años estudio percusión en la Escuela de Música.
»» Conformó su primer grupo musical en la década de los 90. Durante 16 años integró “Natura”, formación de gran arraigo.
»» Está separado y tiene 2 hijos, Pascual de 16 »y Amparo de 14 años.
»» Es veterinario. Durante las mañanas trabaja en la Municipalidad de la Capital.
»» En el año 2005 inició con “Plan B”.
»» Es jurado del Concurso de Intérpretes de La Ventana
»» En sus tiempos libres, le gusta jugar al tenis y fotografiar aves.
»» Es hincha de River y Sportivo Desamparados.
»» Es autor de escritos de actualidad y humor seguidos por mucha gente en las redes sociales




Cómo lo vi
En algún rincón sigue siendo aquel flaco de Concepción que soñaba con la música de Charly García y estudiaba veterinaria. Pero ha corrido mucha agua bajo el puente.
Desde jovencito aquel flaco supo que no sería fácil ser parte de una familia de clase media-media, con cinco hermanos, padre bancario, madre docente, ambos de carácter fuerte, rectos de rectitud inclaudicable y con gustos que no pasaban precisamente por el rock nacional.
El resultado inicial fue un flaco tímido hasta la exageración con muchos sueños en su ruluda cabeza y una vocación imparable.
Aquel Alejandro es hoy  un multifacético creador que combina la música con su trabajo de veterinario, los escritos ingeniosos con la pasión futbolera, la vocación familiera con el amor incondicional por sus hijos.
Está contento con su obra. ¡Ojo! Nada fue gratis. Para llegar a donde está debió dejar en el camino muchas etapas de su vida. Algunos desprendimientos no fueron precisamente fáciles.  Pero a cada impedimento le respondió con un Plan B.
Y hoy es lo que siempre quiso ser.
                                              JCB



El perfil psicografológico
Por: Elizabeth Martínez - Grafoanalista

 »» Se observan rasgos de extroversión, de sociabilidad. Le resultaría fácil y gratificante interactuar con los demás. Se relacionaría con mucha naturalidad.

»» Se detectan indicadores que lo muestran como una persona que se presenta de forma transparente, espontanea frente a los otros. Es decir no buscaría aparentar, se sentiría libre y conforme con quien es.

»» Es una persona que poseería intensa agilidad, rapidez mental. Además hay indicadores que muestran fuerza de voluntad. Esta conjunción de rasgos revelarían la capacidad de iniciar y terminar sus tareas. Sin embargo, esta rapidez, a veces podría hacer que no culmine las tareas de forma óptima. Es decir posee buenos resultados pero prioriza la velocidad más que la perfección del resultado.

»» Se revela creatividad, no le gustarían las imposiciones. Se trata de una persona que sería responsable en su accionar, pero que no le gustaría que le digan cómo hacer las cosas. Ante todo amaría ser una persona libre.

»» A nivel afectivo, se detecta un elevado caudal de mecanismos de defensa que están operando en este momento. Por lo cual se deduce una fuerte búsqueda de protección.


»» En lo que respecta al dinero, posiblemente le cueste ahorrar. Gran parte del dinero que gasta lo haría invirtiéndolo en su hogar.

»» Puede ser un hábil negociador para evitar los conflictos. Siendo diestro en convencer a otros, para lo cual no utilizaría medios rígidos basados en el poder, sino que obtendría lo que desea desde su carisma personal.

»» Si bien posee dotes de relación con sus semejantes muy marcados, también se trata de una persona con una vida íntima reservada, que él guardaría y protegería de toda mirada ajena.

»» Se visualiza un estado de ánimo positivo, observando entusiasmo, fuerza y motivación para avanzar en la vida.

 



    



Entrevistas y textos:
Juan Carlos Bataller
Producción: Eric Andino
Edición para TV: Mariano Eiben
Mixer: Luciano Bataller
Diseño: Miguel Camporro
Cámaras: Nicolás Mercado
Grafología: Elisabeth Martínez
Caricaturas: Lucho Velázquez
Desgrabación textos: Joana Icazatti
Maquillaje: Charly Ramos

Entrevista realizada por Juan Carlos Bataller a fines de 2017. Publicada en La Pericana número 97 del 2 de marzo de 2018, en la edición 1806 de El Nuevo Diario

 VER VIDEO DE LA ENTREVISTA

GALERIA MULTIMEDIA
Alejandro Segovia y Gaby Domínguez de Plan B, en el programa La Ventana
Alejandro Segovia tiene 2 hijos: Pascual y Amparo. En esta foto en la tribuna de la cancha de Sportivo Desamparados.
Pascual, es hijo de Alejandro Segovia y juega en Sportivo Desamparados.
Boy Segovia y Elsa, junto a sus hijos, entre los que está Alejandro.
En sus comienzos el grupo “Los Fulanos”, en el que formaba parte Alejandro Segovia.
Alejandro Segovia, es veterinario.
Cuando tenía dos años Alejandro Segovia posa junto a su hermana Carolina
Alejandro Segovia en el backstage de la entrevista. Lo maquilla Charly Ramos.
Alejandro Segovia, junto a Ricardo Elizondo y José Domingo Petracchini, integran el jurado del Concurso de Intérpretes del programa La Ventana
Manuscrito de Alejandro Segovia que permitió hacer el estudio grafológico a la profesional Elizabeth Martínez
Alejandro Segovia es entrevistado a fines de 2017 por Juan Carlos Bataller, para el ciclo Qué hiciste con tu vida.
Alejandro Segovia posa a Juan Carlos Bataller luego de la entrevista para el ciclo Qué hiciste con tu vida.
Alejandro Segovia en una caricatura realizada por Lucho Velázquez
Alejandro Segovia en el backstage de la entrevista. Lo maquilla Charly Ramos.
Alejandro Segovia en el backstage de la entrevista. Lo maquilla Charly Ramos.
Alejandro Segovia
Manuscrito de Alejandro Segovia que permitió hacer el estudio grafológico a la profesional Elizabeth Martínez
Alejandro Segovia