Cuando llegó la electricidad

Es difícil imaginar la vida sin energía eléctrica. Sin embargo, muchos de nuestros abuelos conocieron los tiempos sin electricidad. La “luz” –como la llama la gente- tiene apenas cien años en San Juan. Digamos que la pretensión de contar con energía eléctrica es mucho más vieja. El alumbrado público y las comunicaciones urbanas constituyeron, desde la gobernación de Domingo Faustino Sarmiento un problema sin resolver. No hubo administración pública que no otorgase concesiones para instalar saltos de agua en el río San Juan, en el estero de Zonda o en los canales matrices persiguiendo generar electricidad para el alumbrado de la población y usos energéticos.

El primer paso concreto se produciría recien durante la gobernación de Manuel José Godoy quien acordó el 13 de julio de 1906 a la empresa Luz y Fuerza formada por Luis Ugarte, Francisco Sabatié y Rogelio Fernández a los que se unieron Tomás Bates y José A. Segovia, una exención general de impuestos. No fue fácil el comienzo. Con una usina en Zonda y otra en Concepción, la concesionaria Luz y Fuerza fracasó inicialmente al inaugurar el alumbrado en la capital en 1910, la tarde del Centenario patrio. Un error en el caudal de agua suministrado provocó la inundación de la usina de Zonda y produjo un apagón ante el cual el público reaccionó incivilmente, destruyendo en la plaza 25 de Mayo las instalaciones eléctricas. Pero eran hombres de tesón aquellos gringos y pese al inconveniente, la empresa inauguró dos años más tarde el alumbrado público con el sistema de lámpara a carbones y arco voltaico, antes de conocerse la lamparilla eléctrica, y un año más tarde en los domicilios.

El gobernador Victorino Ortega decretó el 31 de mayo de 1911 la caducidad de las concesiones para explotar la fuerza motriz “en los saltos de agua de Zonda y del río San Juan a la altura del Cerro Blanco”, otorgadas al ingeniero Pedro Nelson, acordándola por ley del 23 de septiembre del mismo año al ingeniero Francisco Alonso por noventa y nueve años “a los fines de producir electricidad y fuerza motriz”.
La vida siguió su curso y al año siguiente, autorizado por ley del 22 de octubre de 1912, Ortega extendió otra concesión por cincuenta años a los señores Ugarte, Sabatié y Fernández “o sus sucesores”, para construir una usina generadora de energía eléctrica “en el canal del Sur, en el trayecto comprendido entre los diques Nivelador y San Emiliano”, con exención de impuestos y la obligación de abonar al gobierno, “medio centavo por cada kilovatio hora producido, previa deducción del consumo fiscal y municipal”.

Una vez más, la empresa fracasó. Los socios, ingeniero Sabatié y Rogelio Fernández, resolvieron el 18 de noviembre de 1912 vender sus derechos a la concesión, con propiedades y maquinarias inclusive y el 13 de febrero del año siguiente formalizaron el acto ante las autoridades municipales en favor de la Compañía Andina de Electricidad representada por Aquiles Galletti, recibiendo “en pago acciones (de la Compañía Andina) las que no se cotizan en el mercado cambiario”, y dejando el campo libre a las que podrían hacerlo.
Según el historiador Horacio Videla, “sin desconocer el mérito de aquéllos, debe señalarse que los concesionarios fueron por lo general empresarios de cortos capitales o sin capacidad técnica suficiente, que asumían compromisos con miras especulativas para transferirlos a otros”.

Publicado en la edición 1361 del Viernes 26 de septiembre de 2008

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1907 - El edificio de la Usina de Zonda, construido en piedra. La usina aprovechaba un salto de 7,50 metros, sobre el estero. Daba 1000 caballos de potencia. (Foto publicada en el libro “El San Juan que ud. no conoció” de Juan Carlos Bataller - Foto proporcionada por Sofía Segovia de Zavalla)
En 1907 fue tomada esta fotografía, en la usina de Zonda, instalada un año antes por una sociedad compuesta por Luis Ugarte, Tomás Bates y José Segovia. Cuando estos dos últimos se retiraron de la empresa, se incorporaron don Pancho Sabatié y don Rogelio Fernández. (Foto publicada en el libro “El San Juan que ud. no conoció” de Juan Carlos Bataller - proporcionada por Sofía Segovia de Zavalla)