Crisis y recuperación

A principios de la década del 30 las vías del ferrocarril llegaron a Jáchal. Se trató de una línea de trocha angosta de construcción y propiedad nacional. El tren llegó al norte de la provincia 46 años después que a la Capital. En ese lapso la ciudad de Jáchal y su área de influencia permanecieron aislados del proceso de modernización que había transformado a extensas zonas del país.
De todas maneras, en los últimos años algún progreso se había logrado. Existía un camino San Juan – Jáchal que podía ser recorrido por algunos automóviles. El trayecto implicaba, si no había cortes por crecida, 10 horas de viaje. Antes el servicio de mensajería llevaba 14 horas. Por automóvil sólo podía enviarse correspondencia y pequeños bultos. La producción, la verdadera carga, circulaba hasta 1930 en carros y arrías de mulas. Demoraban por lo menos de 4 a 5 días hasta la capital de la provincia.

Esta situación implicó que el norte mantuviera una economía de subsistencia. Allí, como antes en San Juan, se seguía produciendo la mayoría de las cosas necesarias para el diario vivir.
La producción de trigo y harina era muy importante al igual que la actividad relacionada con la cría y reproducción de animales de tiro, se seguía realizando un importante comercio de ganado con Chile, haciéndose el traslado a pie.
El ferrocarril puso inmediatamente en crisis este micromundo. Baste decir solamente que la harina producida en la pampa comenzó a llegar a Jáchal a precios más económicos que la que se producía localmente.
El proceso de decadencia fue rápido y continuo. No se supo encontrar productos de reemplazo en forma rápida. Tampoco se encontró el medio para lograr algún tipo de especialización como había ocurrido con la uva y el vino en el valle de Tulum.

La década del 30 implicó para San Juan sufrir los efectos de la gran depresión económica que afectó a la casi totalidad del planeta. La crisis comenzó en octubre de 1929 en EE.UU. y en pocos meses repercutió por doquier. Esencialmente se produjo por la existencia de una sobreoferta de bienes y servicios. Muchos bancos quebraron y los paises centrales redujeron sus compras de materias primas a límites irrisorios. Significó para nuestro país una baja en el precio de sus productos, entre ellos el vino y por consecuencia también la uva. Bajó el consumo de vino, hubo sobreoferta y los precios quedaron por el suelo. En 1928 el precio del quintal de uva a vinificar era de $10. En 1929, de $5. En 1930, de $3; en 1931 de $3. En 1932 hubo recuperación pues subió a $10. En 1933, nuevamente una recaída, $3. En 1934 $4 y en 1935 $3. A pesar de la enorme baja de precios era también poco lo que podía venderse. En 1929 se expidieron 1.455.068 hectolitros. En 1930 1.284.902 hectolitros.
En 1931, 1.154.396 hectolitros. En 1932, 1.174.204 hectolitros. En 1933, 1.160.926 hectolitros. Semejantes pérdidas en los precios y producción repercutieron atrozmente en la provincia, tanto en los gobiernos de las intervenciones federales como en los bloquistas de Sigifredo Bazán Smith y de Federico Cantoni.

La desocupación alcanzó cifras nunca vistas, probablemente 15.000 personas. El marasmo era indescriptible. El gobierno de Federico Cantoni (1932 – 1934) trató de paliar el problema con la realización de grandes obras donde se dio empleo a mucha gente. El parque Rivadavia en la quebrada de Zonda fue una de ellas. Pero fue difícil recaudar vía impositiva lo que se había logrado en los gobiernos bloquistas de la década anterior. La construcción de la gigantesca Bodega del Estado constituyó el deseo de poder, con el control estatal, mejorar los precios del vino. Obviamente, debido a la crisis mundial, en una primera etapa no se obtuvo el efecto esperado. Bajó la producción, fue difícil recaudar impuestos. Los empleados públicos, sobre todo los maestros, se atrasaron en el cobro de sus sueldos muchos meses. Para la actividad productiva el pago de impuestos se hizo casi imposible. Tal marco de cosas preparó los sucesos revolucionarios de 1934.

El gobierno conservador de Juan Maurín (1934 – 1938) se desarrolló en condiciones más favorables pues el mundo comenzó a salir de la peor crisis económica que hasta entonces se había conocido. Esto se debió en parte a la aplicación de medidas de intervención estatal. Se comenzó sobre todo en EE.UU. la construcción de gigantescas obras públicas que dinamizaron la economía y permitieron su crecimiento. Lo que comenzó a suceder a nivel mundial repercutió favorablemente en general en Argentina y en particular en San Juan. Además, siguiendo las mismas ideas el Estado argentino invirtió en obras públicas y nuestra provincia se vio beneficiada. El gobierno de Maurín recibió ayuda e inversiones de diversos tipos. La construcción de los puentes de hierro sobre el río San Juan que comunican con los departamentos de Albardón y Caucete son un ejemplo de ello.

Quizás la diferencia entre el gobierno de Cantoni y el de Maurín estuvo en que el primero desarrolló obra pública en el medio de la crisis y con recursos provinciales, en este caso muy limitados. Maurín realizó obra pública cuando a nivel mundial se empezaba a superar la crisis y con la ayuda de recursos nacionales. De allí tal vez la desmesura y desorden del gobierno de Cantoni y la mesura y orden en el de Maurín.


Fuente: Libro “El Siglo XX en San Juan”. Autores Juan Carlos Bataller y Edgardo Mendoza. Impreso en el mes de octubre de 1999

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La Marmolería del Estado Funcionaba en el interior del Penal de Chimbas y fue creada en 1933 durante el segundo gobierno de Federico Cantoni. Una forma de dar trabajo a los internos, a la vez de alentar la producción sanjuanina.