Ricardo Martínez: El buscador de huellas de un mundo que ya no existe

La siguiente es una entrevista realizada a Ricardo Martínez, paleóntologo, por Juan Carlos Bataller para el ciclo Qué hiciste con tu vida en septiembre de 2018

-Vamos a comenzar hablando de cómo se llega a ser paleontólogo. Hablame un poco de tu infancia.
-Mirá yo creo que mi primera aproximación a lo que en el tiempo terminó siendo un paleontólogo ha sido básicamente el campo. Mi viejo, desde chicos nos llevaba siempre. Otros los llevan a los clubes, a las playas, la salida de domingo con mi padre y en familia era irnos a algún lugar en el campo, generalmente lleno de piedras y cactus y nada más. Y suerte si había algún algarrobito viejo. Y ahí íbamos a comer un asado. A mí desde entonces me quedó muy pegada esta salida al desierto, es una cosa que me apasionó mucho. Creo que de ahí me viene porque realmente lo disfrutaba mucho y lo sigo disfrutando hoy en día. Es un placer salir al campo.

-Siempre empezamos tratando de ver los orígenes. En tu caso hablar de tu padre, de Rufino, es hablar un poco de la génesis de El Nuevo Diario y de todo lo que vino después. La influencia  de él fue tremenda. ¿Cómo influyó en vos?
-Creo que de muchas formas. Realmente más allá de ser mi padre lo admiré mucho toda la vida y con todos los defectos humanos que ha tenido, como los tenemos todos. Esa es una de las grandes enseñanzas que me dejó, no juzgar a los demás. Una cosa que con el tiempo veo que es central en mi vida es no juzgar la vida de los otros, ni cómo se comportan ni lo que quieran hacer. Esa mente amplia, una cuestión existencialista, el respeto por los demás, que viene unido a la honestidad y un montón  de valores, son los que más rescato de mi padre.

-Vos saliste de un lugar donde se mezclaban un intelectual, porque Rufino escribía periodismo pero escribía poesía, historiaba, ha sido el primer director de Cultura de esta provincia, pero además estaba casado con una pintora. Era una mezcla artística.
-Sí. Realmente era una mezcla y me gustaba mucho eso. Siempre me gustó muchísimo la pintura, el teatro también me gusta pero la pintura me enloquece. No soy crítico ni mucho menos pero si por ahí sé reconocer si algo es bueno y me gustaba mucho porque era un tema que en mi casa se hablaba a diario. Si tengo un recuerdo de cuando era niño, era que me levantaba en la mañana bien temprano y mi papá con mi mamá se ponían a tomar mate con la pavita al lado de la cocina. Los dos se sentaban cuando todavía era de noche y no clareaba. Para mí la locura era ir y sentarme en el mármol de la cocina casi a escucharlos hablar entre ellos. Siempre hablaban y pasaban unas mateadas de dos horas hablando. Se hablaba mucho en mi casa. Una de las contras es que a veces somos de estas familias donde lo muy interno se guarda y por ahí uno debería hablar de cosas mucho más personales pero era una cuestión bastante común antes.

-¿Cómo fueron criados ustedes?, ¿con libertad?
-Con mucha libertad. Mi padre era una persona, a mi me encantaba, me enorgullecía cuando la gente despectivamente lo trataba “ah…ese es un bohemio”. Y a mí me encantaba que mi padre fuera un bohemio. Que nos dejara libres, a lo mejor demasiado para algunos, algunos dicen “te tendrían que haber puesto más límites”. Pero los límites estaban dados básicamente, por mi forma de ver, por cuestiones que yo mamaba diariamente de ellos. Sabía perfectamente lo que estaba bien y lo que estaba mal sin necesidad de que me lo estuvieran marcando fuertemente.

-¿Cuántos hermanos eran ustedes?
-Nosotros fuimos tres hermanos, yo era el más chico de todos.

-Había un físico, que estaba en Bariloche.
-Exacto, doctor en Física. Murió lamentablemente hace algunos años y mi hermana también murió hace unos años, así que voy quedando solo. Y con mi hermano tuve mucha menos relación porque cuando él tenía 16 años ya se fue a estudiar afuera y yo tenía en ese momento 5 años, pero era una persona a la que quería y extraño mucho.

-¿En qué escuela estudiaste?
-Por cuántas pasé… en realidad hice mi primaria y parte de la secundaria en la Escuela Normal Sarmiento. Y ahí bueno, lo que menos quería era estudiar cuando iba a la secundaria. La verdad es que me aburría tremendamente. No estudiaba y me basaba en que me resultaba fácil ir a rendir las materias sin estudiar. Pero así y todo salté de una escuela a otra, pasé al Nacional y terminé mi secundario en un bachillerato nocturno. Perdí como tres años porque me gustaba andar de mochilero. En esa época, no sé si te acordás, se salía a recorrer el país con una mochila y sin plata, porque mis padres nunca tenían plata.

-Con muchos menos peligros que ahora.
-Seguro, vos hacías dedo en la noche y el primer auto que pasaba te recogía. Perdí años pero cuando me cayó la ficha, mi padre me decía “si no, tenés que trabajar”. Así que al final hice un año libre entre medio de dos años, recuperé un poco y ahí es donde más o menos entré…

-¿Te atraía algún deporte?
-No, no tuve esa… me gustaba salir al campo, subir cerros, pero nunca se me dio por ir al Club Andino Mercedario o cosas así para practicarlo como un deporte. No me llega a deporte, me gusta disfrutarlo y si hay demasiada premura en hacerlo ya no sé si me gusta tanto. Básicamente no he sido buen deportista, lo que más me gusta es andar en el campo, eso sí. Andaba subiendo cerros, caminando.

-¿Solo?
-Solo, a veces con amigos, pero en general íbamos con algún amigo con mochila en el hombro y nos metíamos a caminar por alguna quebrada, la de El Palque y acampar. Eso era lo que más me gustaba.

-Ustedes se criaron en el Barrio Mallea.
-Exactamente, todavía está ahí la casa de mis padres.

-¿Qué pasaba?, me imagino tus salidas al campo pero llega la juventud, llegan las novias.
-Como cualquier persona normal, salíamos, era la famosa época de los asaltos, que nos juntábamos chicas y muchachos, los hombres llevaban la bebida. De todas formas me casé muy joven así que no fue muy largo ese periodo de adolescencia y vida disoluta. Pero siempre traté a lo largo de mi vida de seguir el impulso de lo que yo quería hacer.

-Llegó el momento de elegir una carrera, una profesión futura.
-Ese es el tema. Siempre me gustó este tema sobre todo de la arqueología, mi visión estaba más puesta en eso. De hecho, cuando tenía 14 o 15 años me compraba libros de arqueología, de divulgación serios. Leía mucho eso y un poco mi idea era estudiar arqueología porque era lo que conocía. Es más, me inscribí y averigüé para estudiar en la Autónoma de México. Yo era adolescente y fui a verlo a Gambier en ese momento. Él me dijo “no, acá no se estudia, tendrías que estudiar el profesorado en Historia” y no me hizo mucha gracia el tema. Averigüé en la Universidad Autónoma de México pensando en irme, yo me había retrasado un par de años en mi recibida en la secundaria. En ese momento surgió la posibilidad de conseguir trabajo y en mi casa siempre hacía falta cinco para el peso. Entonces conseguí trabajo en el Banco Nación.

-No te veo como empleado de un banco…
-Estuve cinco años en el Banco Nación. Te diría que fueron los primeros cinco peores años de mi vida. Decía “si esto es la vida, no la quiero, no puedo trabajar haciendo esto”. Lo siento, que me perdonen los amigos bancarios, porque todos mis compañeros pensaban exactamente lo mismo. Para mí, que me gusta el aire libre y soy una persona que no soy estructurada, a mi pídanme trabajo terminado pero no me pidan horarios y esas cosas. Para mi fueron años muy difíciles pero en ese momento ya tuve que empezar a trabajar, conocí a quien fue mi primera esposa, nos casamos, ya quedó relegado.

Mi hermano tenía un amigo desde primer grado que es Enrique Uliarte, geólogo. Yo era adolescente, alguna vez estuvo en la casa, no sé si estudiando o ya había terminado geología y me empezó a contar. Yo le entré a preguntar y la verdad es que me gustó mucho la geología.  Yo le dije “qué linda carrera, la quiero estudiar”.

-Arqueología, geología, biología…
-Siempre está relacionado un poco con el campo, con conocer lo que pasó. Siempre hay algo en mí que me gusta la historia.

-La madre vendría a ser la biología en general.
-Te diría que más la geología, no trata de la biología pero está conexa. Entonces bueno, dije “vamos a estudiar geología”, que se podía estudiar acá. Intenté cuando laburaba en el Banco Nación y era imposible. No pude. Pero dije “el día que tenga un trabajo que me permita estudiar, voy a estudiar geología”. A todo esto tuve tres hijos y en algún momento surgió, no sé si recuerdas, el Centro de Cómputos de la provincia. Era la única computadora que había, digamos. Necesitaban programadores y daban unos cursos intensivos y eliminatorios que duraban un año, porque no había carrera. La única forma de aprender a programar era que ellos te enseñaran. Hicieron unos cursos con IBM y yo dije “me presento, voy a hacerlo”. Resulta que nos inscribimos como mil, fueron eliminando y terminé como programador en el Centro, de hecho salí número uno en los exámenes.

-¿Te gustaba la programación?
-Me encantó la programación porque tenés que usar la lógica, el razonamiento, para mí fue como aprender a hablar de nuevo y mejor que hablar personalmente. Me salía muy fácil. Ahí, trabajando de programador fue dónde dije “che, este trabajo me permite a mi tomarme el tiempo para estudiar”. Y así es que casi a los treinta años, con tres hijos, empecé el primer año de la facultad.

-¿Dónde estudiaste?
-Acá, en San Juan. En ese momento no había Paleontología, se estudiaba en La Plata pero la habían cerrado con el golpe militar. La verdad es que me encantó y, como cualquier persona grande que sabe que estudiar le va a quitar tiempo a su familia, lo hice en serio, no perdí el tiempo. En un asado de la facultad conocí a un muchacho que iba un año después que yo y trabajaba en el Museo de Ciencias Naturales como preparador técnico. Es Oscar Alcober, el actual director del museo. Charlando con él, como a mí me apasionaba la paleontología, ya había tenido conexión en la facultad, me dijo “por qué no te venís, acercate por el museo”. Y ahí empecé a ir al museo en el año 1985 o 1986. Ahí fue donde ya me encantó la paleontología, ya empezamos a hacer campañas y ya empecé a investigar. Desde entonces terminé mi licenciatura en Geología, hice el Doctorado, también de Ciencias Geológicas pero ya mi tema doctoral fue “Paleontología de vertebrados”, que es a lo que me dedico actualmente.

-¿Dónde te recibiste?
-En la Universidad Nacional de San Juan, hice mi doctorado en Paleontología de vertebrados pero mi título es doctor en Ciencias Geológicas.

-Ahora, me imagino que la paleontología es apasionante como ciencia pero además debe ser sacrificada en su profesión. No tenés ni un árbol en el lugar y a veces te pasás una semana o un mes en medio de la tierra tirado.
-Este bronceado lo tengo porque he venido hace unos días del campo. Creo que a la vista de cualquier persona que no se dedica a esto lo considera un sacrificio. Para mí es un placer. Es algo que me renueva. Esto lo hablamos con mi mujer y yo le digo “la verdad que no quiero dejar esto porque yo sé que el día que lo deje me va a faltar algo”. Porque en realidad el paleontólogo está el 99% del tiempo en una oficina escribiendo en una computadora y mirando y el 1% es lo que está en el campo, pero ese 1% para mí es como la chispa. Ahí está la bujía.

-Ahora, para el tipo que le gusta y que es un apasionado del tema, ¿qué significa de pronto encontrar un fósil que aparenta ser un huesito de algo que todavía no sabe qué es?
-Cuando encontrás algo, y podés comprobar que es nuevo, es uno de los momentos más lindos que hay. Uno puede pasarse horas en el campo, buscando, y siempre estás deseando encontrar algo nuevo. Encontrás fósiles pero por ahí son cosas ya conocidas. Cuando encontrás algo empezás un trabajo delicado, primero con un pincel, con una de esas herramientitas de acero que usan los dentistas. Escarbás suavemente y ves un huesito. Lo vas limpiando de a poco, pincelando y decís “por favor, que no se corte, que siga otro”. Cuando estás cavando no sabés qué vas a encontrar y decís “uh esto sigue”, entonces ya conociendo anatomía decís “esto es la ulna”, que es como el cúbito nuestro.

-¿Cómo separan el hueso de la roca?
-Depende del tipo de sedimento. Si la roca es muy dura solo podés ir limpiando lo que la erosión o la meteorización dejó ya blandito en superficie. Una vez que llegás a la roca dura ya no hay nada más.

-¿No hay un láser, o un arenado?
-No, generalmente usamos pequeños cinceles y martillo.

-Es una tarea tremenda.
-A veces te pasás días echado panza abajo o en posturas complicadas. Si es panza abajo tenés suerte, sobre todo con la edad lo más te complica son las piernas. Por ahí uno piensa, no las debería tener porque me molestan tanto para sentarme en el piso.

-Pero aparte hay fósiles pequeños y hay otros que decís: “acá hay un animal grande”.
-Sí, a veces es un trabajo de muchos días dejar expuesta una partecita. Nosotros no sacamos el fósil del lugar, lo que sacamos es la roca con el fósil dentro y en el laboratorio lo separamos de la roca. Además, no sacamos todo lo que encontramos, es mucho trabajo y mucho costo, solo llevamos lo que es digno de ser extraído. Lo que hay que hacer es ir cavando alrededor, envolviendo todo con vendas y yeso para darle resistencia, y nos llevamos la roca completa. Pero volviendo a la sensación, es algo único.

-¿Como tener un hijo?
 -Como tener un hijo. Es algo nuevo, estás dejando algo que no se conocía. Sentís mucho placer momentos después, cuando lo estudiás y empezás a ver con qué estaba relacionado, ¿me equivoqué?, ¿no me equivoqué? Me pasó encontrar un fósil y no saber qué era. Llevarlo y una vez que tenía los huesos me puse a buscar bibliografía en internet para saber a qué grupo pertenecía. Después ponerte a estudiarlo para poder hacer el trabajo científico de publicación. Es tremendamente apasionante.

-Con la tecnología cada vez se puede precisar más la época, me imagino, porque estamos hablando de un hueso que puede tener de diferencia con otro unos cinco millones de años.
-Exactamente. Una de las cosas importantes es poder saber qué edad tienen los huesos. Nosotros descubrimos hace poco, unos tres o cuatro años, un yacimiento nuevo al sudeste de la provincia, Balde de Leyes le llamamos y todavía no tenemos una edad absoluta. El tipo de animales que hemos descubierto ahí no se conoce en ningún lugar del mundo, a todos hay que darles nombres y por asociación nosotros decimos que el lugar tiene una edad de más o menos doscientos cinco millones de años. Pero es relativo, es como si un paleontólogo de dentro de millones de años viniera y encontrara resto de millones de elefantes, jirafas, tigres y pudiera decir “por asociación esta es una fauna africana del siglo XXI, del siglo XX”, más o menos una cosa así.

-Entonces…
-Lo que hay que datar en realidad son rocas y uno lo puede hacer si hay elementos radioactivos adentro, generalmente son las rocas volcánicas. Si uno no tiene roca volcánica está jodido, hay otros métodos pero no son tan certeros como datar un manto de ceniza volcánica. Estas se preservan. Así por ejemplo con la erupción de ese volcán en el sur que sucedió hace pocos años atrás, la capa de ceniza que surgió puede quedar depositada entre la roca. Si vos sabés la edad de esa ceniza asumís que cualquier animal que quedó enterrado por ahí cerca tiene más o menos la misma edad, mil años más, mil años menos.

-Esto se relaciona mucho con la geología, vas a tener que saber la edad de la roca, si hubo mar o no.
-
Exacto, el ambiente le llamamos nosotros. ¿A qué ambiente correspondía?, ¿dónde vivió?, ¿vivió en un ambiente fluvial? ¿En un lago? Todo eso lo tenemos que sacar de la roca, el fósil nos lo va a decir la roca y lo que tenga asociado. Suponete, uno puede encontrar concreciones, que son unas bolitas que se forman en el suelo, producto del mismo proceso de compactación y de las sustancias que percolan bajo tierra. Y esas concreciones permiten conocer cómo fue la atmósfera en determinado momento, por ejemplo cuánto oxígeno había, la composición del dióxido de carbono. Hoy estamos haciendo un trabajo muy importante con ese tema y nos está permitiendo ver que hubo un efecto invernadero importante en el Triásico que pudo haber producido estas muertes.

-Como ahora…
-Algo muy similar a lo que estamos viviendo ahora, picos en la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera. Una compañera está trabajando en esto y descubre que hay picos, hay un incremento muy alto del dióxido de carbono en la atmósfera, después baja y sube de nuevo. Por otro lado, yo hago un diagrama de cómo va evolucionando la fauna en Ischigualasto y hay decaimientos muy altos en la cantidad y diversidad de animales. ¿Qué te parece? Esos esas caídas coinciden con los picos, los ponemos a la par y nos damos cuenta de que hay una correspondencia.

-La flora también.
-Lo que pasa es que en este momento no hemos metido flora porque no tenemos buenos registros en esa parte.

-El corolario sería “cuidado con lo que está pasando hoy, porque ya pasó”.
-Una forma de interpretar lo que está pasando es ver lo que pasó anteriormente. Por eso es tan importante a veces este tema de la paleontología. Algunos dicen “bueno si, animales que ya se murieron” pero no, permite interpretar un montón de cosas que pasan hoy, que van a pasar o que pasaron.

-Ricardo Martínez, antes de volver a este apasionante tema de la paleontología, sigamos con tu vida. El tiempo fue pasando...
-¿No me van a meter preso?

-No sé hasta dónde podés confesar.
-Dijo un paleontólogo amigo de Estados Unidos que en algún momento lo llamaron para que se dedicara a la política y dijo “no, no me dedicaría a nada que investigue sobre mi pasado”.

-Pero, tuviste un primer matrimonio y tres hijos ¿después que pasó?
-Nos divorciamos y al cabo de un tiempo me casé de nuevo. De alguna manera soy bastante familiero, aunque paso mucho tiempo afuera y eso no es bueno para los matrimonios, sobre todo en esa época en que yo salía mucho al campo. Las campañas eran de 45, 50 y 60 días cada año. Me volví a casar, tuve tres hijos más, seis hijos en total. También me divorcié de esa mujer y de esto ya han pasado un montón de años. Ahora vivo en pareja con una mujer con la que nos llevamos muy bien y la pasamos muy bien.

-¿Los hijos ya son grandes?
-Los hijos son grandes y bien, todo bien.

-¿Siempre viviste en San Juan?
-Sí, he viajado mucho, cosa que ya no me atrae demasiado salvo ir a un lugar de playa, tranquilo. Ya me dan picazón los aeropuertos y todo ese tema. Además, salvo esa vez cuando quise estudiar… De jóvenes a todos nos da en algún momento el decir “che, lo lindo de la felicidad está allá afuera”, después te das cuenta de que en realidad sos vos el que la va a tener en cualquier lado. Y yo realmente quiero mucho a San Juan. Siempre repito la frase de mi viejo “donde está la cal de los huesos”. Sinceramente a San Juan lo quiero muchísimo. Uno podría criticarle algunas cosas pero acá yo me siento en casa. Ahora estuve un mes y pico en un viaje en Europa por cosas que tenía que hacer de trabajo y un poco de placer y ya estaba deseando volver a mí casa, estar en mi lugar.

¿Quién pone el dinero?
-¿Quién banca las investigaciones de un antropólogo?
-En nuestro caso, paleontólogos, pero vale para todas estas ciencias básicas que son difíciles de financiar, si es una aplicada es mucho más fácil, son instituciones o el gobierno, en el caso nuestro. 

-¿La universidad?
-La universidad no tiene fondos, vos sabés cuál es el problema.

-Se gasta todo en sueldos.
-Dan subsidios que para lo que hacemos nosotros son ínfimos. De todas formas cuando nos pueden apoyar, nos apoyan, de otras maneras a veces. Pero la plata para poder hacer estas campañas vienen fundamentalmente de la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación de la provincia. Al ingeniero Tulio del Bono le fui a plantear la falta de fondos que teníamos. Inmediatamente se solidarizó, empezó a financiarnos y gracias a eso hemos hecho estos descubrimientos de los últimos años. Es un gran apoyo. Por otro lado el exministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación, ahora Secretaría, financia también a través de proyectos que se llaman PICT, que son de investigación.

-Hay dos formas de entender cualquier ciencia. Están aquellas que podemos ver y tocar cada día y esto que que es algo remoto, del pasado, pero que cada vez se relaciona más con el turismo, con la educación y  empieza a tener un sentido hasta económico.
-Seguro, si.

-No es plata tirada.
-Hemos hablado de hacer el camino de los dinosaurios en San Juan, aprovechando que descubrimos este yacimiento en Balde de Leyes, que está Ischigualasto, que tenemos el Cretácico de Huaco y Mogna también con dinosaurios. Que la gente no vaya solo a Ischigualasto sino captarla y hacer un recorrido completo por toda la provincia. Hoy la paleontología es un productor importante de recursos para una provincia a través del turismo, que sabés que es importar plata.

-El tema es determinar si lo vamos a aplicar al turismo, dónde va a ser el impacto económico. Y yo veo que, de alguna forma, Ischigualasto es más aprovechado desde otra provincia que por nosotros.
-Es verdad, pero porque nosotros no le buscamos otras cosas. El turismo no puede ser un lugar aislado. Esto tiene que ser una cadena y aprovechar lo de los otros. Por ejemplo, tenemos las Quijadas en San Luis y lo tenemos que traer también a San Juan. Y a su vez que el que esté acá vaya a las Quijadas, pero vos le creás múltiples intereses. Entonces, este Balde de Leyes nuevo está en el camino a Marayes, eso lo enganchás con Ischigualasto y con los otros. Es darle una multiplicidad de posibilidades. Hay todo un mundo turístico que está buscando otra cosa, que ya no busca solo la parte histórica, el lugar de veraneo o el esquí. Buscan conocimiento y San Juan es privilegiado porque tenemos una geología al desnudo. Se puede empezar con esto y el día de mañana cruzás precordillera y tenés toda la historia del Paleozoico de hace quinientos millones de años hasta doscientos.  Si eso se puede aprovechar podríamos tener una gran afluencia de turismo.

El mundo de los dinosaurios
-Hablemos de Ischigualasto, esto es anterior a los grandes dinosaurios.
-A los grandes, sí.

-¿Cuál es la importancia de Ischigualasto?
-Ischigualasto ha preservado una fauna que vivió hace unos doscientos treinta o doscientos treinta y un millones de años. ¿Y qué pasa? Que si nosotros vemos yacimientos paleontológicos más viejos no existían los dinosaurios. En Ischigualasto están los primeros, los más viejos que se conocen. Entonces, nos permite conocer algo mucho más enigmático porque la gente se interesa mucho en por qué se extinguieron los dinosaurios. En realidad es mucho más enigmático por qué surgieron, si había otros animales. Faunas que eran totalmente exitosas, antecesoras de los mamíferos, de los cocodrilos ¿por qué aparecen los dinosaurios?, ¿qué hizo que ellos pudieran prosperar y en unos millones de años dominar los ambientes terrestres durante 160 millones de años?

-Hubo una evolución.
-En esa evolución ¿qué pasó? Eso es lo que nos permite estudiar San Juan, que no lo pueden estudiar en otros lugares. Pero cuando surgieron los dinosaurios eran animales pequeños, del tamaño de una gallina, de un ganso. A lo largo de la evolución se ve que algo hubo en sus mutaciones que favoreció el aumento de tamaño, que los llevó a super gigantes.

-¿Y cómo era el paisaje de lo que hoy llamamos San Juan?
-Es difícil saber cómo era todo. Si uno tuviera que buscar un paisaje actual lo más cercano son estos valles del este africano donde están todos los documentales que son estas grandes estepas. Las sabanas del este africano, con grupos de árboles, que andan las jirafas, manadas de ñus, alguna manadita de leones por otro lado. Este paisaje es lo que más asemejaría a lo que fue Ischigualasto hace doscientos treinta y un millones de años.

-¿Todavía no surgía la Cordillera de los Andes?
-Faltaba muchísimo. Para que se dé una idea, todos los continentes que hoy conocemos estaban unidos en uno solo que se llamaba Pangea. En esa época los animalitos pasaban caminando de América a África sin ningún problema.

-Podíamos mojarnos los pies en el océano.
-Te tenías que ir para el lado del actual Pacífico para tener océano, del otro lado estábamos todos unidos. La India estaba pegada a África y era todo un súper continente que estaba ubicado en una posición ecuatorial. Había generado unos climas tipo mega monzón, que es esto de una marcada estación seca. Los Andes en ese momento todavía no empezaban a separar los continentes, eso fue hace 18 millones de años.

-¿Cómo suponen ustedes, porque creo que acá hay parte de suposición, qué era la vida de estos bichos inmensos? ¿Vivían en manada, en soledad?
-Depende de los grupos. Primero, no hay que creer que todos los dinosaurios eran gigantes. Hay linajes que dieron origen a dinosaurios muy grandes como son estos los saudópodos de la Patagonia, de cuatro patas y cuello largo, que llegaron a pesar 80 toneladas. Hay que imaginar 80 toneladas caminando, una cosa impresionante y a lo mejor medían 40-45 metros de largo, media cuadra. Y depredadores de 7 u 8 metros de alto que eran animales como giganotosaurus parecidos a Tiranosaurio Rex. ¿Cómo vivían? los depredadores generalmente podían vivir en pequeñas grupos pero es difícil saber a eso. Hay casos de depredadores en otros lugares que se han encontrado muchos juntos, entonces dicen bueno “los agarró una crecida y mató a decenas” y bueno iban juntos.

-¿Una manada?
-Capaz que si uno piensa en los depredadores lo más acertado sería decir una bandada ya que las aves son dinosaurios pero llamémosles bandada, manada o como queramos. Indudablemente había animales que vivían en grupo pero es lo más difícil de saber en base a las evidencias, porque vos encontrás unos huesos, bueno ¿qué te indica que vivieron juntos? A veces hay hallazgos que te permiten decir “che, estos bichos vivían juntos”.

-¿De qué se alimentaban?
-En ese momento la flora era muy distinta. No había plantas con flores, tampoco pasto pero si habían helechos. Los herbívoros lógicamente comerían helechos, en ese momento era muy común una planta que todavía existe y que casi no ha evolucionado que es la cola de caballo, la que surge al lado de los canales y había muchas coníferas.

-¿Se comían unos a otros?
-Lógicamente, era una biota donde habían herbívoros que comían las plantas y después habían carnívoros que se comían a su vez a los herbívoros o a otros carnívoros.

-Habría dinosaurios buenos y malos.
-Claro, poniendo como malo al carnívoro, que no es malo, es lo que le tocó en la vida, tiene que alimentarse también. Era como una biota actual nada más que en vez de leones, elefantes, tigres, gacelas, eran dinosaurios de distintos tipos.

-Ricardo, vos recién planteabas algo que es fascinante pero al mismo tiempo preocupante, que es lo que estamos viviendo hoy con el efecto invernadero, con la contaminación que hay. Desaparecieron los grandes dinosaurios pero algunos pequeños siguen hasta hoy, como todas las aves, ¿cierto?
-Efectivamente, todas las aves en realidad son distintos linajes de dinosaurios que no se extinguieron. Antes de la extinción ya vivían. La ciencia ya no lo pone en duda. Hasta hace treinta años se dudaba si venían de los dinosaurios o no pero ya no porque las pruebas son muchas. Entonces, estrictamente todas las aves actuales son dinosaurios. Todas las aves, desde el colibrí, hasta el avestruz, todas son dinosaurios vivientes  y están entre nosotros hoy en día y son más que nosotros.

-Son ovíparos
-Son ovíparos, exacto.

-O sea que salen de un huevo. Me imagino un huevo de dinosaurio debe haber medido, no sé.
-Depende del tipo de dinosaurio. En el caso de los grandes saudópodos, animales de 50 toneladas, los huevos eran como una bola redonda. El huevo de los terópodos era alargado, son distintas las formas. Pero también hay mamíferos ovíparos hoy día.

-¿Y cómo se fecundarían? Como lo hace cualquier animal hoy en día.
-Sí, como cualquier animal de hoy en día, incluyéndonos, así también lo hacían los dinosaurios.

-¿Hay posibilidad de recrear científicamente alguno de esos bichos inmensos?
-Lo que hacemos por recrearlos hoy es reconstruirlos. Ahora, en la visión Crichton, Jurassic Park, hoy es imposible, no digo que lo vaya a ser para toda la vida. Capaz que algún día viajamos en el tiempo y traemos un dinosaurio, no tengo idea. Nunca voy a negar lo que pueda llegar a hacer la ciencia pero hoy es total totalmente imposible. No hay forma de recuperar ADN tan viejo y si lo pudiéramos hacer no tendríamos a qué ponérselo, ¿lo haríamos germinar en un huevo de qué? No hay nada cercano para poder clonarlos.

Religión y evolución
-Hay preguntas que hacemos de cajón en este ciclo de charlas pero que en tu caso adquieren una dimensión distinta. Vos has visto lo que es retroceder en la historia, sabés lo que es estar noches solo en un lugar, en el silencio más absoluto. Sos hijo de un tipo que investigó todo este tipo de cosas del ser humano, entonces, ¿creés en algo superior?, ¿creés que todo es consecuencia de una evolución?, ¿qué creés?
-Si a algo superior le querés llamar la evolución, sí creo, lógicamente, sino no me dedicaría a lo que me estoy dedicando. Creo en la evolución, solo eso. Ahora, si pensamos en un ser superior que está rigiendo, no. Creo que somos materia y energía. De alguna forma la evolución nos ha llevado a dónde estamos. Tenemos el raciocinio y la capacidad de haber desarrollado esta computadora tremenda en nuestro cerebro y haber desarrollado que no somos los únicos, que tenemos sentimientos, otros animales también los tienen. Pero yo creo que el día que nos morimos, nos morimos.

-Y eso que queda, que hoy lo descubrimos, que puede quedar estratificado, han quedado hasta ciudades sepultadas como Pompeya, ¿sería una forma de descubrir parte de la historia, no?
-Ahí está, queda. Si el día de mañana existiera una hecatombe que destruyera toda la vida en la tierra, nosotros seríamos lo que en geología se llama un buen “fosil”. Es un fósil que nos permite saber cuál es la edad de esa roca; tiene que haberse expandido bastante, haber vivido en muchos lugares a la vez y durante un corto periodo de tiempo. Al paso que vamos capaz que es corto el periodo de tiempo que vivamos, no sabemos porque no se puede hacer futurología. De la forma que el hombre está mal usando, destruyendo el medio ambiente, vamos mal.

-Parece ocioso preguntar viendo el entusiasmo que tenés por la profesión pero ¿has sido feliz en tu vida?
-Sí, hoy me considero muy feliz. Pasé momentos muy difíciles pero soy totalmente feliz. Me costó, fui cambiando pero siempre tras lo que a mí me gustaba. Tomé determinaciones que fueron cruciales en mi vida y que no estaban relacionadas con el dinero, al contrario. Es decir, dejar un trabajo bueno para empezar a trabajar en esto. Me fui a un trabajo a ganar un quinto de lo que ganaba antes, pero dije “prefiero ganar un quinto y estar haciendo lo que realmente me apasiona”. Así que soy feliz, me gusta lo que hice, quiero seguir haciéndolo mientras pueda, feliz con mi familia, con todo. En este momento me considero un afortunado. Hago lo que me gusta y encima me pagan por hacerlo.

-No sé si es parte de la mitología o tiene que ver con la realidad. Muchos de los descubrimientos que han hecho ustedes se han ido del país. ¿Es cierto?
-No, de los que hemos descubierto nosotros absolutamente ninguno, desde que yo trabajo en paleontología y desde antes te diría.  Hay toda una cuestión desde cuando salió algo “que no pase como con sanjuansauro”, que está ahí en el Museo de Ciencias Naturales desde que yo estoy. Hay miles de fósiles. Están absolutamente todos, ninguno se va. Es todo un mito que viene desde la campaña inicial. Cuando se descubre Ischigualasto científicamente, que fue gracias a Alfred Romer, un paleontólogo de la Universidad de Harvard, acá no habían paleontólogos. Los únicos que había estaban en La Plata en ese momento. Entonces él hizo un convenio con La Plata para venir acá. El convenio decía que iban a llevar los fósiles a la Universidad de Harvard para ser estudiados y que allí quedaban los holotipos.

-¿Qué es un holotipo?
-Vos descubrís un animal nuevo, a lo mejor encontrás veinte de la misma especie pero a uno lo definís como el tipo: “este define a la especie”. Esos tipos teóricamente tenían que volver pero los otros, si había más de uno de esos, quedaban en la Universidad de Harvard. Actualmente están en Harvard y eso fue nada más que una campaña. Después vino el Museo Miguel Lillo, que es de Tucumán, y también las cosas que encontraron en ese momento están allá porque acá no había paleontología. Desde que se crea el Museo de Ciencias Naturales, en los años ‘60, principios de los ‘70, todos los fósiles están en San Juan.  La gente dirá “¿pero y aquello?” Están dispuestos para la ciencia. Acá se hubieran perdido, hubieran quedado en un galpón y ya no existirían. Están ahí. Es más, yo creo que si nosotros con el gobierno hacemos una movida con Harvard, por ejemplo, para pedir la restitución, nos los restituirán a los fósiles, pero nadie se lleva nada de la provincia.

-Una persona que estimé mucho, que nació en Las Vegas pero era un enamorado de San Juan al extremo que dispuso que su corazón estuviera en Ischigualasto, William Sill, decía “alguna vez van a entender que turísticamente tienen una mina de oro”. Un turista cultural deja muchísimo más dinero que un turista común.
-Sí, porque es turismo que generalmente gasta más plata y tenemos una ventana al mundo que es el hecho de que sea Patrimonio Natural de la UNESCO. Al que le gusta viajar compra el librito de los patrimonios y dice “yo tengo que ir ahí”. Entonces es un llamador, el billetito de dólar en la billetera, es el pajarito que canta, que atrae a otros. Creo que se puede hacer un plan para que eso sea el llamador y aprovecharlo. En ese sentido San Juan tiene mucho para dar.

-Siempre terminamos esto con una música de fondo, que es la que elegís vos, a lo mejor la canción que te gustaría que te tocaran cuando sean tus días finales, o cuando estás solo en Ischigualasto. ¿Tenés una canción?
-Se reirían de mí porque tengo algunas reglas en el campo y no me gusta que pongan música fuerte ni nada porque es muy lindo disfrutar del silencio. De hecho llevamos generador eléctrico y tratamos de no ponerlo porque entorpece con el ruido. Pero todos se ríen porque por ahí suelo llevar algo de música y es de una cantante portuguesa que se llama Amalia Rodrígues, Fado. Me gusta mucho esa música pero soy amante de muchos tipos de música. Me gusta Pink Floyd, The Rolling Stones.


Cómo lo vi

 Uno mira a las nuevas generaciones, apasionadas por el último celular, la tecnología más sofisticada, los acontecimientos del planeta vividos en tiempo real y las fantásticas posibilidades que nos promete el futuro y no puede menos que preguntarse qué papel juegan en ese mundo personas como Ricardo Martínez.

Pero cuando Ricardo comienza a hablar y nos explica el origen de la vida, el nacimiento de los dinosaurios, la desaparición de los grandes vertebrados, la evolución de la flora, la historia de la tierra y sus formaciones, comprende que todo tiene un sentido.

Afortunadamente los humanos somos seres curiosos. Al menos algunos humanos. Y nos apasiona tanto leer a Alvin Toffler anticipándonos el futuro como escuchar a Ricardo explicándonos de dónde venimos. Por eso los niños se divierten tanto con un dinosaurio de plástico como con la más fantástica de las películas de ciencia ficción.

Lo maravilloso es cuando esos mundos se encuentran y el pedacito de hueso fosilizado hallado  por Ricardo nos posibilita reconstruir un mundo que existió  e interpretarlo aprovechando los conocimientos y la tecnología.

Pero a la ciencia hay que agregarle vida, humanidad, pasión.

Lo escucho a Ricardo y no puedo menos que imaginarlo con sus padres, Rufino y Rosa, mientras conversan tomando mate en la cocina al amanecer, mientras la claridad del nuevo día les va dibujando el paisaje una vez más.

Ahí tal vez comprendió que este milagro que se llama vida es una fascinante aventura que comenzó hace millones de años y que para entenderla se necesita no sólo de futurólogos sino también de buscadores de sutiles huellas que nos hablan de un mundo que ya no existe.
JCB





El perfil psicografológico

Por: Elizabeth Martínez – Grafoanalista

 »» Se detecta un tipo de pensamiento ordenado, claro, ponderado y evidente. El mismo es libre y creativo, no quedando rígidamente fijado a las reglas que se deben observar y guardar. Es decir que respetaría los marcos sociales, pero sin dejarse esclavizar por ellos.

»» Se observa prudencia, reserva con respecto a su pasado. Posiblemente denota la existencia de apego a situaciones pretéritas o incluso a figuras de su familia de origen. Tendencia a recordar, nostalgia.

»» Se presentan rasgos de lucidez de pensamiento, claridad en las ideas.

»» Prevalecería la mirada hacia el propio interior. Denota precisión, detallismo, posible deseo de no llamar la atención y pasar desapercibido.

»» Buena atención y concentración en las tareas. Correcta capacidad de observación y crítica, tiende a la especialización.

»» Se presentaría un tipo de pensamiento de tipo lógico-deductivo, presentando aptitudes para analizar y para sintetizar, facultades que se encontrarían de manera equilibrada.

»» Se comunica correctamente con los demás, pero solo expondría una parte de sí mismo. Es decir, es sociable pero sin perder su necesidad de reserva ni su individualidad.

»» Posee fácil adaptación al medio, asimila y selecciona lo mejor de cada tema.



Cómo lo vi
Uno mira a las nuevas generaciones, apasionadas por el último celular, la tecnología más sofisticada, los acontecimientos del planeta vividos en tiempo real y las fantásticas posibilidades que nos promete el futuro y no puede menos que preguntarse qué papel juegan en ese mundo personas como Ricardo Martínez.

Pero cuando Ricardo comienza a hablar y nos explica el origen de la vida, el nacimiento de los dinosaurios, la desaparición de los grandes vertebrados, la evolución de la flora, la historia de la tierra y sus formaciones, comprende que todo tiene un sentido.

Afortunadamente los humanos somos seres curiosos. Al menos algunos humanos. Y nos apasiona tanto leer a Alvin Toffler anticipándonos el futuro como escuchar a Ricardo explicándonos de dónde venimos.Por eso los niños se divierten tanto con un dinosaurio de plástico como con la más fantástica de las películas de ciencia ficción.

Lo maravilloso es cuando esos mundos se encuentran y el pedacito de hueso fosilizado hallado  por Ricardo nos posibilita reconstruir un mundo que existió  e interpretarlo aprovechando los conocimientos y la tecnología.

Pero a la ciencia hay que agregarle vida, humanidad, pasión.

Lo escucho a Ricardo y no puedo menos que imaginarlo con sus padres, Rufino y Rosa, mientras conversan tomando mate en la cocina al amanecer, mientras la claridad del nuevo día les va dibujando el paisaje una vez más.

Ahí tal vez comprendió que este milagro que se llama vida es una fascinante aventura que comenzó hace millones de años y que para entenderla se necesita no sólo de futurólogos sino también de buscadores de sutiles huellas que nos hablan de un mundo que ya no existe.

JCB

               

La nota fue publicada en La Pericana el viernes 19 de octubre de 2018. En la edición Nº 130

GALERIA MULTIMEDIA
1955 La pintora Rosa Such y Ricardo Martínez, con un año de edad, junto a sus hermanos, uno de cada lado, Estela y Ernesto
1990 Ricardo Martínez (a la derecha) con sus padres, Rufino Martínez y Rosa Such, sus hermanos Ernesto y Estela.
1982 Ricardo Martínez en sus épocas de programador de computadoras, con sus compañeros programadores: arriba desde la izquierda: Estela Martínez (hermana y analista del centro de computos), Ricardo, Carlos Accoroni, Ricardo Martínez (un tocayo). Abajo desde la izquierda: Estema Rodriguez, Gustavo Tello, Teresa Gilardi, Raúl Escobar, Jorge Paroldi (gran amigo de Ricardo)
1994 El momento en que Ricardo Martínez se recibe, junto a su madre y su padre.
2007 Ricardo Martínez con su madre Rosa Such y sus hijos izq a derecha: Maximiliano, Virginia, Santiago, Sebastián y Leandro
1988 Primer campaña a Ischigualasto y redescubrimiento del yacimiento: de izquiera a derecha: paleontólogo Fernando Novas, su esposa Lili, Delia Trifonoff, RicardoMartínez, el geólogo Juan Garay, el paleontólogo Bill Stevens, paleontólogo Oscar Alcober, paleontóloga Catherine Forster, Chao (técnico), técnico Luis Gomez, un periodista, paleontólogo Paul Sereno y un periodista
1995 Campaña a Ischigualasto, Ricardo Martínez con su amigo y colega Oscar Alcober
Ricardo Martínez en 1994, en Ischigualasto junto a un esqueleto completo de rincosaurio
Ricardo Martínez en el año 2007 en Ischigualasto cuando el descubrimiento del dinosaurio Panphagia protos
2018 Equipo paleontológico de la última campaña a Balde de Leyes: Cecilia Apaldetti, Yanina Ejarque, Raúl Gordillo, Antonia, Gabriela Sturma, Diego Abelín, Gonzalo García, Imanol Yañez, Elisa Bressan, Brenen Wynd y Ricardo Martínez.
2004 En National Geographic Channel, Ricardo Martínez siendo presentador de un ciclo de paleontología
Ricardo Martínez en el año 2018 Con su mujer Marta Rusansky
El perfil psicografológico de Ricardo Martínez. Por Elizabeth Martínez Grafoanalista
Ricardo Martínez junto a Juan Carlos Bataller.
Manuscrito del paleontólogo Ricardo Martínez, sobre el que analizó el perfil psicografológico Eliizabeth Martínez, grafoanalista
Ricardo Martínez, paleóntologo, junto a Juan Carlos Bataller, quien le realizó la entrevista para el ciclo Qué hiciste con tu vida en septiembre de 2018
2004 En National Geographic Channel, Ricardo Martínez siendo presentador de un ciclo de paleontología