Dejó de funcionar en los ''''''''50. Los lugareños no se acercan al sitio porque dicen que aparece el demonio.
Los rayos de luz que penetran por los agujeros del techo y se pierden en las sombras forman figuras extrañas. La puerta está cerrada con candado todo el tiempo, pero se puede ingresar al lugar por un par de ventanas rotas. La última vez que se molió trigo en ese molino fue hace casi 60 años. Sin embargo, este molino que está en Bella Vista, Iglesia, sigue teniendo vida por las historias que cuentan los lugareños. Es que dicen que allí aparece el Diablo en la figura de un niño hermoso.
"Ahí no vive nadie. Nosotros no vamos a jugar porque aparece el Diablo como niñito rubio. Pero yo nunca lo vi. Me lo contó mi papá. Hace un tiempo dicen que el diablo transformó a un niño en cabra. Salieron todos en tractor a buscarlo, pero nunca lo encontraron", dice Luciano Cortez, un chico que vive a uno 200 metros del molino. La gente dice que también se escucha silbidos en el lugar. Y que cuando esto sucede no hay que darse vuelta porque es el Diablo que anda buscando almas.
A todas estas historias, se le suma que la construcción, que tiene más de 200 años, está apostada en un lugar mágico. El molino está al costado de uno de los tantos arroyos que atraviesan Bella Vista, uno de los lugares más atractivos de Iglesia. No es fácil llegar hasta él porque está a varios metros de uno de los callejones que tiene el pueblo. Hay que atravesar inmensos troncos y cruzar varias vertientes y terrenos fangosos y resbaladizos. El molino es chico y está bastante deteriorado. Pero la maquinaria está casi intacta. Esta construcción es lo único que queda de las épocas donde el trigo era tan valioso como el oro en el Norte de la provincia.
"El molino está muy deteriorado y no hay ningún proyecto para arreglarlo. Aún así, la gente que viene de afuera quiere conocerlo. Pero los de acá ni siquiera se arriman", dice Antonio Cornelio, un vecino.
Desde hace unos años, Bella Vista se transformó en un destino turístico importante. Hay cabañas para alquilar, un camping y cada vez hay más casas de fin de semana. El molino es la principal atracción. De hecho, hay un arroyo y una de las calles del pueblo que llevan su nombre. "A pesar de lo que se dice, la gente de afuera quiere conocerlo. A ellos no les importa el Diablo", asegura Antonio.
Roberto y Domitilia. Trenzar un cinto con cuero de vaca, pulir un cuchillo o tejer mantas en el telar son actividades cotidianas para la familia Cuevas.
Y si bien no subsisten gracias a estas tareas, dicen que realizarlas los llena de felicidad en la vida que llevan en Bella Vista.
"Ya ni sé cuándo aprendí a trabajar el cuero. Lo hice siempre, aún cuando trabajé como sereno para Hidráulica durante casi 30 años", dice Roberto Cuevas, que es uno de los pobladores más antiguos de esta localidad iglesiana. Ahora el hombre realiza las artesanías a pedido. "Nací acá y una vez me fui, pero no puedo estar lejos de este lugar", agrega, con nostalgia.
Mientras, su esposa, Domitila Mondaca, es una experta en el tejido a telar. "Desde niña me enseñaron a tejer, al mismo tiempo que hacer de comer. Para mí, esto no es un trabajo. Mis cuatro hijos saben hacer artesanías, y también las venden a pedido", cuenta la mujer.
El paisaje
Bella Vista tiene una frondosa vegetación. El lugar está colmado de árboles y flores, especialmente rosales trepadores. Los arroyos Jayamal y Molino hacen que el lugar sea un oasis. La localidad iglesiana está pasando las Flores, a unos 220 kilómetros de la ciudad de San Juan. Se llega por ruta 412.
La gente
Viven unas 300 personas. Hay una escuela a la que asisten unos 100 chicos. Hay una salita de primeros auxilios. Sólo pasan dos colectivos por día, uno por la mañana y otro por la tarde. Hay varios almacenes y quioscos. El pueblo se reactiva los fines de semana y durante las vacaciones.
Fuente: Publicado en Diario de Cuyo el 25 de mayo de 2010 en el suplemento 50 pueblos del bicentenario