Nota publicada el 8 de abril de 1993 en El Nuevo Diario, en su edición 601
Oscar Armando y Francisco Roberto Noguera, junto a José Oller, Leonardo D''Amico, Antonio D''Amico, Agustín Medina, Francisco Figueroa, Orlando Caballero, Ricardo Martín, Salvador Catanzaro, Miguel Canónico, Luis Asandri, Tito Eguiguren, César de la Peña y el profesor N. Rivas. Probablemente estas catorce personas y algunas más en forma anónima, son los precursores, los introductores, los grandes responsables del hockey sobre patines actual.
Fueron los introductores, en algunos casos y la puesta en marcha de ese deporte, en otros. Todos fundaron el primer club de hockey sobre patines: Patín Club San Juan (hoy Atlético Social San Juan).
Algunos fallecieron y otros aún recuerdan con nostalgia, lo que fueron aquellos años, hace más de 50 en que se conocía el patín, pero no el hockey. El tango dice "veinte años no es nada", un editorial de La Nación, sobre la convertibilidad afirma "Que dos años no es nada" y nosotros preguntamos: ¿50 años no son nada? Son un verdadero tesoro, donde se abrevan tantas aventuras juveniles. No existía la drogadicción, pero sí había peligro en cuanto a la delincuencia y el alcoholismo.
Para Oscar Armando y Francisco Roberto Noguera, es la felicidad. Ambos, con la ayuda de sus padres, don Francisco Noguera Mateos y doña Lola López, realizaron acciones que nunca pensaron llegaría al nivel mundial. Hubo transformaciones profundas de la estructura deportiva. Se consolidó y observó una expansión sostenida, tanto que hoy juegan casi 60 jugadores argentinos en Europa y en San Juan más de tres mil niños patinan y sueñan con llegar a ser profesionales. Un fenómeno que tiene su hito inicial en los hermanos Noguera y el resto de los referentes apuntados en el inicio de esta nota.
Los dos nacieron en Bermejito, por entonces perteneciente a Concepción: Oscar el 12 de marzo de 1924 y Francisco el 29 de enero de 1925. Como eran muy aventureros (fabricaron una canoa e intentaron un raid entre el Dique San Emiliano y Caucete, allá por diciembre de 1940, en el río San Juan que tenía casi 1.000 metros cúbicos por segundo y la policía lo impidió, por lo peligroso del intento), los padres (que tenían una bodega) decidieron que fueran a estudiar afuera. Oscar fue a parar al Colegio Word, de Ramos Mejías, en Buenos Aires y Francisco al Colegio Don Bosco, de Rodeo del Medio, en Mendoza, luego trasladado a San Juan para recibirse de furticultor enólogo en la escuela fundada por Sarmiento.
En las primeras vacaciones, Oscar trajo la novedad del hockey sobre patines, que vio en Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires. Trasteando los bártulos del abuelo, don Tesifón López, le hurtaron una bola de billar y adosaron una manija de puerta a la punta de un palo de escoba y se fueron a practicar al Parque de Mayo, ocupando una rotonda donde solía tocar la orquesta y banda municipal los días domingos en las clásicas retretas. También apelaron a los sostenes de las capotas de autos viejos, que eran curvos y no se rompían. Pero la demanda fue creciendo y las chacaritas agotaron el stock. Fue ahí que el padre de Oscar y Francisco sugirió la mansera de arado para transformar en sticks. Se utilizaban patines a fricción, no a bolilla. Los primeros patines a rule manes fueron los AEM y Brodway.
Se juntaban ocho o diez jóvenes a practicar. Y la gran casualidad se produjo: un ciudadano español, de apellido Rivas, pasaba por el lugar, los vio, se interesó e informó que tenía el reglamento, pues había sido árbitro en España y fue así que surgió la fundación del Patín Club San Juan, que hacía demostraciones en las fiestas patronales. Hasta que un grupo de jóvenes del barrio de Trinidad, con Juan Ginestar Aguilar, Juan Ginestar Pérez, Emilio Guillermo Meizenq, Enrique Yanzón, Ellezer Ginsberg, Juan Figueroa, Luís Quiroga, Angel Savastano, Simón Cambín, resolvió fundar el Olimpia Patín Club, el 16 de octubre de 1940. Luego llegarían Huarpes y el Concepción Patín Club. El 26 de junio de 1942, nace la Federación Sanjuanina de Hockey, con cinco clubes afiliados: Los nombrados, más Universitario de Ingeniería. Su primer presidente fue Ellezer Ginsberg. También aparecieron luego el Deportivo Unión Estudiantil, Renacimiento Hockey Club.
Y llegó el momento de representar a San Juan en el primer campeonato argentino. Fue en 1945, en Santa Fe, donde entre seis equipos, se alcanzó el quinto puesto. Campeón fue Capital Federal y Mendoza, subcampeón. En 1946 fue en Mendoza y también allí San Juan era una cenicienta. Claro, la consigna imperante en el plantel era la de aprender y aprender. Y llegó 1948, durante la Semana Sarmientina, en el Olimpia Patín Club, donde debutó el "Payaya" Alonso y don Francisco era el capitán del equipo, integrándose con Elio Mari, el “trucha" Romero al arco; el mendocino Romero y el turco Luz de arquero suplente. Primeros campeones argentinos. Era el mojón de un rosario de éxitos, de la integración de la familia al deporte más popular de San Juan. Esta provincia se convirtió, por derecho propio, en la capital nacional del hockey. Ello le dio lugar a ser sede tres veces de un mundial.
Don Francisco Roberto, con 68 años muy bien llevados, comentó a El Nuevo Diario: "La verdad que nunca pensamos que el hockey sobre patines iba a prender en San Juan como lo fue. No fue nuestro plan, ni mucho menos. Quisimos practicar algo novedoso y se agrandó tanto que no puedo más que sentir una íntima satisfacción. Creo que todos los muchachos de entonces (años 1938-40) buscaban una sana diversión y no imaginaron el auge que iba a tomar. He recibido numerosas distinciones de la Federación y de los clubes. Mi nieto juega al hockey, y al verlo, mis sueños se trasladan en el tiempo hacia mi infancia y, créamelo, siento una emoción muy profunda, pues nuestro accionar juvenil aportó algo maravilloso".
Oscar también dice lo suyo: "La verdad que este deporte tuvo una raíz muy noble: la familia. Esto permitió un crecimiento sólido, con la amistad intachable de todos los clubes. Los sábados nos íbamos temprano a dormir, pues el domingo había que levantarse temprano y llevar los arcos, el balde con cal y la brocha para marcar la cancha en la calle que nos tocaba, casi siempre frente a una plaza, donde el cordón era la baranda. La bocha fue fabricada por don Luis Ginestar. Su alma la constituía una masa con cola de caballo, prensada y forrada con suela. Salieron tan buenas, que desde Mendoza venían a comprar las pelotas en la talabartería de don Ginestar. Yo también me siento reconfortado. Ha sido un paso memorable de nuestras vidas. Y las amistades que hemos conseguido, son el tesoro mayor que tenemos. Incluso aún solemos juntarnos los que quedan de aquella barra, en el bar de Libertador casi Tucumán. El que concurre de vez en cuando es Antonio D''Amico, nuestro primer arquero, pues se radicó en Uruguay, pero no nos olvida".