En la provincia de San Juan no puede hablarse de colectividad británica ya que sólo se trató de un muy reducido número de británicos y las sagas de sus familias no se extendieron por más de dos generaciones: los pioneros y sus hijos anglo argentinos. Sin embargo, estuvieron representados en casi todas las actividades que tuvieron que ver con el progreso económico de la provincia de fines del siglo XIX y primera mitad del siglo XX: el comercio, la producción, la explotación ferroviaria. A la vez, distintas instituciones de fines sociales y deportivos se constituyeron por iniciativa de aquellos y bajo sus auspicios se desenvolvieron con prosperidad. Su visión, trabajo y entusiasmo los transformó en creadores de ‘bienes’ materiales y culturales, no sólo para ellos sino para la provincia en su conjunto.
Durante la presidencia de Sarmiento, la Ley 583 del 5 de noviembre de 1872 dispuso contratar empresas particulares para la construcción y explotación de una línea férrea de la ciudad de Buenos Aires hasta la ciudad de San Juan. El 26 de enero de 1874 se firmó el contrato de concesión con el empresario anglo chileno John E. Clark. Los Clark, John y su hermano Mathew, nacidos en Chile, pero con residencia en Londres, eran hijos del comerciante escocés James Clark. A los Clark se debe nuestro plan de construcción ferroviaria, pues el ‘Memorial’ presentado por ellos originó la sanción de la Ley de 1872 que fue el punto de partida del posterior desarrollo ferroviario del país. (Maurín Navarro, “Algunos antecedentes de nuestro pasado industrial”).
La principal característica de los hermanos Clark consistió en no poseer prácticamente nada de capital propio, pero sí una enorme cantidad de ideas, iniciativas y vinculaciones que les permitieron concretar empresas titánicas. Sus proyectos siempre fueron ambiciosos. No sólo imaginaron construir una línea directa entre Buenos Aires y San Juan, sino también una que uniese Argentina con Chile.
Margaret Garrahan y su marido John Kenny habían venido de Inglaterra a la Argentina por separado a fines del siglo XIX. Una vez casados, llegaron en tren a San Juan en busca de un clima seco por la salud de don Juan, que era tuberculoso. Y como el tren que llegaba a la provincia estaba en manos de británicos, gente de ese origen encontraba en él las mismas comodidades que hubiesen tenido en Inglaterra o en otros lugares del Imperio bajo su dominio, lo que los hacía sentirse at home, como en casa, cobijados por una misma identidad cultural. El ferrocarril era tan británico que les permitía experimentar un fuerte sentimiento de pertenencia.
Los Kenny tuvieron cinco hijos: Anne, Mary, Ricarda, Wilfred y John. Compraron una propiedad en La Bebida, Departamento Rivadavia, y se dedicaron a la agricultura. Eran personas muy aspirantes. La casa era un rancho grande que, como querían que tuviese todo el aspecto de inglesa y pensaban que era demasiado baja, la cavaron y bajando el piso, la transformaron en una casa de techos un poco más altos. Partiendo de la concepción de que la vivienda representa el indicador más confiable de la identidad esencial del hombre, un microcosmos de su mundo interior , es claro que la familia Kenny intentó una transposición de las condiciones materiales y culturales de vida de la lejana Inglaterra natal a ese tan distinto rincón en La Bebida.
Margaret o Margarita era una mujer que manejaba tanto la pala como los peones. Venciendo la aridez natural del suelo, hicieron gala de un hermoso jardín. Los hijos Wilfredo y Juan eran agricultores. Wilfredo fue Comisionado de la Inspección General de Agricultura. (Museo Histórico Provincial Agustín V. Gnecco AG, Sección hemeroteca, El Orden, San Juan, 16/08/1907, Año III, Nº 736) Las hijas Ana, que había tenido una institutriz inglesa, y María fueron más intelectuales. Escribían al periódico Buenos Aires Herald y a la Embajada Británica, de donde recibían libros, por lo que llegaron a tener una copiosa biblioteca, con la que tonificaban las dotes innatas del intelecto.
En 1895 llegó a la Argentina Grace Ann Walker junto a su esposo Alfred Bridge. Venían de Inglaterra, ella una gran concertista de piano, él un caballero de buena posición económica. Grace había sido el mejor promedio de su clase en la ‘Royal Academy of Arts’ de Londres, donde se graduó recibiendo una medalla de oro y diploma de manos del rey Eduardo VII.
Quienes habían arribado al puerto de Buenos Aires, vía férrea de por medio, cruzaron todo el ancho del suelo argentino, desde el mar al pie de los Andes, para llegar a tierras cuyanas, hasta ‘la punta del riel’: San Juan. El matrimonio Bridge tuvo un hijo: Ralph o Raúl, y fue el origen de un apellido que, a través de sus descendientes, se proyectó en la educación, la música, el deporte y la vida empresaria. Gran aficionado a la música, Ralph actuaba en reuniones familiares y sociales y daba conciertos de violín en el viejo Club Social, ámbito para las expresiones culturales de la época.(Bataller, El San Juan que usted no conoció, San Juan,1996)
Según escritura del notario de gobierno, Guillermo Mallea, el mandatario de la sociedad anónima ‘Industrial Railways Company Limited’ de Londres, Mr. James Alfred Goudge, otorgó en 1908 poder general a un representante legal en la argentina, el ingeniero Roberto Alfredo Wilkinson, que se habría establecido en San Juan algo después de 1.900. Al poco tiempo se aprobó la transferencia de concesión de la empresa Ferrocarriles Industriales a la empresa Buenos Aires al Pacífico firmada en 1910 por Goudge.
La contribución ferroviaria al progreso de San Juan fue ponderable, ya que las distintas líneas tendidas derivaron en intensificación de los cultivos y creación de fuentes de trabajo industrial y comercial. Los Ramales San Juan-Marquesado, Circuito San Juan y Caucete-Albardón mejoraron las posibilidades productivas de la provincia. Fueron realizados en su totalidad por la empresa Pacífico, es decir por capitales británicos, siendo su ingeniero en jefe el Sr. Roberto A. Wilkinson.
Los británicos trajeron al país no sólo capitales, industria, nueva tecnología, sino también el gusto y la pasión por los deportes. En la Argentina, y en San Juan en particular, el deporte estuvo asociado a la creación de espacios públicos y a la aparición de clubes deportivos por iniciativa justamente de británicos o descendientes de éstos.
Leemos en el diario local (AG, El Porvenir, San Juan, 15/08/1916, Año XVIII, Nº 4051):
Entre un distinguido grupo de niñas y jóvenes de nuestra sociedad, se ha formalizado la idea de constituir un centro deportivo que, a la vez que sirva de reunión social, contribuirá al ejercicio físico, revitalizando una obra cultural para el espíritu y la salud, digna de todo encomio. Al efecto, reuniéronse los iniciadores en el domicilio del Señor Juan R. Cook..
Entre los miembros de la Comisión figuraban María Raquel Jameson y Sarita Cook. M. Raquel Jameson era hija de Tomás Jameson, el primero con ese apellido que fundó una familia sanjuanina. Tomás Jameson se había radicado en la provincia hacia fines de la década de 1860. Fue su padre el escocés William Jameson, prestigioso químico, médico y profesor, que falleció en Ecuador en 1873, país que lo recuerda en su carácter de eminente científico botánico.
No era casual que la creación de ese nuevo club deportivo llamado ‘Sporting Club’ fuera iniciativa de personas con apellido de origen británico, como que se realizara en la casa de Juan R. Cook, persona de destacada labor en la provincia. En 1885, cuando llegó el ferrocarril a San Juan, Cook fue jefe de estación. Como ministro de Hacienda durante el gobierno de David Chaves, creó formalmente la Dirección General de Estadística, como fruto visible de la ordenada mentalidad sajona, para proceder al 1º Censo Comercial e Industrial, Agrícola y Ganadero de la provincia. Cook también figura entre los firmantes del acta fundacional del ‘Club Social San Juan’, decana institución social sanjuanina, fundado por una comisión de caballeros el 31 de marzo de 1888.
Siendo la presidenta de la Sociedad Sporting Club, la Srta. María Raquel Jameson de la Precilla, se solicitó la aprobación del poder ejecutivo provincial de una modificación a los estatutos de dicha sociedad, sancionada en la Asamblea General Extraordinaria realizada con tal objeto el 13 de septiembre de 1922, en relación a su denominación, que sería ‘San Juan Lawn Tennis Club’, en vista de que las principales sociedades deportivas de tenis de la Capital Federal y de las provincias llevaban nombres análogos.
Y en relación al tenis, no podemos dejar de nombrar al coronel del ejército británico Arturo Linton, grado que conquistó por su destacada actuación en la Primera Guerra Mundial. Viajó a América en busca de un porvenir, por ser el hijo menor de una familia de la aristocracia terrateniente inglesa, y según las leyes de ese momento, quedarse sin herencia, ya que correspondía al hijo mayor heredar la propiedad. Con un pequeño capital, decidió finalmente radicarse en la Argentina, comprando una propiedad en San Juan. Fue intendente de Angaco Sud, hoy Departamento San Martín, y una de las medidas que tomó fue plantar los eucaliptus que bordean la llamada calle Larga o Av. Sarmiento.
Demostrando que fuera de las tareas cotidianas existían otras inquietudes que merecían dedicación y esfuerzo, Arturo Linton era un gran aficionado del tenis. Fue presidente del San Juan Lawn Tennis Club. Hizo una cancha en su finca, donde invitaba a sus amigos, muchos de ellos empleados del ferrocarril inglés y donde su hija Diana aprendió a jugar. Diana, fue muchos años campeona de tenis de Cuyo junto al Dr. Jorge Williams Camet, quien fuera presidente del San Juan Lawn Tennis Club desde el 30 de octubre de 1940 hasta el 16 de mayo de 1943.
Por otra parte, Arturo Linton introdujo el polo en San Juan y enseñó a los hermanos Yanzón -apellido acriollado que deriva del apellido Janson de origen británico- los rudimentos del juego. Dicha enseñanza fructificó muy rápido en esos muchachos que dieron los primeros pasos en Caucete, improvisándose canchas en potreros más o menos arreglados. Realizaron los primeros intentos, dirigidos con gran entusiasmo por el buen deportista don Arturo Linton quien, encontrando un campo propicio, cooperó notablemente al desarrollo de ese deporte. En el año 1926, deseosos de llevar más adelante esos propósitos, se constituyó el Huarpes Polo Club, teniendo su primera Comisión Directiva como presidente a D. José D. Yanzón y vicepresidente, al Mayor Arturo Linton. (Revista 70 años Huarpes Polo Club, San Juan, VFG Impresiones, 1996, p. 6)
El canadiense William Finnemore, de padres de Birmingham, Inglaterra, vino a la Argentina a fines del siglo XIX y se radicó en Rosario para venir posteriormente a San Juan con motivo de un tendido de telégrafo entre San Juan y Calingasta. Fue entonces cuando se relacionó con la minería en la provincia, donde se casó y formó una numerosa familia. Dos de sus hijos, William y Carlos, fueron los principales impulsores para la creación del ‘Huazihul Rugby Club’ el 14 de julio de 1927. Los hermanos Finnemore integraron la primera Comisión Directiva.
El Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico prestó valiosos servicios en lo atinente al progreso agrícola de la provincia, pues durante muchos años contó con una organización destinada al asesoramiento teórico y práctico de los fruticultores, servicio que prestaba gratuitamente y con el que se tendió a lograr que los cultivos fueran paulatinamente perfeccionándose en beneficio de la producción, tanto en relación al volumen como a la calidad de las frutas.
En el caso especial de la uva de mesa, San Juan fue la única provincia que conquistó importantísimos mercados de consumo del exterior, razón por la cual ese producto debía ser considerado como uno de los renglones más interesantes de la economía sanjuanina. La industria frigorífica se había vuelto el centro de la influencia británica en la década de 1930. El Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico contribuyó al acrecentamiento de esa actividad mediante la implantación de vagones frigoríficos, con los cuales se hizo posible el transporte hasta los puertos de embarque de ese delicado producto, sin que sufriera las más mínimas alteraciones. Eso posibilitaba, no sólo los envíos de fruta fresca desde nuestras zonas productoras, sino también el transporte en vagón frigorífico de productos inexistentes en nuestra provincia, tales como pescado fresco, por ejemplo, que llegaba a San Juan los martes, jueves y sábados.
Asimismo, el Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico hizo posible la creación de un moderno establecimiento, destinado al pre-enfriamiento y conservación de frutas en Villa Krause, donde se encontraban los desvíos del ferrocarril al Frigorífico Argentine Fruit Distributor, o Distribuidora de Frutas Argentinas, más conocido como la A.F.D., cuyo Gerente fue el Señor Jack Jefferies, quien llegó a San Juan en el año 1937, después de haber estado estudiando en Inglaterra. El Señor Jefferies hacía investigaciones sobre viñedos por cuenta del ferrocarril para brindar guía técnica sobre los mismos. Ello tendía a sacar del clásico empirismo al viñatero para enseñarle métodos, procedimientos y normas sanas en lo relativo a la producción, industrialización y comercio de la uva.
Walter Godfrey Kirby, hijo del londinense Walter Henry Kirby y María Menn, fue confirmado en el puesto de ingeniero seccional de Vía y Obras en San Juan en octubre de 1942. . Su padre había venido a la Argentina, a fines del siglo XIX, porque en su casa tenía que haber un militar, un sacerdote y un marino, y él no había querido ninguno de esos tres oficios, por lo que lo mandaron a trabajar a las colonias, y él eligió nuestro país. Los dos hijos mayores, Walter y Roy, estudiaron en colegio inglés en Buenos Aires y la escuela secundaria y la universidad en Inglaterra, donde obtuvieron los títulos de ingeniero y notario respectivamente. Volvieron a la Argentina, donde Walter comenzó a trabajar en el ferrocarril Buenos Aires al Pacífico. Como ingeniero de Vía y Obras, vino trabajando desde la provincia de Córdoba a San Juan, donde se casó, estableciéndose definitivamente con su familia en la provincia. Fue, además, director permanente de Depósitos Frigoríficos de San Juan S.A. y en relación al deporte fue, como los de su estirpe, un activo socio del Lawn Tennis Club, a donde llevaba a su hija Elsy Mary y a su sobrina Molly, hija de su hermano Roy, a jugar los días sábados por la mañana con una raquetita.
Un empleado del Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico que manejó las máquinas excavadoras fue el inglés Thomas Anthony Johnson Collins. Thomas, había estudiado tres años de ingeniería antes de dejar Inglaterra, por lo que la empresa aprovecharía sus conocimientos técnicos para ocuparlo en el departamento Vía y Obras, teniendo que manejar las máquinas draga. Era trasladado donde se necesitaba el trabajo de esas máquinas, y es así que estuvo en distintos lugares por donde pasaba el B.A.P. Fue manejando una de esas poderosas máquinas que le cupo la tarea de retirar la estatua del Dr. Salvador María del Carril que presidía el frente de la estación San Juan, para ser trasladada a la entrada del Parque de Mayo. Siempre vivió en viviendas que eran parte de las instalaciones del ferrocarril. Aunque nunca volvió a Inglaterra, sus hijos debían saludarlo todas las noches al irse a dormir con un Good night, father! (Yonson, entrevista, San Juan, 2005)
Otro de nuestros protagonistas fue Alfred Jack, hijo del escocés Alexander Jack y la inglesa Margaret Prince. Alexander, nacido en Elgin, cerca de Inverness, Escocia, fue el primer Jack que vino a la Argentina alrededor de 1890, casado, con cuatro hijos. Marino y aventurero, habría venido a la Argentina para manejar instrumentos de medición geodésica, teodolitos, sextantes y otros elementos similares para el Ferrocarril Sud, de capitales británicos. El matrimonio Jack tuvo cuatro hijos más, de los cuales el primero de ellos fue Alfred, que nació en Buenos Aires en 1893. Siempre trabajó en el Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico, al igual que el resto de la familia, incluso sus hermanas. De Buenos Aires fue trasladado a Huinca Renancó, provincia de Córdoba, donde se casó y tuvo tres hijos: Wilfred, Martha y Sheila. Fue inspector de tráfico, es decir segundo en jerarquía en la administración del B.A.P., en San Juan de 1942 a 1944, ‘el último de apellido inglés’. En el campo social y privado, Alfredo fue socio del Jockey Club y del Club Social, y era un gran tenista, mostrando siempre un gran empeño por auspiciar el progreso del San Juan Lawn Tennis Club.
Los británicos o sus hijos sanjuaninos por adopción no tuvieron como única finalidad la misión de vender transportes. Tal vez en ese aspecto radique mucho del mérito de la obra ejecutada, por el doble motivo de su alcance cultural y de su valor económico. Contribuyeron, de muy distintas formas, al perfeccionamiento de renglones de actividad que, vinculándose o no a la industria ferroviaria, fueron igualmente importantes para la provincia. Cumplieron una acción intensa en las artes y las letras, o como propulsores e integrantes de instituciones destinadas a funciones de perfeccionamiento social o de fomento deportivo, demostrando bien a las claras que sus inquietudes no solamente comprendían la especialización en la materia ferroviaria, lo que de por sí ya tenía enorme valor en razón directa de la importancia que los ferrocarriles tenían dentro del proceso de desarrollo de la provincia, sino que frecuentemente se orientaban hacia otros sectores que también constituían expresiones de nuestro progreso general.
Por Myriam Arrabal de Jamenson: Magister en Historia.
Este trabajo se ha realizado sobre la base de una investigación mucho más extensa de la autora, presentada en el Decimotercer Congreso Nacional y Regional de Historia Argentina.
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Jameson, de Escocia a San Juan pasando por Ecuador
La historia del ferrocarril en San Juan