Retrato del campeón puertas adentro y su coincidencia de amor. Nota escrita por Fabio Cabrera, publicada en Diario de Cuyo el 27 de febrero de 2020 al cumplirse 20 años de la muerte de Copello.
Eduardo José Copello tenía 4 años cuando su padre lo llevaba en la falda y le enseñaba a conducir. Eso lo marcó a fuego. Nació en San Juan en 1926 y fue campeón del Turismo Carretera, de F1 Mecánica Nacional, de los Sports Prototipos e integrante la Misión Argentina en Nurburgring. El autódromo El Zonda lleva su nombre, en homenaje a uno de los grandes deportistas de la provincia. Hoy se cumplen 20 años desde su muerte y DIARIO DE CUYO habló con sus hijas para destacar los aspectos menos conocidos del Maestro, su vida detrás de un volante, lo que no está en los archivos del automovilismo.
Copello y un amigo tenían un auto descapotable, un compañero de aventuras al que apodaron La Antonia y con la que viajaban a todos lados. Fue a los 25 años, en uno de esos viajes, que en Mendoza conoció a María Cristina y con ella se casó en 1951. Se radicó allá un tiempo y con Cristina fue papá de María José (67). El matrimonio no prosperó y años después, en segundas nupcias, se casó con Liby, con quien tuvo a Eduardo (50) y Constanza (47).
"Era un hombre bondadoso, generoso, divertido y un excelente compañero en lo deportivo. Nunca tuvo problemas en parar, en plena carrera, para ayudar a otro piloto. Era muy amigo del Turco Nacif y sintió mucho su muerte, lo impactó dolorosamente como ninguna otra en esos tiempos", contó María José.
"En su última carrera, que fue en un rally de Córdoba, estaba haciendo reconocimiento de circuito cuando vio a un matrimonio saliendo a una casita muy alejada, con una niña en brazos. Mi papá los auxilió, dejó esa prueba y los llevó al hospital. La niña fue operada de urgencia por una apendicitis; ellos nunca hubiesen llegado a tiempo al hospital si seguían caminando. Cuando papá murió, esa señora llegó al velatorio y durante un rato estuvo a lado del cajón. Yo no sabía quién era y cuando me presenté me contó aquella anécdota. Ella viajó para despedir a papá", agregó.
Copello era de tener muchos amigos, carismático, entrador, familiero; y muy profesional. "Antes de las carreras en casa se dormía temprano, se comía de forma especial y todo era para que mi papá estuviera concentrado. Fue un buen hombre y hasta el día de hoy la gente lo recuerda así. Fue su gran legado", recordó Constanza, quien reside en Córdoba. "Una vez tenía que viajar a Buenos Aires y el avión no pudo despegar por una falla. Llamó a mi mamá para avisar que iban a hacer tiempo en casa, con unos amigos. Resultó que invitó a un asado a todos los pasajeros de ese avión, incluso a la tripulación. Así era él", dijo Constanza.
Le gustaba tocar la batería y tenía una pieza especial para ensayar. Y todos los miércoles se presentaba en un boliche cordobés.
Eduardo quedó viudo de Liby, su gran amor, el 27 de febrero de 1983. Un doloroso golpe que lo dejó solo tanto a él como a sus chicos, que estaban entrando en la adolescencia. "Fue uno de sus peores momentos. Constanza era muy chiquita y se vino a vivir conmigo, que ya tenía 3 hijos. Papá era tan excento de maldad, tan caballero y buena gente que tuvo la capacidad para que los tres hermanos siempre estuviéramos juntos. Incluso nuestras mamás fueran amigas. Era un hombre noble, con valores que hoy ya no se ven tanto", dijo María José.
En diciembre de 1999 le dio un ACV. Quedó muy grave y las últimas semanas fueron de una triste agonía, pero Eduardo parece que tenía sus propios planes. Una coincidencia de amor, según María José: "Creo que esperó y decidió despedirse para siempre el mismo día que murió Liby, un 27 de febrero".
En Alemania
Copello fue uno de los pilotos integrantes de la "Misión Argentina" que participó en las 84 Horas de Nürburgring de 1969 con el Torino 380 W, una de las mayores proezas del deporte argentino.
Carreras
75 Carreras disputó Eduardo Copello en Turismo Carretera, obteniendo 26 victorias y 32 podios.
Campeonatos
2 Campeonatos logró Copello en TC. Uno fue 1967 y el otro en 1970, en la Fórmula B; en ambas con el prototipo Liebre.
El libro que el seudónimo Sprinter escribió sobre Copello lo describe como veloz en la pista, en la ruta o en la montaña. Y que podía ganar en cualquier auto que le dieran. Fue campeón de las más importantes categorías del automovilismo argentino en muy poco tiempo: Turismo, Turismo Carretera, Sport Prototipo, TC de Montaña, Mecánica Argentina Fórmula 1. Y cuando se subió a una Maserati en Módena sorprendió logrando excelentes tiempos, aunque no tuvo la oportunidad de meterse en el mundo de la F1; pese a que talento no le faltaba.
Su primer título fue en 1967, con un Torino Liebre de Turismo Carretera; mientras que un año antes sorprendió a todos con el llamado Ratón Escandaloso, que era un Renault Gordini preparado por Oreste Berta que daba tres litros de cilindrada de ventaja. Pero increíblemente hizo la punta en el autódromo de Buenos Aires hasta que abandonó por una falla. "Copello era un talentoso, un piloto excepcional. Calcaba los tiempos de vuelta y era muy arriesgado, iba muy al límite. Era mi ídolo y lo acompañábamos a diferentes autódromos", recordó el expiloto Fernando Persia, hijo de un gran amigo de Copello, Fernando, quien fue socio fundador de la ASV.
Eduardo fue el primer ganador en El Zonda, el 8 de octubre de 1967, en la inauguración. Y desde el año 2000, el mítico autódromo anexó su nombre en la denominación.
Su último triunfo fue en Pergamino en 1971 y su última carrera en TC fue el 8 de diciembre de ese año. Luego fue la cara de Renault, que por contrato no lo dejó correr. Pero mucho tiempo después volvió, para una carrera de rally que abandonó al quedarse en un río.
Fuente: Diario de Cuyo