Personajes de San Juan
Olga Bilbao y Luis Alberto Martínez. Comprensión, tolerancia y amor
Artículo publicado en El Nuevo Diario, edición 632, en la sección La Nueva Revista, el 12 de noviembre de 1993.
En la década de 1950 las niñas sanjuaninas no tenían demasiadas posibilidades de diversión. Eran las épocas de las reuniones parroquiales, los paseos por las plazas en los atardeceres domingueros y los entonces populares "asaltos".
En aquellos tiempos, una muchacha y un muchacho -muy jóvenes ellos-, militaban en el Movimiento dé la Juventud de la Acción Católica de Concepción y comenzaban a cruzarse furtivas miradas. Como suele suceder en estos casos, con la llegada de la primavera se pusieron de novios.
A partir de allí y como correspondía a la época, los encuentros de la pareja se realizaban rigurosamente en los días estipulados a tal fin: martes, jueves y sábados y "hasta las doce de la noche, en la casa" -cuenta Olga-.
"Llegada esa hora, a veces en lo mejor de la charla, si el novio no demostraba intenciones de retirarse, papá señalaba el reloj y Luis Alberto sabía que había llegado el momento de partir" - rie con la evocación-.
El noviazgo se prolongó durante dos años y el 30 de diciembre de 1961, en la Iglesia de la Inmaculada, la pareja pronunciaba el clásico "si". Ofició la ceremonia el padre Antonio Maggi (quien años después, en Buenos Aires, también casó a la hija del matrimonio).
El mismo día partieron de luna de miel en tren hacia Mendoza y desde allí siguieron viaje por varias provincias durante un mes. 
Para aquel entonces él ya había demostrado su vocación de líder: a los 17 años desempeñó el cargo de presidente de la JAC -Juventud de la Acción Católica- y al poco tiempo era secretario del Consejo Arquidiocesano.
También, ya ejerciendo en el magisterio, fue delegado gremial. Cuando cumplió 23 años, comenzó de lleno en la actividad política, cuando ejercía la presidencia de la Asociación del Poder Judicial.
Entretanto la mujer iniciaba su carrera en la docencia, que se prolongó durante veinticinco años y repartía sus días entre las aulas y la crianza de los hijos: Luis Alberto, María Alejandra y Marcelo Daniel.
"Ahora los tres son abogados y los tres están casados" -dice satisfecha la madre-. Está orgullosa de sus hijos y ansiosa esperando la llegada del primer nieto, anunciado para marzo.
La ascendente carrera política de Luis Alberto Martínez fue asimilada naturalmente por la familia, "siempre se habló de política en la casa, pero los hijos nunca fueron presionados a participar en las actividades del padre; ellos siempre los apoyaron pero nunca han intervenido directamente. También yo he prestado mi adhesión, pero siempre traté de mantenerme al margen de la militancia" -asevera la esposa del diputado- y a la hora de los balances reconoce que "no todas han sido rosas en la vida en común, hemos pasado por momentos desagradables, pero lo fundamental entre nosotros ha sido la tolerancia, la comprensión y, en definitiva, el amor".
Además siempre se han mantenido unidos, compartiendo viajes por el país y el exterior con los tres hijos y al referirse a estas excursiones, Olga relata divertida que "cuando los niños eran pequeños, en varias oportunidades salimos de San Juan rumbo a Mar del Plata y no lográbamos pasar de San Luis; cuando llegábamos allí, el coche indefectiblemente se descomponía y nos obligaba a quedarnos en la zona; por suerte más adelante tuvimos un automóvil en buenas condiciones y pudimos disfrutar del mar todos juntos".
A fin de año (1993), el diputado termina con el mandato que durante ocho años lo separaron durante largas temporadas de la casa. Ella espera el regreso definitivo porque reconoce que "no siempre ha sido fácil estar sola, aunque traté de ocupar productivamente mi tiempo y entender que en estos casos lo fundamental reside en las ganas de seguir estando juntos”.
Mientras llega el momento de volver a compartir durante todos los días -y no sólo los fines de semana- la vida en el coqueto departamento céntrico que habitan, la pareja planifica un futuro repartido entre viajes, amigos y, por supuesto, la familia.
