El 27 de enero de 1894 nació en nuestra ciudad la notable
educadora Julieta Sarmiento. Fue
anotada como Juana Julia Sarmiento Albarracín, pero se le conoció, por
todos, como la señorita Julieta Sarmiento, o simplemente Julieta; no tenía más
título que el de maestra normal otorgado el 9 de agosto de 1917, pero supo
ostentarlo como un verdadero blasón.
Aunque reunía en sus apellidos la estirpe del Gran
Maestro no era descendiente de esa rama.
Siendo adolescente la designaron maestra-directora de una
escuelita de Angaco Sur. Esta modesta designación fue el portal por el que
penetró Julieta a la docencia, vocación que no abandonará jamás.
Cuenta Fernando Mó en su libro Cosas de San Juan que
“buena parte de su trayectoria la cumplió en el campo, en lugares apartados,
donde la docente debe proveer un poco de todo. En estos medios endurecidos por
necesidades de todo orden, pasó la señorita Julieta los años más floridos de su
juventud. Después de este largo aprendizaje pasó a enseñar el alfabeto en la
tradicional Escuela Normal Sarmiento donde habría de jubilarse muchos años
después.
En 1950 empezó a enseñar gratuitamente en el Hospital
Rawson a pequeños enfermos, particularmente aquellos atacados de poliomielitis.
Gracias a ello se crea en 1962 la Escuela del Hospital Rawson siendo nombrada
directora acompañada por cinco jóvenes educadoras que le ayudarán en su
importante tarea. Esta escuela hospitalaria fue la gloria para Julieta donde
implantó una docencia de acuerdo a las necesidades de cada uno de los
educandos.
En el Hospital Rawson, donde vivía por propia decisión,
pudo desarrollar sus grandes condiciones de maestra pariente, magníficamente
dotada para tratar los niños con retardos.
Falleció el 3 de octubre de 1981 rodeada por todo el
personal del nosocomio y el recuerdo de sus pequeñas y grandes epopeyas. Una
plazoleta a la entrada del Parque de Mayo recuerda hoy su obra.
Fuente: Publicado en Nuevo Mundo, edición
1008 del 11 de septiembre de 2024
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Justo y merecido homenaje a Julieta Sarmiento su vida y su obra
Mientras
cursaba en la Escuela Normal Sarmiento, el secundario para magisterio, tuve el
privilegio de conocerla. Era maestra de primer grado, sabia elección por sus
dones para iniciar a los pequeños en su aprendizaje. Pero lo que más recuerdo y
me emociona es que mi primera clase como practicante año 1954, la dí en su
grado (primer) Tema: El perro. Siguiendo las enseñanzas de nuestra profesora
Mercedes Gallardo Valdez y las de la Srta. Julieta, recuerdo haber puesto en
práctica un principio básico: la inducción para despertar la atención de los
alumnos y lograr la deducción. Llevé un cachorro para el final. Me siento
orgullosa de que ella me calificara y es lo que siempre guardo en mi corazón.
Esos
principios de una época de oro de la educación, son dejados de lado
lamentablemente. Pero sin motivación que estimule el aprendizaje, según los
cambios de la época, no hay resultados satisfactorios. A las pruebas me remito.
Catalina
Celia Cuneo de García
Ex Jueza de Cámara