El siguiente artículo fue publicado en El Nuevo Diario, edición 1333 del 14 de marzo de 2008
En la historia están los personajes principales y los secundarios.
Ser los padres de los “tres machos Cantoni” reserva un protagonismo siempre a la sombra de los hijos.
Sin embargo atrás de la historia del ingeniero Angel Cantoni y su esposa, Ursulina Aimó Boot, hay una historia interesante y un protagonismo independiente de la política.
El padre, Angel Cantoni, no era el inmigrante común de aquellos años que llegaba a la Argentina en busca de
un futuro mejor, huyendo del hambre y las necesidades. Venía de la Alta Italia, donde había nacido en Carbonara de Tescino, en Lomellia, el 28 de noviembre de 1853.
En la universidad de Pavia obtuvo el título de agrimensor en 1872, con 19 años, graduándose de ingeniero de Minas en la Academia de Freyberg, Sajonia, en 1882.
Inmediatamente recibido se encargó de la dirección de las minas Rosas y Suleis, de Cerdeña, por cuenta de la Sociedad Hilarión Roux y Compañía, de Marsella.
Desde Europa pasó a Honduras, contratado por la compañía francesa Minas de Santa Rosa pero estuvo poco tiempo, regresando a Italia por razones de salud.
Una firma de Alessandría –Miguel Torres e hijos lo contrató y en 1887 lo envió a San Juan para estudiar el mineral de Sierra de La Huerta.
Terminada su tarea, el ingeniero Cantoni regresó a Italia donde contrajo enlace con una italiana de origen irlandés, Ursulina Aimó Boot, dama de una voluntad a prueba de hierro y un carácter muy fuerte.
Fue entonces cuando se lo llamó para dirigir la Sociedad Minera Andina constituida en Buenos Aires.
Pero el ingeniero ya había hecho sus contactos y pronto se vino a vivir definitivamente a San Juan donde fue designado en 1891 profesor de la Escuela de Minas, teniendo a su cargo las cátedras de Mineralogía, Geología y Paleontología.
Acá publicó importantes trabajos como “formación carbonífera de la República”.
Pero quizás el trabajo más trascendente del ingeniero Cantoni en San Juan fue el referido a los daños del terremoto de 1.894.
El sábado 27 de de octubre de ese año a las 4 y 25 de la tarde se produjo un terremoto de grado 7,5 con epicentro en territorio de La Rioja que causó grandes daños materiales en nuestra ciudad.
Aunque no tuvo características de catástrofe como lo fuera el de 1.944, el terremoto del 94 causó gran impresión y provocó –además de veinte muertos- que la Casa de Gobierno sufriera daños de consideración por lo que los negocios del Estado debieron atenderse durante algunas semanas en la Plaza 25 de Mayo.
Entre los primeros actos del gobierno provincial uno fue pedir al director de la Escuela de Minas la formación de una comisión de estudio para verificar los efectos del terremoto.
Integrada por los ingenieros Angel Cantoni y Leopoldo Caputo la comisión recorrió a lomo de mulas los parajes más afectados y antes del mes dio a conocer el resultado de sus investigaciones.
Este estudio, si bien hoy puede parecer módico y desactualizado en algunos conceptos, formuló por primera vez recomendaciones para futuras construcciones por lo que constituye un antecedente muy valioso para una zona sísmica.
Por ejemplo, la comisión sostuvo que:
-- Las partes de un edificio deben estas íntimamente ligadas unas con otras.
-- Debe evitarse construir sobre un suelo móvil que descanse a poca profundidad sobre capas de rocas sólidas.
-- Las construcciones deben ser edificadas lejos de dos capas de desigual composición.
-- Las calles deben ser anchas.
Es evidente que Angel Cantoni tuvo luz propia.
Y de este matrimonio formado por un científico tranquilo, estudioso, dedicado con amor a su profesión y una mujer de sangre irlandesa y fuerte personalidad nacieron tres hijos.
El mayor de ellos se llamó Federico José María y nació el 12 de abril de 1890. Luego lo seguirían Aldo, en 1892 y Elio en 1894.
Fuentes:
- El San Juan que Ud. no conoció - Juan Carlos Bataller
- Aldo Cantoni en mi recuerdo - Rosalina Plaza de Cantoni