Bartolomé Del Bono fue uno de los empresarios más importantes de San Juan.
Fue
descendiente de Juan, el primer Del
Bono que llegó en 1870, incentivado por el ingeniero Cereseto, por muchos considerado
el padre de la moderna vitivinicultura sanjuanina.
Don Juan comenzó trabajando de obrero de Cereseto –los dos venían de Génova y fue empleado de esa firma hasta 1888. Fue entonces cuando se independizó. En 1890, en Desamparados, ya había levantado su primera y
modesta bodega.
La
empresa creció y desde 1903 el establecimiento vitivinícola quedó a cargo de
sus dos hijos varones: Carlos y Bartolomé.
Este último fue quien dio un gran impulso al emprendimiento, que llegó a transformarse
en una de las grandes empresas familiares de San Juan.
Una
hermana de Bartolomé y Carlos, Catalina,
se casó con Santiago Graffigna, uniendo
para siempre estos dos apellidos vinculados al desarrollo de la industria
vitivinícola provincial.
En 1907 Bartolomé Del Bono, casado con Enriqueta Lanteri, comenzó a levantar lo que en esa época los sanjuaninos llamaban “mansión” Del Bono. En ese chalet, ubicado en los mismos terrenos que la bodega, vivió con sus
cuatro
hijos.
En
1922, Bartolomé Del Bono invirtió en
una gran bodega que terminó transformándose en el pueblo de Casuarinas. Lo hizo
junto a sus socios Esteban Dubós y Valentín
Beretta. Y con 300 hectáreas de viñedos, producían 12 millones de litros de
vino.
Ver artículos:
-- La familia Del Bono
-- El chalet Del Bono. Por Juan Carlos Bataller