Dentro de la región de Cuyo, San Juan ocupa la porción más
Septentrional y colinda al norte y al este con La Rioja. Al sur con San Luis, y
por el oeste, con las Provincias Chilenas de Aconcagua, Coquimbo y Atacama.
El territorio Sanjuanino puede fijarse en el suelo por las coordenadas astronómicas, tanto como por sus accidentes naturales. Desparramado en un abrazo de seiscientos kilómetros a lo largo de la frontera con Chile, sobre altas cumbres que vigilan las fuentes hídricas, San Juan se apoya en el cerro Peña negra, en el confín con La Rioja. Al sur limita con Mendoza.
A lo ancho, la provincia se tiende desde los armiños de la Cordillera Real de los Andes, por el rumbo este hasta los grises mantos de arena de los Llanos Riojanos en el Oriente.
Su cuerpo alcanza en longitud oeste de Greenwich desde el Meridiano 67° 70’, hasta el Meridiano 70° 70’.
La provincia de San Juan tiene una superficie de 96.493 kilómetros cuadrados. La cifra, aunque oficial, debe considerarse aproximativa. El territorio de San Juan, como el de casi toda la República Argentina, no ha sido a un triangulado, operación fundamental para una exacta medición del suelo. (N.R: esta libro fue publicado en 1962).
El primer Censo Nacional de 1875 concedió a San Juan, según cálculos de Martín de Moussei, s Tres mil trescientas leguas cuadradas, o sea, ochenta y nueve mil kilómetros cuadrados, con constancia de que los comisionados de Censo habían obtenido una superficie de nueve mil seiscientos cincuenta y nueve leguas cuadradas.
El segundo Censo, sobre la base de una medición planimétrica, dio por la provincia una extensión de ochenta y siete mil cuarenta y cinco kilómetros cuadrados.
El cuerpo físico de la provincia no es importante. Por su extensión, el doble de tamaño de Bélgica, Holanda, Suiza o Dinamarca, e igual que el de algunas de otra nación. Es más pequeño, sin embargo, que el de la mayoría de las provincias de Argentina.
El significado del territorio sanjuanino proviene por sobre todo de su majestuosidad de la Cordillera jalonada por inaccesibles cumbres, de su topografía abrupta, plena de posibilidades, negaciones y contrastes, y si y de su incalculable riqueza, mineral.
En casi noventa y nueve por ciento del suelo es Juan, custodiado de fabulosas riquezas inexploradas, asientan las montañas o son yermas travesías. Toda la naturaleza de San Juan se encuentra abrumada por la eclosión andina, única expresión acaso sea la presencia de algún tipo de tras conejado de una época primario, arcaica.
A causa de la falta de lluvias y de la ausencia de humedad en la atmósfera, el aspecto del suelo es desolado. El milagro agrícola de San Juan se debe tal vez al sílice, sustancia de mucho contacto con el carbono, componente esencial de toda materia vegetal y animal.
*Videla, Horacio (1962). “Historia de San Juan. Tomo 1, Época Colonial”. Primera Parte “Noticias Geográficas y precolombinas” (página 21).