La historia del algodón en la década del ‘80

   Las páginas de las redes sociales suelen ser disparadores de historias que son dignas de contar. Tal el caso de Luis Alberto Villegas Atencio, un sanjuanino que vio en Facebook una foto actual de una plantación de algodón en Médano de Oro y comentó recuerdos de su infancia cuando cosechaban algodón en la misma zona en la década de 1980.

Luis contó a Destino San Juan una historia de sacrificio y trabajo de toda la familia, cuando su madre quedó sola en la crianza de tres hijos.

“Íbamos a cosechar algodón con mi mamá, mis hermanas y yo, que era el menor, tenía 12 años en 1980. Mi papá había fallecido y necesitábamos dinero para salir adelante. Eran épocas muy difíciles”, relató Villegas.

Además de trabajar para poder subsistir, tenían que pagar alquiler porque no tenían casa propia. Luis contó que los buscaban en camiones para llevarlos a la cosecha.

“Vivíamos en la Villa Italia, teníamos que levantarnos a las 5 de la mañana y esperar un camión que nos llevaba a todos parados; yo me acuerdo que hacía mucho frío, también que debíamos llevar nuestra vianda”, dijo.

La imagen del manto blanco de los capullos de algodón despertó muchos recuerdos y emociones.

“Mucha gente de la zona no quería trabajar en el algodón, se habían cansado porque la paga era muy poca y el trabajo era mucho, pienso que sigue siendo así, no sé si habrá alguna máquina para sacarlo ahora el algodón, pero en esa época lo hacíamos todo a mano”, contó.

  Cuando llegaban a la plantación, los organizaban y les daban dos bolsas de arpillera, los más experimentados tomaban cuatro bolsas.

“Teníamos que sacar el algodón de esos capullos y los cocos, que son las puntas que sobresalen, te rompían toda la cutícula de los dedos y te sacaba todo el pellejo de las yemas, por más que lo hicieras con cuidado. Empezábamos a las 8 y terminamos yéndonos como a las 6 de la tarde”, aseguró.

Para el niño que era Villegas, llenar una bolsa de algodón costaba mucho, tenían que sacar todo el algodón del capullo y no dejar nada porque había un capataz que controlaba todo.

La bolsa pesaba entre 10 y 15 kilos y les pagaban muy poco, “como mucho al valor actual serían unos $2000 entre los cuatro, mi mamá, que tenía 37 años, mi hermana de 17 años, mi otra hermana de 15, y yo de 12 años. Volvíamos cansados pero contentos”.

De esos años de trabajo tan duro, Luis rescató el aprendizaje.

“Hoy creo que nos sirvió para moldearnos, para salir adelante y más con nuestras edades, nos sirvió para entender las situaciones y cuidar más el dinero. Crecimos bien y con los consejos de mi mamá que a pesar de todo siempre nos decía: ‘Den gracias a Dios siempre y pídanle solamente a él’”.

Ocho años después, Luis se fue a trabajar a Buenos Aires y sigue viviendo allá, aunque planea volver pronto a vivir a su querido San Juan.

Fuente: nota publicada en la revista “Destino San Juan”.

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Algodón en la década de los 80 en San Juan.
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