Visitar el Museo Arqueológico de Barreal es mucho más que acercarse a la historia local, es maravillarse con los relatos de la descendencia de su fundador, Don Renzo Herrera.
Es que cada una de las 900 piezas que guarda el museo tiene su propia historia, las que se suman a las narraciones fantásticas de Eduardo Herrera, hijo de Don Renzo y también baqueano de la cordillera de Los Andes.
Allí se pueden observar piezas únicas que no se encuentran en ningún otro museo sanjuanino.
La casa de adobe que alberga el museo es también una antigüedad ya que fue construida por el bisabuelo de Eduardo en 1904. Allí hay dos habitaciones dedicadas a la colección privada que don Renzo comenzó a armar en 1940.
“Mi padre era muy amigo de un sacerdote, De Caro, que también amaba la búsqueda de fósiles y elementos antiguos, y salían juntos. Mi abuela usaba los morteros para el cocho por ejemplo y cuando ella encontraba una punta de flecha le caía una lágrima porque su madre era huarpe, mucho sentimiento…para nosotros la montaña es un lugar sagrado”, contó Eduardo con la voz cortada.
Cada vez que Herrera salía a la cordillera volvía con las alforjas cargadas de valiosas piezas para su colección que se fue transformando en un museo de gran valor.
Allí por ejemplo se puede ver la mandíbula y un pedazo de cola de un Gliptodonte de 60 millones de años, un animal emparentado con los armadillos actuales que vivió durante la época del Pleistoceno. Una experiencia maravillosa tener tan cerca esas piezas únicas.
La ciencia moderna determinó que el Gliptodonte se originó en Sudamérica, con restos hallados en Brasil, Colombia, Argentina, Uruguay y Perú.
También hay en el museo evidencias de los primeros pobladores de Calingasta, la cultura Fortuna y también la Molle: puntas de flecha, restos de vasijas, morteros, piedras horadadas, agujas de hueso de guanaco, y también petroglifos con fantásticas figuras talladas.
Una honda emoción fue ver una bayoneta perteneciente al Ejército de Los Andes que lideró San Martín en su extraordinaria hazaña de libertad en América. El Cruce de los Andes fue realizado por el Paso Patos Sur, en Calingasta.
(Fuente: Nota publicada en la revista Destino San Juan)