Los documentos que enmarcan la conmemoración del 13 de junio, Fundación de San Juan de la Frontera, son de gran importancia histórica y patrimonial. Pertenecen al periodo colonial y datan de fechas cercanas a nuestra fundación (1566-1607). Cabe destacar que el documento más antiguo en nuestro archivo es de 1601, por lo que estos nuevos archivos enriquecen significativamente nuestro patrimonio provincial, al ser testigos de un hecho trascendental: el nacimiento de nuestra ciudad.
El 2 de marzo de 1561, Don García Hurtado de Mendoza fundó la Ciudad de Mendoza. Posteriormente, el Capitán Juan Jufré, por encargo del Capitán Francisco de Villagra, gobernador de la Capitanía General de Chile, fundó San Juan de la Frontera el 13 de junio de 1562. El nombre honra a San Juan Bautista, el santo patrono del Capitán Jufré, y se refiere a la ubicación fronteriza con la Gobernación de Córdoba del Tucumán.
En el plano original de la fundación, se destinó una manzana central para la Plaza Mayor o de Armas, rodeada por solares reservados para un Cabildo, la Iglesia Matriz y la Hermandad de Santa Ana. Nuestra institución cuenta con una copia en color del plano fundacional, obtenida del Archivo de Indias en Sevilla, gracias al Centro de Heráldica y Genealogía de la provincia.
Los documentos se refieren a nuestra provincia como “Sant Joan de la Frontera” y datan de los primeros meses de 1566, reflejando eventos ocurridos pocos años después de la fundación. Según estos archivos, el Rey Felipe encomendó a los españoles no solo descubrir territorios, sino también poblarlos y establecerse en ellos. Si no cumplían, perdían el privilegio otorgado por el rey de las tierras concedidas. Las comitivas estaban formadas por capitanes, soldados y encomenderos.
Estas tierras estaban habitadas por los huarpes, pueblos originarios. Los españoles enviaron una comitiva para poblarlas, aunque muchos se marcharon debido a la falta de oro y los conflictos con los indígenas, que en ocasiones se tornaron violentos. A pesar de que las fuentes muestran a los huarpes como pacíficos, se registraron castigos hacia ellos.
Se resalta la preocupación por dotar a la comunidad de sacerdotes y de infraestructura religiosa, tanto para el bienestar espiritual de los españoles como para la conversión de los indígenas a la fe católica, lo que se consideraba una forma de mantener la paz. Esta demanda continuó en el siglo XVII.
En aquellos años, se solicitaban armas, caballos, herrajes y municiones debido a la difícil situación económica en ese inhóspito territorio. La comunicación entre los españoles también era un reto, ya que la “cordillera nevada” dificultaba las noticias y los viajes.
Uno de los documentos menciona: “por el bien de los naturales y por su buen tratamiento y conservación que sean doctrinados en las cosas de nuestra Santa Fe católica y que por ninguna persona sean maltratados ni hecho fuerza ni agravio y que se les guarde su libertad y justicia como vasallos de su majestad...”. Sin embargo, esta orden no se cumplió, ya que muchos pueblos originarios fueron explotados y maltratados.
Los documentos subrayan el respeto debido a las autoridades del reino de España y a las jerarquías provinciales. Se debían enviar informes de los acontecimientos y respetar las órdenes y jerarquías, bajo pena de castigo. Esto reflejaba la confianza depositada en los caballeros por el señor de estos territorios.