El siguiente es un artículo de Luis Eduardo Meglioli
Mucho se ha escrito sobre la vida y obra del hombre
que más años gobernó San Juan entre 1836 y 1854. Militar, caudillo por
definición y hombre fuerte de esta provincia durante más de veinte años. Se
llamaba Nazario Benavides y sobre él
se ha publicado un amplio trabajo de investigación titulado “Archivo del
Brigadier General José Nazario Benavides”, en cuatro tomos y siete volúmenes,
dirigidos por la recordada profesora Margarita
Ferrá de Bartol y un equipo de prestigiosos profesionales de la carrera de
Historia de la FFHA de la UNSJ.
Benavides
nació en 1805 en un caserío que conformaba el actual distrito de Concepción,
San Juan, y terminó asesinado a los 53 años en los altos del Cabildo local
sobre las actuales calles General Acha, entre Mitre y Rivadavia, el 23 de
octubre de 1858.
A los
24 años ya formaba parte del ejército de Juan
Facundo Quiroga para luchar contra el general unitario Gregorio Aráoz de
Lamadrid. Precisamente, fue aliado del gobernador de la provincia de Buenos
Aires Juan Manuel de Rosas en el periodo 1835-1852 y finalmente de Justo José
de Urquiza, presidente Constitucional de la Confederación Argentina entre 1854
y 1860.
Palabras de Sarmiento sobre Nazario Benavides
Según el historiador sanjuanino Francisco Eduardo Rodríguez, en su “¿Quién es
ese Benavides?”, Sarmiento insistió hasta lo imposible a Benavides para que
abandonara a Rosas y encabezara un pronunciamiento contra el “restaurador”, y
al mismo tiempo llegó a elogiarlo desde su exilio en Chile: “Benavides es un
hombre frío; a eso debe San Juan haber sido menos ajado que los otros pueblos.
Tiene un excelente corazón, es tolerante, la envidia hace poca mella en su
espíritu, es paciente y tenaz”.
En
esa misma línea de consideración como gobernador, a Benavidez se lo consideró
un hombre “recto”, que se ocupaba mucho de luchar contra los robos y la
violencia en el pueblo.
A su
vez, en las luchas entre unitarios y federales, se ganó el aprecio de sus
enemigos porque lo calificaban de “tolerante con los que controlaba o ganaba en
enfrentamientos y no se le conocía espíritu de venganza”.
Hay
que recordar también que permitió el regreso de muchos unitarios exiliados en
Chile, entre ellos Domingo Faustino Sarmiento, Anselmo Rojo y Antonino
Aberastain.
En sus años jóvenes trabajó en los oficios de podar viñas y tapiar, para pasar a ser luego arriero durante varios años, y fue en ese desempeño cuando conoció al brigadier general, Juan Facundo Quiroga, poderoso caudillo de la primera mitad del siglo XIX.
Fue
precisamente Quiroga quien le tomó afecto y respeto a Benavides. Y hasta medió
para que pudiera casarse con la mujer de la que el sanjuanino se había enamorado.
La historia de amor
Una leyenda memora que cuando le tocó a Facundo revistar tropas, notó
“nervioso” a Benavides y llegó a decir “a ese hombre le perturba la traición o
algo grave le sucede”. Para salir de la duda lo hizo llamar y lo interrogó
rigurosamente como buen militar.
Benavides
le confesó que su nerviosísimo estaba provocado por un tema de amor, ya que la
familia de su novia no aceptaba el matrimonio con él por ser un hombre pobre.
Quiroga le respondió: “no se desanime, todo es cuestión de tiempo”, y tras
preguntarle el nombre de la familia de su novia, comprobó que la conocía muy
bien.
La
joven se llamaba Telésfora Borrego y
Facundo Quiroga inmediatamente accedió a hablar con su madre, María de los
Ángeles Cano casada con Pedro Pascasio Borrego. No solo los convenció
hablándole de las virtudes de Nazario sino que terminó siendo padrino de la
boda, que se produjo una semana después, el 25 de octubre de 1833.
Nazario
tenía 31 años y Telésfora, 18. Según testimonios que trascendieron oralmente,
la pareja de recién casados bailó en la fiesta posterior a la ceremonia
religiosa siguiendo la letra de “El sombrerito”, con “caminada, zapateada y
saltada”, usando dos sombreros masculinos para el hombre y la mujer, lo que
representa “un moderado galanteo”, al son de una letra muy atractiva. Otro
detalle de alta consideración es que la ceremonia fue oficiada por el entonces
primer obispo de San Juan de Cuyo, fray Justo Santa María de Oro, el gran
sanjuanino que junto a Francisco N. Laprida representó a San Juan en el
Congreso de Tucumán donde se enarboló la Independencia.
El
matrimonio de Nazario y Telésfora tuvo once hijos, con mellizos en dos
ocasiones. Los historiadores coinciden en que se trató de “un modelo de hogar
cristiano”, hasta el día de la muerte del militar. Telésfora le sobrevivió diez
años, conservando sus formas educadas y guiando a todos sus hijos.
Las cenizas de la pareja
Hoy, las cenizas de Nazario Benavides y Telésfora Borrego, se conservan en
sendos cofres en el mausoleo de Alejandro Quiroga Largacha, justamente frente a
la tumba de la familia de Sarmiento, por la calle principal del Cementerio de
la Capital.
Más
de una vez se habló en el ambiente de historiadores y políticos de trasladar
los restos de Benavides al Panteón Provincial, donde reposan varios
gobernadores fallecidos, entre ellos Amador Izasa, Amable Jones, y Américo
García, pero aún no se ha logrado cumplir con esa idea llena de justicia
histórica.