Para quienes nos iniciábamos en el periodismo, los años 70 nos trajeron
un cine que presentó una temática en ese entonces poco conocida,
Estamos hablando de los años 70 cuando la película El Padrino con Coppola, Pacino y De Niro hizo popular el género de
gangsters.
Poco después llegó a las pantallas
La maffia, trayéndonos la versión local de las organizaciones criminales
con sede en Rosario. La historia tenía sus personajes centrales, Juan Galiffi,
Chicho Grande y Luciano Benoit, Chicho Chico.
A La Maffia seguió La flor de la
mafia, estrenada en 1972 que, lleva como título el apodo con el que se la
conocía a Agata Galiffi, la hija de Chicho grande.
Estamos hablando de mafia rosarina, pero en el caso de Galiffi muy
ligada a San Juan. Eran los años 30, gobernaba Cantoni y Galiffi tenía
intereses bodegueros y también en el mundo de la usura en nuestra provincia.
Los años pasaron y tras una vida de aventuras delictivas increíbles, y
luego de estar recluida en una cárcel tucumana, a mediados de los años 50 Ágata
Galiffi llegó a San Juan, dispuesta a recuperar propiedades que su padre tuvo
en los años 30. Atrás quedaban años tumultuosos.
Ya era una mujer mayor cuando en la esquina de Av. Rioja y Rivadavia instaló
una zapatería a la que puso por nombre Karina, en honor de la hija que adoptó.
En aquellos años 70 ella vivía en los monobloques de 9 de Julio y Caseros.
Dicen quienes la trataron que era una mujer sencilla, que aún conservaba
rastros de su antigua belleza y sus hermosos ojos grises y que, a despecho de
su pasado turbulento, rodeado de violencia, era una persona agradable y
generosa.
Como es normal en toda mujer enigmática, poco se sabe de ella. Hay
veteranos que aseguran que murió tras ser internada en el Sanatorio Almirante
Brown donde falleció el 6 de julio de 1985 por un virus intrahospitalario.
Otros dicen que incluso una pequeña placa la recuerda en el cementerio de Santa
Lucía.
Fuente: Publicado en Nuevo Mundo, edición
1014 del 19 de septiembre de 2024