El 15 de enero de 1888 nacía Krsto Lecic, en el pueblo Ljubomir, en Bosnia Herzegovina. Era el mayor de los seis hijos del matrimonio de Pero, en español Pedro, Lecic y Mara Dzomba. Después de él seguían Spasenia, Andrija, Jovana, Duka y Todor. Con este joven Krsto comienza la historia de los Lecich en San Juan.
Principios del siglo XX, eran tiempos de mucha pobreza para Bosnia Herzegovina. En esos años el tío Salvador Gambetta, primo de Mara, estaba instalado en la provincia. Acá le fue bastante bien y logró tener su propia bodega. Con esa referencia y con la esperanza de poder sobrevivir a la realidad que vivían, Pero decidió enviar a su hijo mayor a la prometida América.
El joven Krsto se embarcó en 1905, cuando tenía apenas dieciséis años y en el puerto de Buenos Aires ingresó con un pasaporte austro húngaro. Al arribar le cambiaron su nombre por Cristóbal y su apellido por Lecich.
Cristóbal fue directo a instalarse en San Martín, que era la localidad en la que su tío Salvador tenía la bodega. La idea de sus padres al enviarlo a Argentina era que trabajara por un tiempo, juntara algo de dinero y después regresara a su tierra pero eso nunca pasó.
Llegó 1914. Cristóbal seguía trabajando junto a su tío, rodeado de la tranquilidad del árido clima sanjuanino, mientras que en Europa comenzaba la Primera Guerra Mundial. Cuando terminó el conflicto bélico, en 1919, se casó con la sanjuanina Fidela de los Ángeles Andino Cornejo. Poco tiempo después de casarse ya contaba con su propia bodega en Caucete y comenzaron a llegar los hijos, que en total fueron siete. El mayor fue Pedro, que falleció siendo chico, después seguían Lilia, Mara Ilinca, Cristóbal José, Nedelko, Dusan y Mirta.
Trece años llevaba Cristóbal sin regresar a su tierra y sin ver a nadie de su familia, ya había fallecido su hermana Pasenia y Andrija se había radicado en Estados Unidos. En esa época comenzó a concretar el anhelo de volver a sus orígenes. Compró pasajes para ir al viejo continente pero unos días antes de emprender el viaje recibió un telegrama que le informaba la triste noticia de que se madre Mara había muerto. Rompió los pasajes y nunca regresó. Mientras, sus padres y hermanos seguían en Europa, ahora la nueva Yugoslavia, sobreviviendo a la posguerra. Unos meses después de que intentara volver a Europa, en 1929, llegó a San Juan uno de sus hermanos menores, Duka.
Un año antes del terremoto de San Juan gran parte de la familia de Cristóbal que había quedado en Bosnia, que entonces estaba integrada a Yugoslavia, fue masacrada. Los alemanes reunieron a la gente del pueblo en una escuela albergue con la excusa de que iban a tener una reunión y allí los ametrallaron. Ahí falleció el padre de Cristóbal, también algunos de sus tíos. Solo logró sobrevivir un primo que fue dado por muerto cuando quedó entre los cuerpos de los fallecidos y en la noche logró escaparse.
Poco después, en 1944, Cristóbal falleció. Hasta ese momento trabajó en la bodega que había logrado levantar cuando era solo un joven buscando una salida para su familia. Después de su muerte, su esposa Fidela, que era maestra de manualidades, decidió vender la propiedad. Es que el hijo mayor del matrimonio, Pedro, que hubiera sido el que podría administrarla, había fallecido y la hija que le seguía tenía solo 16 años.
Como maestra Fidela trabajó y con gran esfuerzo educó a sus seis hijos, hasta que falleció en 1978. Varios de sus hijos se dedicaron al arte. Las mujeres Lilia, Mara y Mirta fueron profesoras de piano. Nedelfo es dentista, Cristóbal José trabajó muchos años junto a él como mecánico dental y Dusan se radicó en Mar del Plata. De los seis hijos que tuvo Cristóbal padre solo viven Nedelko, Dusan y Mirta.
La hermana mayor, Lilia, no tuvo hijos. Mientras que la segunda, Mara Ilinca, tuvo cuatro y todos han sido abogados. La mayor es Estela Maris Vega de Krebs, le sigue Roberto Vega, que se radicó en Buenos Aires; luego Rodolfo Vega, que ya falleció y la menor es Graciela Vega.
Cristóbal José tuvo tres hijos, dos de ellos viven en la provincia y tienen un rol destacado en sus respectivas profesiones. La mayor es María Inés, que es ingeniera química, profesora de la UNSJ y vicepresidente del Centro de Ingenieros de San Juan. El segundo es Cristóbal Fernando, que vive en Río Cuarto y trabaja en su propia mueblería. El menor es Gerardo, que es arquitecto, bailarín y dirige el Ballet San Juan Nuestro Tiempo.
Nedelko tuvo tres hijos. Los mayores son Nedelko y María Eugenia, ambos son odontólogos y el primero vive en Galicia y la menor es Claudia, dedicada a la actividad comercial.
Dusan tuvo tres hijos y todos viven fuera de la provincia. El mayor, Guillermo, trabaja en el sur y los menores, Analía y Ricardo, se radicaron en Mar del Plata.
Por último, Mirta tuvo a Eduardo Fernández, que vive en Buenos Aires; Adriana Fernández, que es la directora de la Escuela de Música; Pablo Fernández, que tiene una farmacia, María Lilia Fernández, que es profesora de Educación Física y Diego Fernández, que es comerciante.
La otra rama de Lecich en la provincia es la de los nietos e hijos de Duka, el hermano menor de Cristobal que en 1949 se casó con Didi Bohnstingl. Entonces hacía veinte años que había llegado a la provincia, primero trabajó como tonelero y después de unos diez años compró su propiedad y se dedicó a la agricultura. Duka falleció en 1972 y su esposa Didi está viva. El matrimonio tuvo cuatro hijos:
Pedro, que es comerciante y el padre de Ivana, que vive fuera de la provincia; Alejandra, abogada; Pedro, arquitecto y Gabriela, estudiante.
Jorge Radovan, el segundo y comerciante, tiene tres hijos: Jorge, abogado; Maximiliano Andrés, abogado y padre de Gerónimo y Cecilia, que es arquitecta.
Andrés es arquitecto, fue vicedecano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de San Juan y presidente del Colegio de Arquitectos. Tiene dos hijas: María José, administradora de empresas y María Lourdes, estudiante.
La menor de los hijos de Duka es Mara, quien tiene una sola hija, Bélen, que está en la secundaria.