Fue un defensor a ultranza de la autonomía provincial. En 1861, cuando era gobernador, salió a enfrentar al puntano Juan Saá que venía a invadir San Juan. Y murió cruelmente en Pocito.
Sus compañeros en la universidad lo llamaban Buey, combinando y destacando cariñosamente en esa sola palabra sus principales características: calma, mansedumbre y una robusta contextura física.
Así era Antonino Aberastain, el hombre que llegó a gobernador y murió a los 51 años defendiendo ese cargo y sus ideas en Pocito, cuando un ejército de San Luis invadió a la provincia por órdenes de Buenos Aires.
Antonino Aberastain nació el 10 de mayo de 1810 en Albardón. Y no fue un niño que llegó con un pan bajo el brazo. Antes de nacer, su padre perdió todos los bienes por un mal negocio. De antigua familia local, Antonino fue hijo de Luis Arbestain, de linaje español, y de Manuela de la Roza, por lo que Ignacio de la Roza era su tío.
Estudió en la Escuela de la Patria, la misma donde lo hizo Sarmiento, y era realmente muy inteligente. De niño aprendió seis idiomas: inglés, francés, latín, griego, italiano y alemán. Luego recibió una beca para estudiar en Buenos Aires, donde se recibió de abogado en 1832.
Volvió a San Juan y fue Juez de Alzada. En 1840 se afilió al partido liberal y con el tiempo se convirtió en su mayor exponente. Amenazado por sus convicciones políticas, emigró a Jujuy, luego a Salta y después a Chile, donde además de trabajar en la intendencia de Copiapó, promovió el desarrollo minero de San Juan, especialmente la explotación de la plata. Recién en 1852, tras el derrocamiento de Rosas, volvió a la provincia.
En 1859, tras la muerte de Benavides, fue nombrado gobernador interino un militar correntino, José Virasoro. Este hombre aplicó un sistema gubernamental caracterizado por arbitrariedades, atropellos, robos y humillaciones. Aberastain se convirtió en un fuerte opositor y Virasoro, después de haberlo hecho preso, lo deportó a Mendoza.
El manejo de Virasoro fue tan desastroso que el pueblo se rebeló y terminó asesinándolo en noviembre de 1860. Francisco Coll, elegido por la revuelta, tomó las riendas provincias y convocó a Aberastain como ministro.
La muerte de Virasoro había desencadenado la intervención desde Buenos Aires, que no reconocía el gobierno de Coll. El coronel puntano Juan Saá tenía la orden de invadir la provincia. Para evitarlo, Coll llamó a elecciones y Aberastain asumió como gobernador. Pero eso no frenó la decisión de invadir San Juan.
Entonces Antonino salió a su encuentro con un ejército de apenas 300 hombres y lo esperó en La Rinconada, Pocito. El 11 de enero de 1861, las facciones se enfrentaron en una batalla sangrienta, que apenas duró media hora, y ganaron las numerosas huestes de Saá.
Aberastain fue hecho prisionero y, tras algunos crueles castigos, fue asesinado por la espalda por Francisco Clavero, por orden de Saá. La brutal matanza conmovió a todo el país. Antonino, desde entonces, fue conocido como el mártir de La Rinconada.
Varios homenajes Además de la calle céntrica que lleva su nombre, En memoria del manso Aberastain hay otra que lo recuerda en Pocito. También en este departamento, la villa cabecera, una de las más pujantes del interior sanjuanino, le hace honores.
Fuente: Diario de Cuyo. 13 de junio de 2007