Hemos creído conveniente rescatar en este estudio las figuras de aquellos sin historia que componían el mundo del trabajo en la ciudad preterremoto. El rastreo periodístico nos permitió í recuperar una galería de imágenes y pequeños reportajes que a lo largo de 1939 publicó el diario “Tribuna”.
La muestra gráfica nos permitió materializar la visión y la percepción de los habitantes urbanos de la época en que vivían. Los comentarios que acompañan cada una de las fotos las hemos elaborado en base al relato del cronista, para resaltar solamente las pequeñas historias de vida, breves, con pocas líneas, pero que nos brindan una visión distinta del mundo urbano de la época, donde estaba presente el drama y la picardía características del sanjuanino.
1 EL ALBAÑIL
ROGELIO ROBLEDO, sanjuanino, 20 años, soltero sorprendido por el fotógrafo trabajando en la obra de calle Rivadavia y Jujuy, se describía como hombre animoso y optimista, manifestándose contento con su suerte, y oficio, por cuanto no había tenido percances graves en su tarea. Solamente una vez trabajando en la construcción de la vía férrea de Mendoza a Pie de Palo, se rompió dos costillas de una caída, contándolo como si las costillas no hubiesen sido suyas.
Ganaba cinco pesos diarios.
Sus expectativas para el porvenir:
-Tanto gano, tanto gasto. Ya puede imaginarse si alguna vez llegaré a ser rico. Pero mientras haya trabajo, yo trabajaré. (16/2/39 p.7)
2 EL SASTRE
PEDRO CARLETTO, 42 años, sastre de nacionalidad italiana, con 18 años de residencia en el país. Carletto era hombre llano y simpático. No se quejaba de su oficio y se sentía feliz de vivir en la Argentina, donde había constituido su hogar. Había trabajado siempre por su cuenta con suerte variada. No era hombre de fortuna, pero siempre había podido sortear las dificultades que se le presentaron.
En su juventud había sido músico de la Banda de Policía, pero dejó por completo este oficio para dedicarse a la atención de su clientela y su tijera.
Estaba contento de vivir en Argentina -Y como no voy a estarlo, tengo dos hijos y un hogar maravilloso, y los hijos mandan. (12/2/39 p7)
3 EL LUSTRABOTAS
JOSE T. GAZAL, argentino, 17 años en una de las esquinas céntricas hacía oír su pregón chispeante. Hacía cuatro años que ejercía el oficio. Con su establecimiento a cuestas, Gazal se instalaba todas las mañanas en la esquina que había elegido para establecer su negocio. Hiciera frió, o calor, viento o lluvia, el muchacho estaba allí, en su esquina a la espera del cliente que por diez centavos se daba el lujo de irse con zapatos nuevos.
Antes, cuando el pavimento no se había construido, el negocio rendía más. La gente necesitaba lustrarse los zapatos todos los días. Con las calles como un patio de casa rica, el lustre del calzado duraba más. Pero Gazal estaba conforme, con su oficio, daba para ir tirando y le permitía hacer amigos e informarse de muchas cosas.
Sin embargo afirmaba^
-Cambiaré de oficio tan pronto mejoren los tiempos. Ahora es para medio vivir: no he encontrado otra cosa en que ocuparme, pero cuando tenga unos años más, esto no será suficiente- (18/2/39 P.6)
4 EL HERRERO
BILFREDO ADARO, sanjuanino, 26 años, soltero, profesión herrero, a los 15 años había entrado a trabajar como aprendiz en el mismo taller en el que ocupaba ahora en cargo de Oficial de primera, con un jornal de siete pesos diarios.
Desde niño tuvo predilección por el oficio de herrero de Obra, concurriendo a la Escuela de Artes y Oficios, que tuvo que abandonar ante la necesidad de ganarse la vida. Jamás se arrepintió del oficio elegido. En cuanto a sus expectativas:
“Bilfredo levanta los ojos del trozo de hierro que estaba trabajando a recios golpes de martillo, observa que el patrón se acerca picado por la curiosidad de nuestra presencia, y alcanza a decir para que lo oiga^ -Creo que en breve seré designado capataz general y habilitado en el negocio”. (19/2/39 p. 12)
5 EL CARPINTERO
ANTONIO NARANJO, argentino, 22 años, hijo de españoles, profesión carpintero, elegida siendo niño, entró a trabajar como aprendiz a los 14 años, para especializarse en mueblería, le gustaba ganarse el pan con el sudor de su frente, por ello hizo la carrera de su oficio desde aprendiz hasta oficial de primera.
Ganaba 6 pesos por día, y si bien no estaba satisfecho, se conformaba por las circunstancias generales.
Sus ambiciones para el porvenir:
-Desearía reunir un pequeño capitalito para trabajar por mi cuenta, o por lo menos que volvieran aquellos tiempos en que se ganaba 8 y 10 pesos diarios.
(24/2/39 p.12)
6 EL PANADERO
VALENTIN ROJO, español, 36 años, pero no conocía su patria, sus padres buscando nuevos horizontes, lo trajeron a la edad de 4 años, habiendo cumplido 32 años de residencia en Argentina. Hombre curtido en el trabajo se quejaba sin rebeldía de su vida. En los comienzos la lucha no fue tan ruda, sus padres llegaron a poseer una panadería en la que aprendió el oficio. Pero cambiaron los tiempos, reveses y contratiempos deshicieron aquel hogar, y desde entonces se vio obligado a subsistir solo; viajando de acá para allá, probando fortuna, cambiando de oficio, tanto fue albañil como agricultor! viajó cambió de provincia, pero estaba escrito que él debía seguir en el oficio que por toda herencia le dejaron sus padres.
Permanece soltero, porque no había querido unir sus penurias diarias a la vida de una mujer, ganaba 3,60 pesos diarios. “Conoció la abundancia y la felicidad que ella proporcionaba, en ese momento era un amargado que dejaba deslizar su existencia, atada a gratos recuerdos entre bolsas de harina y la gloria del pan, que sus manos hábiles y piadosas extraía del infierno de los hornos”
(25/2/39 p.6)
7 EL VENDEDOR DE TIENDA
JOSE D. FERNÁNDEZ, 31 años sanjuanino, hijo de españoles, simpático, dicharachero, vender era su oficio, lo eligió desde niño y a ello que se dedicaba con el mayor entusiasmo.
Entró como cadete de tienda con 30 pesos mensuales, logrando en poco tiempo y por sus propios méritos un sueldo mayor.
Era casado con dos hijos y un sueldo mensual que oscilaba entre los 170 y 180 pesos, según el monto de la comisión que aparte del sueldo percibía.
Le gustaba el ahorro y ambicionaba con él independizarse.
Sus ambiciones^
-Lograda su independencia económica le gustaría conocer el lugar donde nacieron sus padres- (5/3/39 p.6)
8 EL PELUQUERO
CIRILO RIVEROS, 53 años, casado, tres hijos, nacido en Pocito.
Uno de los peluqueros más antiguos de San Juan. Había entrado como aprendiz a los 16 años y durante sus treinta y siete años de oficio solo había trabajado en dos peluquerías. En la última con un sueldo mensual de 120 pesos. El patrón había prometido regalarle la el negocio cuando regresara de una gira de placer por el viejo mundo. Pero falleció en el viaje y la viuda se negó a reconocer la promesa.
Después de 25 años en la casa, se había retirado con 6.25 pesos en el bolsillo. Adquirió de fiado una peluquería y pudo pagarla a los seis meses.
Don Cirilo Riveros era además de peluquero, deportista entusiasta. Practicó el fútbol en su mocedad y fue uno de los socios fundadores del Club San Martín. A esta altura de su vida debía conformarse con ser un hincha furioso de los verdinegros. Pero cuando perdía su club no se desquitaba en la peluquería.(29 /2/ 1939 p.6
9 EL ZAPATERO
JOSE RUSO, 24 años, argentino, hijo de italianos, a la edad de 15 años se había iniciado como aprendiz en una zapatería céntrica.
Su corta edad e inexperiencia no le impidieron forjarse un futuro, con tesón y constancia ahorró unos años, adquiriendo el pequeño negocio que hoy tenía y la independencia de que gozaba.
Desde que adquirió el negocio las cosas fueron bien, se casó con la mujer que quería, con el optimismo de mejorar y darle un hogar confortable. Poseía casa propia para albergar a los hijos que llegaran.
Sus ambiciones para el futuro:
-El negocio está mal mirado, de poca categoría, y como mis ilusiones son muchas, ambiciono una vez reunido un capitalito, establecerme en grande con negocio propio de otro ramo- (2/3/39 p.6)
10 EL CHANGARIN DE FERROCARRIL
HORACIO LUCIA GONZALES, 29 años, argentino, changarín del ferrocarril, un hombre cordial, de gran fuerza. Hacia el trabajo desde los 21 años. Anteriormente, desde niño, había realizado trabajos de bodega, pero le agradaba más el de changarín porque no tenía patrones, sin desconocer que las tareas de carga y descarga de vagones era un trabajo muy pesado.
Sostenía con su trabajo a sus padres y hermanos. Era soltero por que le agradaba la soltería no habiendo encontrado aún la horma de su zapato.
(3/3/39 p.6)
11 EL COCHERO DE PLAZA
ANGEL GONZALIA, 33 años. Nacido en Córdoba, trabajó en su mocedad en distintos oficios sin prosperar en ninguno, hasta que el deseo de conocer nuevos horizontes lo trajo a la provincia, hacia 13 años que se había radicado en San Juan, iniciándose en el oficio de cochero. Su vida había sido orientada bajo el lema de: constancia y honradez en el trabajo, sin otra ambición que la de sacar el jornal que su esposa y sus hijos esperaban cada tarde como el pan nuestro de cada día.
Su rendimiento por día era de 4 a 5 pesos como máximo, antes el negocio daba más 7 a 10 pesos diarios. Su patrimonio era un lote que iba pagando en mensualidades, con las consiguientes privaciones, procurando dar un techo propio a la familia.
Sus expectativas: -No solo propias sino del gremio. Desearíamos que se anulase esa disposición que prohíbe el estacionamiento y el tránsito de nuestros vehículos por la Plaza 25 de Mayo. Por ser ese el punto comercial nuestro.- (4/3/39 p.7)
12 EL PEON
NICOLÁS A. CARRIZO, 25 años, nacido en Jachal, por causas que el mismo ignoraba tuvo unos padres adoptivos que con amor y abdicación lo criaron como hijo, moldeándolo y formándolo, hasta convertirlo en un hombre bueno y fuerte, apto para el trabajo.
No leía ni escribía, por no haber tenido la oportunidad de ir a la escuela, por no existir en la zona en que había sido criado. Ejercía su oficio de peón allí donde fuera necesario poner fuerza y corazón.
Pocas veces le faltaba trabajo, hacía un año que trabajaba “fijo”, recibiendo un jornal de 4 pesos diarios. Practicaba el ahorro en poca escala, pues no le gustaba privarse de satisfacer sus pequeños deseos.
Con referencia a sus padres, ellos tenían pequeños bienes y no lo necesitaban, aunque sabían que llegado el caso, les devolvería todo lo que habían hecho por él.
Sobre sus expectativas:
-Seguir siendo peón, no estoy capacitado para sSS hacer otra cosa; sin embargo dejo librado al destino lo que pueda ser más adelante.
(8/3/1939 p.6)
13 EL ELECTRICISTA
JOSE S. CUELLO, 33 años, casado, argentino siendo su cuna Caucete. Se había iniciado a los quince años en una herrería donde permaneció tres años llegando a ganar 2,50 por día. Pero la dureza del hierro que no pudo moldear a su antojo o quien sabe que otro factor, le hicieron abandonar el oficio y adquirir el de electricista, en el que llevaba ya catorce años “jugando con la muerte” entre sus manos.
Le agradaba el trabajo, era oficial, ganaba 4,70 por día y no le sobraba nada para el ahorro.
Sus expectativas:
•Lograr el ascenso para incrementar su ingreso. (9 /3/39 p.6)
14 EL TONELERO
LUIS JACAMO, ídolo futbolístico sanjuanino, que aparte de sus actividades deportivas, trabajaba como tonelero “y de los mejores”
Fue algún tiempo jornalero y probó distintos oficios hasta quedarse con el de tonelero, trabajo que ejercía desde hacía cinco años en la Bodega de Cerecetto.
Ganaba un jornal de 4.50 por día, y eso le daba de comer a su familia.
El fútbol solo le había dado disgustos y satisfacciones morales.
-Viajé conocí Mendoza, San Luis y Buenos Aires y en algunas oportunidades, una patada certera, que anidó el esférico en la red, dando el triunfo al cuadro mío. Esto, vale una quincena. (11/3/39 p.6)
15 EL TORNERO
PEDRO GIL, argentino, 40 años.
A la edad de 13 años entró a trabajar como aprendiz de herrero hasta los 20 años, en que la patria lo reclamó: Ingresó en la Armada como conscripto electricista, oficio que arraigó en él, pues al salir y durante varios años trabajó como tal, ganando un sueldo de 120 pesos mensuales. Llevaba 17 años trabajando, en la misma empresa, siendo apreciado por sus patrones, estima que él correspondía.
Su salario mensual de 200 pesos y el espíritu ahorrativo de su compañera de la vida, le habían permitido adquirir su casa propia que albergaba a sus cinco hijos.
No pretendía independizarse, sino seguir trabajando en la empresa.
Sus expectativas
-Por ahora solo la educación de mis hijos- (15/3/39 p.7)
16 EL LAVACOCHES
ELÍAS ALBORNOZ, argentino, 41 años. Hacia veintinueve años que trabajaba en el taller de lavado de automóviles, día tras día, orgulloso de dejar los autos como nuevos.
Vivía con su compañera como si estuvieran casados, tenía dos hijos.
El trabajo no lo cansaba, pero sí la enfermedad, durante tres años había estado enfermo por causa de la humedad sin poder trabajar. Al mejorar su salud volvió a la esponja, el balde y la manguera, pero se mostraba acobardado por su edad y el temor a tener que abandonar el trabajo que había hecho toda su vida.
Su salario era de 4 a 5 pesos diarios, sin tener capacidad de ahorro.
(21/3/39 p.7)
17 EL VENDEDOR DE GOLOSINAS
ANTONIO DARONI, argentino 26 años, soltero, vendedor de golosinas.
A los 14 años comenzo como peón, ganando un peso diario. Con algo de dinero reunido y con un poco de crédito, puso si idea en marcha, montando su negocio rodante.
Su principal clientela, los niños de las escuelas, le encantaba ver como acudían en los recreos “como bandadas de pájaros” hacía donde los esperaba con su triciclo cargado de golosinas.
Según su exposición su ganancia era poca, solamente 3 o 4 pesos diarios.
Su proyecto:
-Pienso juntar unos pesos, establecerme en un puesto fijo y casarme.
(23 13 I 39 p.6)
18 EL ENCARGADO DE FRIGORIFICO
JOSE MARIA LUNA, Argentino 30 años. Encargado de controlar la carga de un establecimiento de exportación de uvas en fresco, en un vagón frigorífico del Ferrocarril.
Controlaba la estiba de la carga, el sistema de frío del frigorífico y el vagón de transporte. Después de probar varios oficios recalo en ese cargo hacía siete años y parecía no sentir el frió de la cámara.
Casado y con cuatro hijos, tenía un sueldo mensual de 150 pesos mensuales.
No tenía grandes ahorros de su trabajo, pero intentaba establecerse, en un futuro, en cualquier tipo de negocio propio.
(25/3/39 p.6)
19 EL MECANICO
JULIO CAPUTO, 25 años, argentino hijo de italianos. Joven de gallarda figura, conocido como el “Tyrone Power del taller”. Soltero vivía con la madre y los hermanos, pues al padre tuvo la desgracia de perderlo.
Trabajaba como mecánico desde los 13 años, aportando su salario de aprendiz para su hogar. Luchó con su pequeño sueldo, hasta ascender por mérito propio al cargo de oficial. Su sueldo era de cinco pesos diarios. Tuvo un accidente en la vista, pero la empresa le pagó los gastos y no tuvo consecuencias.
Sus aspiraciones:
-Los proyectos matrimoniales que tengo en perspectiva me obligan a guardar algo: además con el ahorro siempre se llega a algún lado, y pueda ser que con el tiempo pueda independizarme y trabajar por mi cuenta. Esto y tener un hogar formado son mis mayores deseos.
(29/3/39 p.7)
20 EL VENDEDOR DE FRUTAS
GREGORIO ZUNGRE, italiano, 65 años vino al país con su compañera a los 25 años, dejando con sus padres allá en su tierra natal el único tesoro que poseían: sus dos hijos. Pequeños aún, los dejaron para no exponerlos a los vaivenes de una vida azarosa en un país desconocido. Tal vez pensaron labrarse un porvenir y reclamarlos cuando gozaran de bienestar. Sueño que nunca pudieron realizar.
Siempre con el negocio de fruta, lucharon abnegadamente cara a cara con la vida, llegando a juntar unos pesos y adquirir una humilde casita. Fue la época de florecimiento. Luego cambiaron los tiempos, reveses y contratiempos, no pudieron conservar la casa propia.
Como si esto fuera poco, una carta de su país les enlutó para siempre: los dos hijos habían muerto en la gran guerra.
Su único deseo era resignación y fuerza para ganarse el pan sin tener que mendigarlo.
(26/2/39 p.6)
21 EL CARRERO
GABRIEL SORIA, 57 años, argentino y “criollo de pura cepa”. Montado en su muía predilecta, transportaba la uva de la viña a la bodega diariamente en el periodo de cosecha, dos veces por día.
No era casado legalmente pero tuvo quince hijos, de ellos vivan once: siete varones y cuatro mujeres. Los mayores sabían leer y escribir.
No ganaba mucho en su tarea, pues no era continua y a los animales había que darles pienso todos los días “el día que hay trabajo por el día de huelga”, y la familia era grande.
Su ganancia el día que trabajaba era de seis o siete pesos.
En su mocedad se trabajaba más, esto le permitió tener casa propia, el carro y los animales y un terreno en Carpintería al que dedicaba a temporada de invierno cuando escaseaba el trabajo en la ciudad.
Sus hijos trabajaban cuando había trabajo dos eran casados y vivían independientes.
Sus expectativas:-Que Dios me dé salud para seguir trabajando_
(7/4/39 p. 6)
22 EL CARNICERO
CRISTÓBAL GÓMEZ, español, 24 años.
Vino con sus padres cuando tenía 4 años y de su país natal nada conocía.
Fue a la escuela hasta cuarto grado, y sintiéndose hombrecito comenzó a trabajar en la feria cuando tenóa 12 años, era bolsero, compraba, reparaba y vendía bolsas, ganaba hasta 15 pesos algunos días, puso luego un corralón donde le fue muy bien, pero el dinero no tenía valor y lo mismo lo ganaba que lo gastaba en satisfacer caprichos de juventud, y diversiones a las que nunca rehuía.
Hacía cuatro años que estaba establecido en la carnicería, y uno que se había casado, desde ese momento había sentado cabeza y el nacimiento de su hijo le daba un nuevo significado a su vida.
Su esposa ayudaba con la verdulería y conseguían una ganancia de 9 a 10 pesos, podrían ser más, pero habían “clavos”
Sus expectativas: -Comprar un lote y edificarlo. Esperaba la oportunidad y el punto que le gustara.
(l3/4/39p. 6)
23 EL AGENTE DE TRANSITO
PABLO CASTRO, argentino, 27 años, viudo, con dos hijos.
Allá en los 14 años, hombrecito en embrión, ya supo lo que era el trabajo. Fue jornalero hasta los 18 años, ingresando luego como agente de tránsito. No le molestaba el calor ni el frío, ni siquiera el plantón impuesto por su oficio, girando como una veleta humana, pues entendía que su función era guardar la vida de todos, aunque expusiera la suya.
Ganaba 110 pesos mensuales y con mucho sacrificio había adquirido un lote, por el que pagaba en cuotas, de 14 pesos que costaban varios sacrificios.
Había enviudado hacia un año, y no tenía todavía la intención de reincidir.
•A una hermanita mía le tengo confiados mis hijos; ella es ahora la madre de los pequeños- (12/3/39 p. 12)
24 LA OPERADORA TELEFONICA
RITA GOMEZ, argentina 35 años, operadora de la Central de Teléfonos, encargada, con sus 10 compañeras de comunicar a la mitad de la población con la otra, hora tras hora, conectando con agilidad un número con otro y escuchando, a veces, conversaciones en todos los tonos.Rita se había iniciado en este trabajo a los 17 años, ganaba 90 pesos mensuales.Huérfana de padre, fue a la escuela hasta el 5° grado, viéndose en la necesidad trabajar para asistir a su casa, donde solo otro hermano trabajaba y gracias a ello adquirieron la casita en que viven. Sus expectativas:
-Seguir trabajando, no esperaba matrimonio ni amores.
(15/4/39 p.6)
25 LA EMPLEADA DE SASTRERIA
LOLA MARTÍN, 30 años, argentina de padres españoles. Concurrió a la escuela hasta el 5o grado, y a la edad de 14 años tuvo necesidad de ingresar como aprendiz en un taller de modista, sin sueldo, solo con el afán de aprender.
Dos años duró este entrenamiento, al cabo de los cuales pudo aportar a su hogar un salario de 1,50 por día. Luego entro a trabajar en una sastrería para caballeros, donde ganaba dos pesos, pero como esto era poco, siendo huérfana y único sostén de su casa, dedicaba sus horas de descanso en el hogar, a atender costuras particulares.
No tuvo oportunidad de casarse, por no haber encontrado el hombre que deseaba.
Con un evidente sentido del humor, festejado por sus compañeras, expresaba sus expectativas^
•Casarme, hasta con un viejito, pero con plata...- (12/4/39 p.7)
26 LA CAMARERA DE CONFITERIA
OFELIA MERCADO, 20 años, argentina, soltera. Desde la edad de quince años tuvo necesidad de ganarse la vida, entró a trabajar en el Boletín Oficial con 40 pesos mensuales, pero perdió aquel empleo que añora, viéndose en la necesidad de trabajar en cualquier cosa para ayudar su familia. Así llego a camarera de bar, con desagrado pues tenía otras aspiraciones, allí ganaba 50 pesos mensuales, pero como leía y escribía bien, no perdía la esperanza de conseguir otro trabajo. Solo se casaría si ello significara la independencia y la liberación del trabajo. De lo contrario prefería abrirse camino sola y buscar un porvenir mejor.
(23/2/39 p.6)
27 LA CAJERA
ADELA OLMOS, 17 años, Argentina, hija de españoles. Curso estudios hasta 6o grado y debido a las dificultades con que tropezó para ingresar en los estudios secundarios, tuvo que resignarse a trabajar, entrando como cajera, hacía año y medio, en una casa de comercio con 50 pesos mensuales de sueldo, parte de los cuales se veía obligada a dejar a las empresas de ómnibus, pues vivía en Desamparados.
No tenía novio, y no quería hablar de ello.
Su aspiración:
-Llegar algún día a conocer España. Sin dejar de querer a mi tierra, siento que por mis venas corre la sangre española, país aquel por el que siento los mismos afectos que por el mió.
(2 /4/ 39 p.6)
Este mosaico de personajes urbanos conformó, a nuestro criterio, un conjunto representativo de las clases asalariadas urbanas que legitiman una síntesis. A pesar de las dificultades económicas, los bajos salarios y la discriminación del trabajo de la mujer, la muestra presentó elementos comunes, que de alguna forma reflejaban valores sociales de la época:
La mayoría veía el futuro con esperanza de una mejoría en la situación general del país y de la provincia. Existía una alta valorización de la cultura del trabajo y el crecimiento en base al esfuerzo personal. Privilegiaban el concepto de familia, independientemente de la legalidad de las uniones Componían un conglomerado criollo inmigratorio sin discriminaciones. Consideraban la “casa propia” como bien fundamental de la familia. Existía mentación de la estabilidad laboral, la jerarquía de la experiencia y la capacitación, conservando el uso del aprendizaje laboral del oficio y la especialización gradual propia de los gremios tradicionales. Se reflejaba, en la mayoría, esperanzas de progreso laboral y material sobre la base del esfuerzo personal, la lealtad y la solidaridad patronal.
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