Los primeros Storni en arribar a San Juan, en 1879, fueron Angel y Antonio. Una vez establecidos, llamaron a su hermano Alfonso, padre de Alfonsina, quien llegó en 1883 y luego, vino Pablo. Los cuatro se hicieron de una buena posición económica, la cual se vio afectada por el terremoto de 1894. En el primer viaje que hace Alfonso a San Juan, permanece hasta noviembre de 1885, año en que regresa a Suiza para casarse con Paulina Mariana Aurora Martignoni, para luego volver con ella a la provincia, donde nacen María y Romeo, los dos hermanos mayores de Alfonsina.
En 1890 la pareja viaja a Suiza por problemas en la salud de Alfonso. Allí, en el cantón de Ticino, el 29 de mayo de 1892, nace Alfonsina. Poco tiempo después retornan a San Juan, donde se completa la familia con el nacimiento de Hildo.
La partida definitiva del matrimonio Storni y sus cuatro hijos de San Juan, se produce entre 1900 y 1901. Alfonsina tenía entonces entre 8 y 9 años y de ella se sabe que asistió a la Escuela Normal de Maestros y que su primera docente fue María Díaz Albarracín.
Aunque existen dudas acerca de su lugar de residencia, la mayoría de los biógrafos de Alfonsina coinciden en que vivió en la calle 25 de Mayo, esquina Mendoza, en una propiedad de sus tíos. Por el fondo de la casa pasaba un canal que Alfonsina jamás olvidaría. Al respecto, Fernando Mó, dice: “la imagen del canal quedó grabada para siempre en la mente de la poeta, quien lo recuerda en “El canal”, inserto en su libro “Languidez”.
El hijo Alejandro
Alejandro Storni, hijo de Alfonsina, llegó por primera vez a San Juan el día del aniversario número 48 del fallecimiento de su madre y fue recibido con un almuerzo organizado en casa de Irma Storni de Baca, se juntaron “los Storni”.
Con El Nuevo Diario mantuvo una extensa charla, donde nos contó que fue maestro durante toda su vida y que, aunque lo tentó la poesía, es muy poco lo que se animó a publicar, siempre con seudónimo y en periódicos y revistas y jamás en libros.
—¿Cómo era su relación con Alfonsina?
—Siempre fue una relación frontal y me dio absoluta libertad y tuvo la virtud de no orientarme en la literatura superior, me dejó que fuera creciendo con los autores que correspondían a mi edad.
—¿Fue tan frontal como para decirle que se iba a suicidar?
—Lo menos que podría haber hecho era decírmelo, porque no podía permitirse darme el disgusto de que me enterara por los diarios. Ella me fue explicando sus condiciones de salud, me fue dejando cartas e incluso me dejó una donde me indicaba que debía pagar una deuda en un banco para después de su muerte: era el último pagaré del libro “De mascarilla trébol”.
—¿Cómo asumió usted esas confesiones?
—Era terrible, era como un concurso para ver quién era más valiente de los dos; ninguno derramamos ni una sola lágrima. Cuando lloré como loco fue el 18 de octubre, al despedirla en la estación Constitución, sabiendo que no la vería más.
—¿Alfonsina le hablaba de su infancia en San Juan?
—Ella recordaba a San Juan como un paraíso, porque le gustaba mucho la naturaleza y contaba que aquí se metía en los canales. Poco antes de morir, en Uruguay, en un encuentro donde estaban también Juana de Ibarborau y Gabriela Mistral, relató como aprendió a leer con un libro robado en San Juan.
(La nota fue publicada en El Nuevo Diario el jueves 10 de abril de 1997. Puede encontrarse completa en
www.sanjuanalmundo.com)
Alfonsina y el mar
Por la blanda arena
Que lame el mar
Su pequeña huella
No vuelve más
Un sendero solo
De pena y silencio llegó
Hasta el agua profunda
Un sendero solo
De penas mudas llegó
Hasta la espuma.
Sabe Dios qué angustia
Te acompañó
Qué dolores viejos
Calló tu voz
Para recostarte
Arrullada en el canto
De las caracolas marinas
La canción que canta
En el fondo oscuro del mar
La caracola.
Te vas Alfonsina
Con tu soledad
¿Qué poemas nuevos
Fuiste a buscar?
Una voz antigua
De viento y de sal
Te requiebra el alma
Y la está llevando
Y te vas hacia allá
Como en sueños dormida,
Alfonsina, vestida de mar.
Cinco sirenitas te llevarán
Por caminos de algas
Y de coral
Y fosforescentes
Caballos marinos harán
Una ronda a tu lado
Y los habitantes
Del agua van a jugar
Pronto a tu lado.
Bájame la lámpara
Un poco más
Déjame que duerma
Nodriza, en paz
Y si llama él
No le digas nunca que estoy
Di que me he ido.
Letra: Felix Luna
Música: Ariel Ramirez