Baile popular americano, nos vino del Perú, se popularizó en las tierras de arauco y trasponiendo la cordillera nevada, sentó sus reales en nuestros valles, donde se hizo más delicado, más sobrio y circunspecto.
Ella resume y simboliza en todos los movimientos y actitudes de las damas y caballeros, una gentil invitación al amor. Si analizamos detenidamente la danza, advertimos enseguida que caracteriza finamente todas las modalidades del humano ser, cuando pasa por el inquietante, festivo o trágico trance donjuanesco.
La cueca auténticamente cuyana, adentrándose en el alma del pueblo, recorrió toda su jerarquía, pasando de los bodegones criollos a las chinganas selectas, y de allí a los propios salones de la aristocracia, donde con movimientos más lentos y ritmo más solemne, se enseñorea en la gracia de la mujer cuyana que se ufana orgullosa de clausurar las tradicionales fiestas familiares en las cuales los hogares criollos rinden culto a nuestra gloriosa nacionalidad.
Esa cueca de métrica primitiva, con más compases, y de movimientos más reposados, es la que podemos denominar típicamente cuyana. Consta de una introducción que dura tanto tiempo como conviene a la preparación de los bailarines, y de dos pies. Se descomponen cada uno, en cuatro momentos o figuras principales, las que se distribuyen de acuerdo al detalle que presento a continuación con las estrofas de la cueca mendocina titulada: Si porque te quiero, quieres...
“Si PORQUE TE QUIERO, QUIERES... "
(cueca)
1a figura
Consta de una vuelta redonda compuesta de 24 compases, donde se canta:
Si porque te quiero quieres,
jajay.
que yo la muerte reciba...
que yo la muerte reciba.
Eso sí que no haré yo,
jajay.
Morirme p’a que otros vivan...
jajay.
Morirme p‘a que otros vivan.
Se inicia el baile por la derecha. Los varones siguen a las mujeres haciendo sobre la marcha elegantes movimientos de pies (en Cuyo nunca se ha zapateado en la cueca), donde la coquetería femenina, ensaya graciosas y escurridizas huidas al persistente seguimiento de los hombres. También hace derroche de elegancia y de donaire. Con la mano izquierda levanta con discreción su falda, mientras que con la derecha hace serpentear su pañuelo criollo en variados festones, a la vez que rehúye sonriente la tenaz persecución de su galán.
2a figura
Media vuelta de 12 compases, donde se canta:
Preciosa verbenita
que del cerro eres,
escucha los lamentos
si es que me quieres.
Preciosa verbenita
que del cerro eres.
El compañero insiste en la persecución de su dama y ella siempre le rehúye con discretísima castidad de mujer. El galán en sus arremetidas al compás de la música, agita su pañuelo haciéndole con él, toda clase de cariños pero sin tocarla.
A veces intervienen los animadores y, entre los refranes se expresan así: “Hablan los pañuelos —déjenlos que digan- son unos chicuelos”. En verdad, parece que en las graciosas figuras de la cueca, los pañuelos tuvieran un expresivo lenguaje y se tornaran más comunicativos.
3a figura
Se compone de otra media vuelta de 8 compases, donde se canta:
Si es que me quieres, sí,
andá y decile,
a la vida de mi alma
que no me olvide.
En esta figura más breve que la anterior, el galán continúa sus arremetidas y la mujer sigue esbelta esquivándole coquetamente; a veces arquea su busto ligeramente echado hacia atrás y, con escurridizas quebradas de cintura, detiene o burla a su confundido compañero. En otras ocasiones, es ella la que lo incita con los viboreantes y nerviosos invites de su pañuelo que, agita tentador en variados movimientos en festón, nudo de rosa, o diversas figuras de creación personal.
4a figura
Última media vuelta de 4 compases, donde se canta:
Siempre lloro muy triste
porque te fuiste.
A veces ella se entrega vencida ante las acometidas de su galán y éste aprovecha su insinuante sometimiento, para encerrarla en un simulado abrazo que forma con su pañuelo unido en círculo alrededor de su dama. Otras veces, es él quien cae vencido y simula arrodillarse a los pies de su compañera.
Así termina el primer pie, quedando las parejas en el extremo opuesto del lugar donde iniciaron el baile. Esto ocurre siempre que a alguno de los animadores, entusiasmado por la danza, no se le antoje hacer un aro, que consiste en una interrupción del baile, que suele hacerse en cualquier momento, pero con preferencia se considera más oportuno hacerlo al finalizar cada pie, o cuando una circunstancia fortuita lo aconseja. Se aprovecha esa interrupción para obsequiar a los músicos, cantores y bailarines y, con este motivo se hacen y dicen toda clase de brindis, invites y refranes. El repertorio es inagotable y los animadores lucen el ingenio de su chispa con dichos de la más aguda y traviesa ironía, —suelen decir: “Si no me pasan me paro”. “Tomo y obligo". “Lo comprometo”. “Tome lo que me quiera y deje lo que me aborrece”. “Fondo blanco ha’i ser entonces. Por su salud me la empino". Y, así continúan los invites y choques hasta que se inicia de nuevo el primero o segundo pie que haya sido interrumpido en el baile.
2° Pie
Se repiten en orden los cuatro momentos del primero, variando las mudanzas en las diferentes figuras de acuerdo a las aptitudes e iniciativas de los bailarines.
1a figura
Vuelta redonda. Se canta:
Bienaiga quien dijo amor,
jajay,
y quien me enseñó a querer,
jajay
y quien me enseñó ''''''''''''''''a querer;
que no me enseñó a olvidar,
jajay,
que es lo que quiero aprender,
jajay,
que es lo que quiero aprender.
2a figura
Media vuelta. Se canta:
Que cobarde es mi negra
que no se anima,
estar conmigo a solas
en la cocina.
Qué cobarde es mi negra
que no se anima.
3a figura
Otra media vuelta. Se canta:
En la cocina, sí,
como si fiera,
una cosa tan fácil
que se pudiera.
4a figura
Media vuelta y se acaba, donde se canta:
Siempre lloro muy triste
porque re fuiste.
En la cueca de métrica más usual en la actualidad la primera vuelta consta de 16 compases, dos media; vueltas de 12 y por último una media de 4. El desarrollo del baile es igual al detallado anteriormente, siendo su ritmo poco más acelerado. A esta métrica corresponden las cuecas tituladas: Dicen que la ausencia es y Tus penas y las mías, del presente libro.
En Cuyo no se usaron nunca las voces de: Aura y Adentro, tan comunes actualmente en nuestros baile tradicionales; los cantores se limitaban a hacer una simple insinuación indicando las vueltas. Sus voces más usuales eran: Primera, cuando se empezaba el baile; Una cuando se indicaba una vuelta; Otra, cuando se debí hacer otra figura, y Ahí nomás cuando se iba a terminar. También se decía: Va para empezar. En el gato, su momentos zapateados se indicaban con las palabras Oído y Aire.