Los hermanos Arturo y Pablo Berrutti continuaron en San Juan la obra de aliento iniciada en Mendoza por Fernando Guzmán e Ignacio Álvarez. Luego pensionados por el gobierno nacional, perfeccionaron sus conocimientos en Alemania. Publicó el primero las siguientes composiciones: Recuerdos de San Juan, Ecos Patrióticos, Melodías Caprichosas, Vals Brillante, Danza Americana y entre otras, las óperas con letra italiana: Evangelina, Pampa y Yupanqui. Las letras en idioma extranjero y los motivos nacionales desentonaron provocando algunos comentarios jocosos, pero demostraron evidentemente que en la música criolla con temas autóctonos, hay precioso material de elaboración para dar vida, forma y personalidad a nuestro arte lírico.
Pablo Berrutti, hermano del músico precedentemente mencionado, también produjo algunos trabajos de valor musical, pero nada de éste se ha publicado. Gracias a la costumbre generalizada entonces entre los compositores argentinos, de regalar las partituras originales a las personas a quienes estaban dedicadas, entre las familias antiguas de San Juan y amistades de sus familiares, se conservan algunas composiciones de este talentoso músico sanjuanino. Sin embargo, debemos lamentar la pérdida de las mejores, según lo afirman autorizados contemporáneos que admiraron sus condiciones.
Nos resistimos a creer que la tierra sanjuanina, tan pródiga en prosistas y tribunos de la talla de Fray Justo Santa María de Oro, de Laprida, Sarmiento, Rawson y otros, no haya producido los poetas o cantores populares que interpretaran las emociones colectivas, a tono con la sensibilidad y el impulso que le caracteriza.
Creemos que en las producciones populares hay mucho y riquísimo material, aun en estado virgen, que ha menester artistas de genio lo pulimenten, dándole el carácter que corresponde a los impulsos apasionados y vehementes que ya he dicho, son una característica del pueblo sanjuanino.
En el material de poesía y música popular que he recopilado en San Juan, se advierte la influencia de acertadas direcciones que actuaron tal vez indirecta o colectivamente. Aunque se han mantenido en el anónimo, no deben haber sido extrañas a ellas las formas especiales con que sus pensadores marcaron rumbos tan precisos y enérgicos en nuestra literatura nacional.
De este asunto nos ocuparemos en otra oportunidad con mayor detenimiento, a fin de fijar precisamente, quiénes fueron los poetas o prosistas que influyeron más intensamente en las producciones folklóricas del cancionero y de la música popular de la provincia de San Juan.
La música popular en San Juan
A medida que nos aproximamos a las primeras estribaciones cordilleranas, encontramos en esos medios de mayor aislamiento, interesantes aspectos en las músicas y canciones populares.
La lingüística y la musicología, han de encontrar allí amplio campo de estudio e investigación.
En muchos casos, están bien marcados en los resabios atávicos la influencia de valores antitéticos, cuales son las disonancias incoherentes de gritos destemplados que acaso vienen por la línea del indígena; pero, también las coplas, refranes y estrofas castellanas de corte clásico, con giros tan castizos, que se mantienen puros, sin haber sufrido la propia evolución castellana, por lo que a veces sorprenden agradablemente. Siempre se advierte en el fondo de esos valores folklóricos, quizás pobres en belleza estética, pero, ricos, muy ricos en valor emocional, porque domina en ellos un amplísimo fondo sentimental que estructura del conjunto, prestándole una sugestión comunicativa que les da vivacidad y que, con el complemento ilustrativo de la ‘picaresca” malicia criolla, toman a veces acentos conmovedores o dramáticos, y otras, con ingenuidades insospechadas, llevan inconfesables propósitos de burla.
Y la música gauchesca aligerada en su ritmo, ha ido puliendo lentamente sus atavismos e interpretando con vivaz expresión musical todas las intenciones del cancionero popular.
Y por eso, como dijo Sarmiento "Hay intuición natural para que el alma popular sienta y viva su música, y no falta a los gauchos en las pulperías y en las casas de familia, la guitarra o cualquier otro instrumento de música y alguien sabe pulsarlo con amor y sin estudio”. El perfeccionamiento viene solo, por imitación, por instinto, por agudeza auditiva, por don divino. Así, el cantor popular agrada, es bien recibido donde quiera; sus trovas incoherentes bajo el punto de vista de la métrica, se imponen por el fondo humano de su contenido. Teniendo la vitalidad propia de su sentido práctico se divulgan, y la tradición las conserva. Si analizamos sus partituras, tanto en San Juan, San Luis, Mendoza y La Rioja encontramos en ellas un fondo común. Varían sólo los matices locales y en muchos casos son tan parecidos, que a veces no se puede determinar con exactitud la procedencia, terminándose por aplaudir al músico y cantor que interpreta tal como si perteneciera a todos, cualquiera sea la región donde se le halle.
A los cantores populares se les encontraba a menudo en el campo, en la ciudad entre las humildes gentes del pueblo y entre los aristocráticos miembros de la sociedad.
Lástima grande que las prácticas de la vida moderna están haciendo olvidar sencillas costumbres patriarcales que eran espontáneos motivos de expresión, hoy desplazados por el Jazz, o cuando no por la falsa aparatosidad de los estudiados programas radiales.
Con que cariño se recuerdan las amenas retretas de antaño, los paseos y las rondas por la Plaza 25 de Mayo. Aún está en nosotros fresco el recuerdo de las audiciones populares en las confiterías de la citada plaza, cuando un músico de circunstancias, ejecutaba al arpa echando generosamente sus armonías al viento, para contento y exquisito deleite de los transeúntes.
También añoramos los malones, las clásicas farras de las Chimbas, Santa Lucía, Pocito y Desamparados. ¡Qué gratos recuerdos! ¡Qué clima social más sugestivo y atrayente! Ambiente familiar, colmado de sinceridad y buen humor. En los baños, en las casas de campo y aún en los parrales criollos de la misma ciudad, plenos de regocijo los espíritus, en la más franca y amena cordialidad, hombres y mujeres pulsaban la guitarra, y entonando sentidas y oportunas canciones, renovaban el interminable y siempre gracioso repertorio criollo.
En ese medio se destacaron románticos y distinguidos caballeros sanjuaninos, que con sus chistes oportunos y sus frases galanas de flor de labio, sus voces armoniosas, fueron delicados trovadores de su época.
Aunque ligeramente, de ellos nos ocuparemos más adelante, pues si la tradición oral ha conservado muchas de sus músicas y cantos; creo que era necesario a la vez que ofrecer un ambiente de costumbres, intentar por lo menos la individualización de aquellos cuyos nombres es posible consignar, por referencias de testigos presenciales, documentos de familia y otros elementos que como antecedentes comprobatorios irán, enriqueciendo mi archivo, favoreciendo su ubicación cronológica.