La Villa arrancó a paso lento allá por 1945, eran viviendas de adobe, bajitas, muy precarias, distanciadas entre sí y en medio de la nada.
Lo única muestra de civilización que tenían en los alrededores era Jockey Club. Fue el punto de referencia, por eso lleva el nombre de Villa Hipódromo, aunque hubo un nexo fuerte que los conectara con ese "otro mundo". Y hoy, más de 60 años después de su nacimiento, sigue sin acortar distancia y esperando cambiar la mala fama. Es que para una parte de las más de 3.200 familias que hoy la habitan, sienten que se han quedado atrapados en el tiempo, aislado del progreso y hacen mea culpa.
La Villa Hipódromo arrancó a paso lento allá por 1945 en los terrenos que vendió para loteo la familia de Luis Bettio, y según cuenta Aída Zalazar (77) una de las pocas pioneras que vive para contarlo, cuando ella y su marido llegaron sólo habían cinco o seis casitas en pie. Eran viviendas de adobe, bajitas, muy precarias, distanciadas entre sí y en medio de la nada. Ya corría el año 1953 y aún no tenía calles, sólo angostos caminitos que se abrían paso en en un terreno hostil, muy pedregoso y sin árboles. "En verano parecía una playa. El agua la traíamos en baldes y damajuanas desde un surtidor público que estaba a varias cuadras. Las primeras plantitas y árboles los cultivamos en tarritos. Cada semilla de la verdura o fruta que comíamos la poníamos en el tarrito", relata Aída.
Esta madre de 6 hijos y una pila de nietos, lamenta que "su lugar en el mundo" siga atado al pasado. Pese a que mediante un subsidio estatal se puso en marcha la erradicación de letrinas todavía quedan muchas casas sin contar con pozo negro en un departamento como Rawson donde se ha avanzado mucho con el tema de cloacas.
Otra característica de la Villa es la superpoblación en las viviendas. En muchas casas que construyeron los primeros pobladores, se quedaron hijos y nietos que fueron sumando metros de construcción aprovechando lo extenso de los lotes: 16 metros de frente por 50 de largo. Y desde hace unos 18 años ninguna línea de colectivo entra al barrio. Dicen que porque algunos niños apedreaban a los micros dejaron de entrar. Ahora sólo cuenta con el servicio de colectivos que pasa por Paula A. de Sarmiento o República del Líbano. Lo peor, es que no tienen una línea directa con la cabecera del departamento, es decir, Villa Krause.
Muchas de las casas y alrededores del sector Sur-Oeste, que los vecinos denominan "el fondo de la villa", no registran mejoras en 50 años y allí, en plazoletas semi abandonadas, "se suelen ver chicos drogándose". Pese a la antigüedad de la unión vecinal (fue fundada en 1967) sólo cuenta con una pieza precaria, un panorama parecido al que vive la capilla de San Cayetano que sólo ofrece misa los domingos porque tiene pendiente la construcción de su nuevo edificio.
Pero hay otro drama, y que según Rosa Pereyra -la última presidenta de la unión vecinal- "es lo que mejor refleja el perfil del habitante de Villa Hipódromo: Sólo un puñado de vecinos tiene escritura de sus casas. Hacen 10 años se hizo una presentación judicial reclamado por los títulos pero el trámite está frenado. Con el paso de los años se ha hecho difícil la identificación de los dueños originales, el pago total del lote, más en aquellos casos en que ni siquiera conservaron el papel de compra-venta.
Pero aunque el panorama hoy aparece oscuro, la Villa Hipódromo tiene algo bueno que contar. El puesto sanitario que acompaña a los vecinos casi desde que arrancó la villa, la escuela Nicanor Larraín, que educa y alimenta a los chicos del barrio, y el puesto policial que quiere, desde hace tres años, con 29 policías que se rotan las guardias, devolverle el buen nombre a esta comunidad.
Fuente: Diario de Cuyo