El 10 de diciembre de 1896 muere en San Remo Alfred Nobel, inventor sueco y creador del Premio homónimo. Químico sueco inventor de la dinamita y fundador de los premios que llevan su nombre.
Pasó gran parte de su juventud en San Petersburgo (Rusia), donde su padre -que era ingeniero- instaló una fábrica de armamento que quebró en 1859. Regresó a Suecia en 1863, y completó las investigaciones que había iniciado en el campo de los explosivos: en 1863 consiguió controlar mediante un detonador las explosiones de la nitroglicerina, inventada por el italiano Ascanio Sobrero; en 1865 perfeccionó el sistema con un detonador de mercurio; y en 1867 consiguió la dinamita, un explosivo plástico resultante de absorber la nitroglicerina en un material sólido poroso, con lo que se reducían los riesgos de accidente.
Sus productos fueron de enorme importancia para la construcción, la minería y la ingeniería, pero también para la industria militar.
Con sus productos dejó asentados los cimientos de una fortuna que acrecentó con la inversión en pozos de petróleo en el Cáucaso. Nobel acumuló una enorme riqueza y al mismo tiempo un cierto complejo de culpa por el mal y la destrucción que sus inventos pudieran haber causado a la Humanidad en los campos de batalla.
La combinación de ambas razones le llevó a legar su fortuna a una fundación -la Fundación Nobel, creada en 1900- con el encargo de otorgar una serie de premios anuales a las personas que más hicieron en beneficio de la Humanidad en los terrenos de la Física, la Química, la Medicina, la Literatura y la Paz.
Había nacido en Estocolmo, Suecia, el 21 de octubre de 1833.