Los orígenes de esta familia están en la época colonial, con la llegada de los Coll y Mayol. La historia continúa décadas más tarde con el ingeniero Julio Rómulo Coll y su esposa Matilde Balmaceda, que fueron padres de: Julio, Carlos, Hugo y Ernesto, entre ellos, sus hijos y nietos hay varios protagonistas de la vida institucional de San Juan.
Desde los Coll y Mayol
Los Coll son una de las familias tradicionales de San Juan, porque sus orígenes en esta provincia se remiten a principios del siglo XIX. En esa época colonial, viajaron desde Gerona, España, a Argentina tres hermanos Coll y Mayol. Uno se instaló en Santa Fe, otro en Río Cuarto y el tercero, Francisco Coll y Mayol, vino al oeste del país. Varias décadas más tarde, un siglo seguramente, sus descendientes encontraron, en una finca en 25 de Mayo, el diario de viaje de estos tres hombres.
En su primer siglo en la provincia, los Coll fueron importantes terratenientes y bodegueros. El primero en instalarse en San Juan, Francisco, se casó con Gertrudis Pastoriza Del Carril y uno de sus hijos, Francisco Tristán Coll, fue jefe de Policía. Mientras se desenvolvía en ese cargo fue asesinado el general Benavídez, que estaba detenido en el Cabildo. Además, fue gobernador interino de la provincia, asumió luego del asesinato del gobernador José Antonio Virasoro. Otra de las hijas de ese matrimonio, María Dolores Coll, se casó con el coronel Francisco Domingo Diaz, que fue dos veces gobernador y autor de una constitución provincial.
Con la llegada de los Coll y Mayol, y el paso de los años, son varias las ramas de esta familia que han crecido en la provincia, y la mayoría están emparentadas entre sí. Esta historia en particular tiene como protagonistas a uno de los descendientes, Julio Rómulo Coll y su esposa Matilde Balmaceda.
Otras generaciones protagonistas
Julio era hijo de José Coll y Julia Pensado, quienes también eran padres de Jorge Alberto, Francisco y Ana Irene. Él estudió en la Universidad Nacional de Córdoba y en 1920 egresó como ingeniero geógrafo. Cuando regresó, en San Juan lo esperaba Matilde, la mujer a la que amaba profundamente y con quien se habían conocido mientras estaban en la escuela. A través de cartas, que aún están en manos de la familia, se mantuvieron en contacto durante esos años de distancia.
Una vez que se reencontraron, se casaron. El diario de la época publicó el aviso y aclaraba que el festejo sería íntimo porque la novia estaba de luto. Es que había fallecido su único hermano varón, Martín Segundo Balmaceda. Él era militar, vivía en Buenos Aires y falleció mientras realizaba una práctica en la que tenía que cruzar un río, a caballo. En 1922 nació el primer hijo de los Coll Balmaceda: Julio Rolando “Rolo”. Luego llegaron: Carlos Martín “Tito”, Hugo Armando “Bebe” y Ernesto José.
ulio padre era un hombre inquieto, él trabajó en Vialidad Nacional y desde ese lugar participó en importantes obras viales, varias de ellas encaradas por los gobiernos de los hermanos Cantoni. El carácter de él contrastaba con la tranquilidad de Matilde, que era la mimada de su esposo y sus cuatro hijos. Además, era una mujer fuera de su época. Aún después de tener a sus hijos dio clases de bordado en la Escuela San Vicente de Paul, esa fue una experiencia que transmitió a sus nietas y nueras, a quienes incentivó para que trabajaran.
Barreal: Un segundo hogar
Una de las obras en las que trabajó Julio marcó a fuego a la familia, y les permitió tejer los más entrañables recuerdos: la ruta 12, a Calingasta. Tal vez a raíz de ese trabajo, él decidió comprar una finca en Barreal y allí comenzó a construir una gran casona. En ese contexto, sucedió algo que cambiaría la vida de los Coll y de todos los sanjuaninos: El terremoto de 1944.
Justo en el momento de la catástrofe estaban mudándose. La vivienda en la que vivían, y también la casa a la que se estaban cambiando, quedaron completamente destruidas. Entonces, decidieron irse a vivir a Barreal con sus cuatro hijos. Durante esa época fue la residencia de la familia, y cuando llegó la nueva generación de los Coll se convirtió en la casa reunión y vacaciones.
Los meses de receso de verano, Julio y Matilde partían a Barreal con sus hijos y nietos. Mientras viajaban por la ruta 12, a bordo de su rastrojero, en cada curva, él les contaba a sus nietos cómo habían trabajado para hacer ese camino. A veces, los chicos se descomponían en el camino y el abuelo tenía la solución, sobre todo para los varones. Los hacía bajar del vehículo y correr un rato por delante para que se les pasara el malestar. Ese camino y esas experiencias marcaron a toda la familia, y muchos todavía eligen Calingasta como su segundo hogar.
Las nuevas familias
Entre los nietos que viajaban a Barreal estaban los hijos de Rolo. Él se recibió de enólogo en la Escuela de Enología, hacía algunos trabajos y además daba clases en la Escuela San Martín. Hombre alegre y a la vez de carácter fuerte, se casó con Malvina Origlia. A Rolo y Malvina les encantaban las juntadas familiares y salir de paseo, sobre todo al campo. Cuando surgió la televisión, ellos tuvieron uno de los primeros aparatos receptores entre sus vecinos, así que el pequeño tele se convertía en el cine para los más chicos, que disfrutaban ese momento comiendo el pan con manteca que les preparaba Malvina.
El matrimonio Coll Origlia tuvo seis hijos. La mayor es Ana María, ella se casó con Eduardo Santiñaque, fallecido, y trabaja en el Poder Judicial. Fueron padres de: Pablo Santiñaque, fallecido; Alejandro, tiene inmobiliaria y Carolina. El segundo, Julio Rolando, abogado, fue diputado provincial por el Justicialismo, es juez de la Cámara Laboral y está casado con Silvia Vicentela. Es padre de Romina, abogada; Diego, Julio Nicolás y Paula. Daniel Alberto, fallecido, se casó con Adriana Collado y tuvieron tuvo cuatro hijas: Natalia, kinesióloga en Mendoza; Florencia, licenciada en Recursos Humanos y las mellizas Rocío y Candelaria. La cuarta es María Magdalena, que es directora de la Escuela Tierra del Fuego, a ella le sigue Claudia, es fonoaudióloga y está casada con Ricardo Bustelo. Ella es madre de Martina Butelo, licenciada en Turismo y de Ana Clara. La menor es María Elena, está casada con Alfredo Córdoba, vive en Buenos Aires y tiene cinco hijos: María Agustina Córdoba, Gonzalo, Lisandro, María Emilia y María Ángela.
Daniel Coll fue arquitecto, militó en el Justicialismo, secretario general de la gobernación de Jorge Escobar, subsecretario de Ciencia y Técnica y de Políticas Económicas de la provincia y docente de la Universidad Nacional de San Juan. Además fue intendente de la Capital, su gestión es recordada hasta la actualidad por la remodelación que hizo en importantes espacios verdes, en el Parque de Mayo y en varias plazas de la ciudad.
Tampoco faltaron en esos recordados viajes Tito y su esposa María Ester Novillo. Él estudió abogacía en la Universidad Nacional de Córdoba y allí conoció a Ester, que de la misma universidad egresó como escribana. Luego de terminar sus estudios, el matrimonio se instaló en Bariloche. Un cuñado le había dicho a Carlos que allí encontraría mucho trabajo, en esa época había solo un abogado en la ciudad. Pero vivir en el sur, más aún en ese tiempo, era difícil. Además del frío, también eran complicadas las distancias. Los tribunales estaban en Viedma y Tito debía viajar para allá cada vez que tenía que litigar. Él se enfermó gravemente y con su mujer, y su primera hija, decidieron volver a Córdoba, con el peor de los pronósticos. Afortunadamente, salió adelante, gracias al trabajo, al esfuerzo, disciplina y perseverancia que lo caracterizaban. Una vez recuperado, decidió volver a San Juan, donde fue juez civil, fiscal de estado, ministro de Gobierno y abogado de Vialidad Nacional.
Los Coll Novillo tuvieron tres hijos. La mayor es Matilde, abogada, está casada con Julio Zaragaza y tienen tres hijas: Jimena Zaragaza, diseñadora gráfica; Julieta, tiene taller de costura y diseño en Mar del Plata y Matilde, vive en Caleta Olivia. Gabriela, la segunda, es escribana, está casada con Raúl Montero y son padres de Mariano y María Paz Montero y el menor de los tres es Martin.
El tercero de los hermanos, Hugo “Bebe”, se radicó en Mendoza porque se casó con una mendocina, Marta Balmaceda, con quien tuvo una hija: Silvia Alejandra. A pesar de eso, participaban de las reuniones familiares con frecuencia y su hija, que tenía a todos sus primos acá, aprovechaba cada viaje para compartir con ellos. Él trabajó en la Universidad Mazza, su esposa fue profesora de matemática y Silvia se radicó en Caleta Olivia, es nutricionista y Licenciada en Hotelería y Turismo.
El más joven de los hermanos, Ernesto, que ya era de otra generación, se casó con Mirta Elena “Milena” Aubone, que es la única de las nueras que vive. Él fue ingeniero agrimensor y durante varios años fue director de Catastro de la provincia. El matrimonio tuvo tres hijos: Raúl Ernesto, trabaja en Flora y Fauna de la provincia, es padre de Micaela y Camila; Guillermo José, es arquitecto y padre de Ernesto y Guillermina; y Lucrecia Elena, es comerciante y madre de Filippo Campodónico.