Muerte en El Mercedario

El día que cayó un helicóptero lama de la fuerza aérea. El único tripulante que sobrevivió fue rescatado por el piloto del gobierno

Don Eloy le había tomado el gusto al helicóptero. Y disfrutaba plenamente de sus vuelos por las montañas sanjuaninas.

A veces decía:
- Yo siempre ando con la vista alerta por si veo movimientos guerrilleros sospechosos-.
- Eran los años de El Operativo Independencia. Años de plomo que incluyeron combates y actos represivos contra las organizaciones guerrilleras Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) –que buscaba instalar un foco revolucionario en el monte tucumano– y Montoneros, partidos políticos, sindicatos, organizaciones estudiantiles y religiosas, y activistas populares en general.

Pero el gobernador Eloy P. Camus sabía que la guerrilla no era un problema en San Juan. El viejo profesor estaba más  preocupado por la situación económica y la imperiosa necesidad de crear fuentes de trabajo y diversificar la economía de una provincia dependiente del monocultivo. Y apuntó en aquellos años al turismo, una usina láctea en Jáchal, el turismo termal en Iglesia y la minería, especialmente el proyecto Pachón.

>>> 



En ese tiempo –finales de 1975- tenía a mi cargo la corresponsalía de Clarín y don Eloy me hizo una invitación:
- Oiga jovencito: Fabricaciones Militares ha detectado yacimientos de cobre tan grandes como los de Pachón en la zona del Cerro Mercedario y acabo de firmar con esa empresa un convenio por el cual Vialidad Provincial le trazará  un camino a 4 y 5 mil metros de altura, sobre piedra, para facilitar su explotación.
- Es una buena noticia…
- Lo invito a que mañana viajemos al Mercedario. Vienen dos helicópteros Lama de Fabricaciones militares con geólogos y funcionarios para recorrer la zona.

>>>

Para un periodista veinteañero la propuesta de llegar al Mercedario en helicóptero era sumamente atractiva. En aquellos años yo me prendía a cuanto viaje hubiera. Así fue como hice viajes en avión y en helicóptero con pilotos como Pepe Liciardi, Orlando Bustelo o Arias, supe lo que era aterrizar en una ruta o bajar del helicóptero en medio de la nada. Y a las 8 de la mañana estaba en la casa de don Eloy pronto para partir. Ya estaba allí el piloto de la gobernación, el teniente de fragata Pablo Aguiar.

>>>

El helicóptero tuvo como primer destino el RIM 22, donde se incorporó al grupo el entonces jefe de la unidad. Era la primera vez que el hombre viajaba en un helicóptero y optó por hacer una broma inmediatamente comenzó la máquina a moverse.
- ¡Como galopean estos bichos!- dijo.
Treinta segundos después estaba vomitando. Y así viajamos hasta Calingasta, entre vómitos del militar y relatos de don Eloy, con el fin de distender el clima.
- Los sanjuaninos tenemos que poblar los valles cordilleranos –decía el gobernador. Calingasta tiene futuro minero pero debe volver a elaborar sidra, hay que explotar los esquitos bituminosos, mejorar la tecnología para la explotación del sulfato de aluminio. Ya le pedí a Vialidad que comience a trabajar en el camino que unirá Cañada Honda con Barreal, menos alto que el actual, lo que posibilitará el tránsito de la carga pesada…
Pablo Aguiar piloteaba, don Eloy hablaba de sus planes, yo tomaba notas para una futura crónica y el coronel vomitaba.

>>>

De pronto vimos a los dos Lamas de la Fuerza Aérea que transportaban profesionales y funcionarios del Banco Nacional de Desarrollo y de Fabricaciones Militares que volaban cerca nuestro. Pablo nos explicó que los Lamas comenzaron a fabricarse a finales de 1968 para satisfacer las necesidades del ejército indio, y el primer prototipo voló el 17 de marzo de 1969. La certificación francesa llegó el 30 de septiembre de 1970. Durante los vuelos de ensayo en 1969 llevando dos tripulantes y 140 kg de combustible realizó los aterrizajes y despegues más altos realizados, siendo éstos a una altitud de 7.500m (24.000 pies).
El tren de aterrizaje es de patines, y además dispone de ruedas retráctiles para facilitar la maniobrabilidad en tierra. Se le puede equipar con tren de aterrizaje de flotadores para operaciones en agua, y además dispone de flotadores de emergencia que pueden ser inflados en cualquier momento en el aire. En la cabina de vidrio están sentados delante lado a lado el piloto y un pasajero y detrás de ellos otros tres pasajeros. La carga útil puede ser de hasta 1.000 kg.
En resumidas cuentas, estos Lamas hacía poco que habían sido adquiridos. Y eran unos unos bichos aptos para todo terreno, especialmente cuando se requiere operar en grandes alturas, como era el caso de este viaje al Mercedario.

>>>

El viaje fue sin tropiezos. Tras el aterrizaje en Barreal nos  propusimos a esperar la llegada de los Lamas. Pero pasaron los minutos y ni noticias de los aparatos. Media hora después llegó la noticia: hemos perdido contacto con uno de los Lama.

La noticia de que se había extraviado uno de los Lama obligó a olvidar el objetivo inicial y a concentrar esfuerzos en la búsqueda de la máquina. Poco antes del mediodía se tuvo la confirmación: el helicóptero había sido tomado por una corriente descendente, estrellándose al pie del glaciar, a 4 mil metros de altura y en una zona prácticamente inalcanzable. La máquina siniestrada era piloteada  por el teniente Carlos Ascoitía.

>>>

A todo esto mi mayor preocupación era avisar a la ciudad de que el helicóptero accidentado no era el de la gobernación y de que todos estábamos bien. Con los años uno toma real dimensión de lo que era ese mundo sin celulares ni internet. Estamos hablando de 1975 y parece que fue ayer. Pero era otro mundo. Los periodistas nos hacíamos en la calle, en el lugar de las noticias, en largas comidas con políticos, gremialistas, empresarios o gente de la cultura que podían extenderse hasta la madrugada. No teníamos al señor Google, no había  ni archivos disponibles ni agencias de noticias que nos informaran a cada minuto de lo que estaba ocurriendo. Los diarios de Buenos Aires llegaban un día después, el futbol  se veía en las canchas pues la televisión no pasaba partidos y había que pedir a la telefonista una comunicación “larga distancia” para hablar por teléfono a algún lugar fuera del gran San Juan.
Pero volvamos a Barreal y a aquel fatídico día. Recién a las 2 de la tarde conseguí una comunicación telefónica. La noticia todavía no llegaba a la ciudad…

>>>

La pericia de Pablo Aguiar  permitió el rescate del único sobreviviente, el geólogo Héctor Péndola.
Inmediatamente emprendimos el regreso a San Juan. El accidentado ocupaba el lugar del militar que quedó en Barreal para regresar vía terrestre. No quería saber nada con los helicópteros.
En el viaje de regreso don Eloy comentó: “El Mercedario no quiere entregar sus riquezas”.
Yo trataba de hablar con el accidentado, que venía en muy mal estado. El hombre me respondía algunas preguntas y por momentos parecía dormido.

-Háblelo, es mejor que no se duerma-, me decían Camus y Aguiar.
Aterrizamos sin inconvenientes en la terminal de ómnibus donde ya esperaba una ambulancia.

>>>

La historia no termina allí.
Al día siguiente fui al Hospital Rawson para ver cómo estaba el doctor Péndola.
Me permitieron pasar a la habitación. El hombre tenía varias quebraduras.
No me recordaba ni sabía quién era yo. Tampoco recordaba el viaje de regreso. La mente es sabía y olvida los momentos más traumáticos.

Nota publicada en La Pericana. Edición 70 del día viernes 4 de agosto del 2017.

   

GALERIA MULTIMEDIA
La última foto del teniente Carlos Ascoitía, tomada el día del accidente.
Esta foto la tomó Pablo Aguiar cuando aterrizó en el lugar donde cayó el helicópero.
El autor de esta nota con el gobernador Camus y el piloto Pablo Aguiar, en el Mercedario, esperando la llegada de los Lama.
Los Lama de la Fuerza Aérea.