Mario Castro es uno de los periodistas más respetados y queridos en el mundo del deporte. A lo largo de décadas se ha transformado en un referente del relato y los comentarios de cuanto acontecimiento deportivo se realice en San Juan, en el país e incluso en países donde participe algún equipo sanjuanino. De sus cientos de anécdotas publicamos esta que pinta la trastienda de un mundo muy particular donde la pasión se mezcla con lo competitivo, la picardía y el humor.
El ciclismo es un deporte donde generalmente ocurren muchas cosas. Hay una anécdota que es muy conocida en el ambiente.
En una carrera tradicional, la Mendoza-San Juan, se escaparon dos ciclistas sanjuaninos. A uno le decían "El cabezón Saavedra" y al otro "El calavera Manuel Luna". Lograron muchos minutos a su favor y se venían ya buscando el velódromo del Parque de Mayo.
En un momento estaba Luna muy sentido, muy cansado y ya no podía darle una mano a su compañero de fuga.
Saavedra le pedía que pasara a tirar. Luna le decía “no puedo más”
Saavedra se levantó dos veces para dejarlo a Luna y “El calavera” le pidió que no lo dejara, que cuando llegara al estadio no le iba a embalar para que él ganara la carrera porque se lo merecía.
A partir de ahí el que vino siempre al frente fue “El cabezón” Saavedra, llegó al velódromo y cuando lo pisaron, Luna que de repente se había recuperado pasó al frente y ganó la carrera.
“El cabezón” se lo quería comer porque le había prometido que no le iba a embalar.
Fue increíble esa anécdota porque los auxiliares de Saavedra también querían ir a buscarlo a Manuel Luna pero este después que ganó y le dieron el premio, se fue rapidito a su casa.
Fue la historia contada por los dos ciclistas.
Con el correr del tiempo “El cabezón” Saavedra y Manuel Luna corrieron juntos para el equipo de la casa de Echeverría de la provincia de San Juan, que lucía camisetas blancas.
Y aunque corrieron juntos, quedó en la historia como una traición en carrera entre ”El calavera" y “El cabezón”.