Este artículo fue publicado en La Pericana, edición 202 del 9 de mayo de 2020. Autor: Juan Carlos Bataller - Informes: Joana Icazati
Muchos sanjuaninos aún la recordamos recorriendo las calles de San Juan en una imponente moto. De pronto un día, dejamos de verla. Y como pasa en la vida, quedó en algún rinconcito de la memoria hasta que algún espíritu curioso – en este caso Clara Adriana Oviedo- a través de Facebook nos preguntó:
-¿Recuerdan a esa chica que andaba en una moto grande? ¿No saben qué fue de ella?
Y ahí comenzó la búsqueda en base a un dato: tenía un comercio que se llamaba Betty Moto. Y le encomendamos la investigación a Joana Icazatti para quién no hay tareas imposibles. Este es el resultado.
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Betty se llamaba en realidad Elizabeth Amelia Constanzo. Nació en Necochea, provincia de Buenos Aires, el 5 de septiembre de 1955.
Sus padres se llamaban Ana Rina Lorenzi y Luigi Constanzo, quienes en Necochea tenían una casa de repuestos. Lo del taller de motos fue un emprendimiento de Ana y Luigi. Ellos vinieron solos desde Italia por lo que la familia siempre fue muy pequeña: los padres y Betty.
Betty fue hija única y como tal era mimada. Tanto que a los 15 años su padre le regaló un Torino. Pero el destino de su vida no eran los autos. Ella escondía el auto y pedía alguna moto prestada a sus amigos para andar por la ciudad marítima.
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En 1973 muchas cosas cambiarían para la familia. A Ana le declararon asma y le recomendaron que viniera a San Juan porque el clima le favorecía.
Se vinieron a vivir acá y es en ese momento que nace la casa de repuestos Betty Motos, en la calle Córdoba y Salta.
En ese año también, su padre le compra a Betty una Harley Davidson. Una moto que tuvo diez años, desde 1973 a 1983, y con la que le encantaba viajar. Se iba a Córdoba, a Mendoza, a San Luis.
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Pronto Betty se hizo muy conocida en el ambiente de las motos. Y no era para menos. No sólo era una apasionada y propietaria de una gran moto sino que realizaba piruetas que asombraban a hombres y mujeres.
Esa es la etapa en que los sanjuaninos ya mayores la recuerdan, durante los años 70 y 80.
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Cuando Betty tenía 31 años conoce a Juan Carlos Mercado. Como no podía ser de otra manera, lo conoció por el ambiente de las motos: él reparaba y restauraba motos y le compraba los repuestos a Betty. Y charla va, charla viene, la conquistó.
Juan Carlos y Betty se casaron y tuvieron tres hijos: Marina, Luis y María Mercado. Ella se alejó de las motos y se dedicó a las tareas del hogar. Aunque no por eso dejó de tener una moto, aunque sólo la utilizaba como vehículo de transporte. La última moto que tuvo fue una Daelim Liberty 50cc.
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La vida de esta chica de Necochea que se hizo sanjuanina siempre pasó por las motos. Toda la familia está relacionada con las motos. El hijo de Betty corre al igual que su nieto.
Pero a todo esto usted se preguntará qué fue de Betty.
Le cuento.
Falleció hace cuatro años, el 15 de abril de 2016. Los médicos le habían detectado un tumor en la cabeza. Sus últimos meses fueron de muchos médicos, radioterapias y resonancias.
Cuenta su esposo que, una semana antes de su fallecimiento, iban por Avenida Libertador para hacerse una resonancia en el Hospital Marcial Quiroga y ella sintió un ruido de motor detrás del auto. Sin darse vuelta dijo: “Es una Harley”.
La moto estaba en una estación de servicio y Juan Carlos dirigió su auto hacia allí porque Betty quería una foto con la moto. En ese tiempo ella ya estaba en silla de ruedas.
“A mi Harley”
En el año 1977, Betty escribió una poesía a su moto Harley.
“Agrupada en su estructura, increíblemente atrapadora es tu figura; grande como ninguna; fuerte como una roca; cierto estupor provocas; como tu hay pocas.
Tu andar arrollador, serena y pareja por las rutas, firme y provocante en la ciudad, eres el reflejo de una mente ¿Quién te dio ese andar?
Harley Davidson tú nombre es imponente, es que en ti hay algo más que fierros, es la potencia espiritual de quien con tanto amor te creó y tanta vida así te dio.
No me cabe duda que jamás te superará ninguna, pues tú fuiste pionera, eso nadie te lo puede borrar, pues si algo los que te poseemos no podemos negar, es que te hemos llegado amar.
Elisa.”
Un coleccionista de Rosario compró la Harley y la transformó. Ese fue el último paradero que se supo de aquella moto que circulaba por las calles de San Juan conducida por Betty.