Personajes de San Juan
Elsa Bazán. La hija del ex gobernador Bazán Smith
La vida de una mujer “fuerte y valiente”, que superó difíciles pérdidas y que creció en el seno de una familia vinculada a la política, que ejerció importantes cargos en la vida institucional de la provincia. Parte de un artículo publicado en El Nuevo Diario en su edición 1472 donde fue entrevistada Elsa al cumplir 100 años.
Entre las décadas del 1920 y 1930, su padre, Sigifredo Bazán Smith, fue intendente, vicegobernador y gobernador provisorio, siempre ligado al bloquismo. Y aunque la misma Elsa aseguraba que en su casa no se hablaba de política, no estuvo ausente de las conquistas y avatares de su padre, ya que según cuenta lo asistió cuando estuvo en prisión por razones políticas en tiempos de Cantoni.
Su “corazón fuerte y valiente”, como dicen sus familiares, la llevó a superar las difíciles pruebas que le puso la vida, como la muerte de su esposo, dos de sus hijos y dos nietos. A pesar de la adversidad, Elsa se mantuvo como el sostén emocional para sus hijos y nietos, que la describen como la piedra angular de la familia.
Su infancia y la relación con su padre
Antes de llegar a nuestra provincia, la familia Bazán vivía en Santiago del Estero y se dedicaba al comercio de ganado vía Chile. Uno de los puntos clave de esa ruta comercial era San Juan y por ello se instalaron en estas tierras.
En esta provincia, Sigifredo Bazán conoce a Teodora Riveros, con quien tuvo dos hijos: Elsa y Sigifredo Antonio, a quien todos llaman Toño. Sin embargo, Teodora murió muy joven.
-¿Qué le pasó a su madre?
-Murió en el parto de Toño. Yo me crié con mi abuela materna y mi hermano, que ahora vive en Córdoba. Mi padre era agricultor y tenía fincas en 25 de Mayo y en Chimbas, donde tenían viñedos y nosotros pasábamos los veranos. De chica me gustaba andar a caballo y cuando estaba en la ciudad pasaba mucho tiempo con las monjas porque vivía cerca del Colegio Santa Rosa. Cursé la primaria y la secundaria en la Escuela Normal Sarmiento, en la época que era directora Carmen Peñaloza de Varese.
-¿Cómo era la relación con su padre?
-Era buena. El también murió joven porque tenía una enfermedad pulmonar. Por un tiempo se fue a vivir a las sierras de Córdoba, que era lo que se usaba en esa época para tratar ese tipo de enfermedades. Pero volvió y a los pocos años falleció. Tenía poco más de 50 años.
La vida de una luchadora
En 1933, Elsa se casa con Carlos Heriberto Castro. Mientras él se dedicaba a la agricultura, ella se encargó de la casa, ya que se recibió de maestra pero nunca ejerció la docencia. El matrimonio tuvo seis hijos: Carlos, Daniel, Mario, Teodoro, Teodora y Nidia. Sin embargo, Elsa quedó viuda muy joven y tuvo que superar la pérdida de sus hijos Daniel y Teodora.
Su fortaleza ya había sido puesta a prueba en el terremoto de 1944, cuando junto a su esposo logró sacar a su familia adelante. Incluso, salvó la vida de un niño de 7 años, vecino y amigo de sus hijos, que encontró en los escombros. Los primeros días después del sismo, la familia alternó su residencia entre distintos departamentos de San Juan, mientras Carlos se ocupaba de buscar un lugar mejor y de llevar leche al Hospital Rawson, gracias a un salvoconducto que le permitía entrar y salir de la ciudad. Finalmente, decidieron irse a Córdoba, donde vivía una hermana de Carlos.
Los años en Córdoba
Apenas llegaron a esta provincia, la familia se fue al hotel Astoria, hasta que pudo instalarse en una casa de la ciudad. Hasta que la situación se normalizara en San Juan, el matrimonio decidió quedarse varios años en Córdoba. Así, los hijos tuvieron que hacer nuevas amistades. Según cuenta Mario, entre ellas se encontraban “los Medina Allende, los Lanza Castelli y personalidades que luego fueron protagonistas de la vida política del país como Eduardo Angelós y Julio Maier, quien fue presidente de la Suprema Corte de Justicia de Buenos Aires”.
Una familia con vocación política
Desde joven, Sigfredo Bazán Smith se interesó en el mundo de la política y ocupó cargos importantes, siempre afiliado a la Unión Cívica Radical Bloquista. Después de ser intendente, fue electo vicegobernador para el período 1926-29 en fórmula con Aldo Cantoni.
En una época de convulsiones políticas, se hizo cargo de la gobernación provisoriamente en 1932, hasta que asumió Federico Cantoni.
Entre los hijos de Sigifredo, “Toño” siguió su vocación política. Fue agregado de la embajada en Rusia durante la gobernación de Federico Cantoni y más tarde diputado nacional por el bloquismo, cargo con el cual se jubiló. En cuanto a los nietos, Mario Castro también se vinculó a la política. Sin embargo, no lo hizo de la mano del bloquismo sino de la UCD.
Misión secreta en Rusia
Recordando las experiencias de su tío Antonio en Rusia, Mario Castro Bazán contó cómo aquel tuvo que sacar a dos policías secretos escondidos en un avión: “Mi tío ayudó a dos policías de otras nacionalidades que debían huir de Rusia para que no los mataran. Iban escondidos en el avión hasta que en Bulgaria hubo una tormenta que casi los deja sin oxígeno. Al salir fueron descubiertos y cuando aterrizaron quedaron detenidos. Mi tío pensó que los habían matado pero mucho después, uno de ellos fue a visitarlo y él no lo podía creer”.
Mario también cuenta que cuando Toño llegó a la Argentina, quiso escribir un libro con sus experiencias en Rusia. Sin embargo, “Perón quiso censurarlo y mi tío dijo “no hay libro”. Igualmente, sus vivencias y fotografías fueron incorporadas al libro de Andrés De Cicco, “Un año en Moscú”.
Un vínculo cercano con los Cantoni
La relación de los Bazán con los hermanos Cantoni era muy fluida, especialmente a través de la abuela de Elsa, María Smith. Descendiente de dinamarqueses, “era una mujer afectuosa y de gran porte, que era muy querida por Federico Cantoni” dice Mario Castro.
María cumplió un rol fundamental en la familia, ya que como Elsa perdió a su madre a muy corta edad, le ayudó a criar a sus hijos. Mario, que pasaba mucho tiempo con ella, recuerda un viaje junto a su bisabuela. “Una vez que viajábamos en tren nos encontramos con Federico Cantoni, quien se puso a hablar un largo rato con María. En un momento, la abuela le dice: “don Fico, muéstrele al nene su herida”. El me alzó y me hizo tocarle la cabeza, donde tenía una gran herida de bala. Yo tenía 7 años y no lo olvido más” cuenta.
