“…He evocado mis reminiscencias, he
resucitado, por decirlo así, la memoria de mis deudos que merecieron bien de la
patria (…) he querido apegarme a mi provincia, al humilde hogar en que he
nacido…"(Sarmiento, 1966,71)
Desde
el punto de vista del arte, la casa de la infancia representa el símbolo
revelador del recuerdo y ello conlleva la necesidad de establecer una identidad
frente a las transformaciones.
Con
la ayuda de la memoria, los individuos son capaces no solo de evocar su pasado,
sino también de definirse a sí mismos y de desarrollar, comunicar, comprender,
intervenir, registrar y reproducir ideas, imágenes, en otras palabras, de
participar en el proceso social. Sabemos que los individuos crean y a la vez
trasmiten su recuerdo individual y colectivo.
Este
recuerdo colectivo presupone la existencia del recuerdo individual y sin la
presencia de ambos elementos la formación de la conciencia, y por consiguiente
de la manera colectiva histórica, resulta imposible. Nos interesa la cuestión
de qué recuerdos son los que se evocan en cada caso, cómo se evocan y en qué
forma porque dadas las múltiples implicancias afectivas, y tantas otras
circunstancias que pueden concurrir, consciente o inconscientemente, en
nuestros informantes, debemos procurar ratificar, en sucesivas entrevistas el
contenido de sus afirmaciones o el dato aportado.
Por
ello, hemos considerado que una de las metodologías para aplicar en esta
instancia es rescatar historias de vida con la técnica de la entrevista
personal en proceso. Asimismo, sabemos también que realizar una historia de
vida tiene una significación especial, ya que recobramos la memoria histórica
de nuestros antepasados, y con ello también la onomástica personal, tema que
nos ocupa particularmente en este trabajo.
(*) Directora
del Instituto de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas Manuel Alvar
(INILFI) de la FFHA de la UNSJ. Miembro de la Academia Argentina de Letras
Publicado en La
Pericana, edición 404 del 28 de julio de 2024