Cada
uno se destacó en su ámbito. Pero Rogelio
Pérez Olivera y Santiago Paredes fueron además dos sanjuaninos que le
dieron colorido y personalidad a un momento de la vida provincial.
Pérez
Olivera con su infaltable moñito, su elegancia en el vestir y su
colorido discurso no podía pasar desapercibido en una provincia tan apegada a
los grises.
Había nacido en Mendoza en 1909 y falleció en San Juan en
1985.
Don Rogelio se hizo en la “universidad de la calle” pues ante
la prematura muerte de su padre y con sólo 11 años de edad tuvo que abandonar
sus estudios para salir a trabajar como sostén de su familia. Radicado en la
provincia ejerció las profesiones de Procurador Judicial, Escribano y
Martillero Público,
Pero, además, fue escritor, poeta y periodista. Socio
fundador del Club de Leones de San Juan, ejerció como profesor de Ética en la
Escuela de Oficiales de la Policía de San Juan.
Pero fue como diputado provincial en el periodo 1973/76
donde su florido lenguaje se transformó en un atractivo particular de las
sesiones legislativas.
Paredes, también
fue un autodidacta pero su obra pictórica puede verse en centenares de
viviendas de San Juan. Además de coleccionar
trabajos de orfebrería. utilizando elementos con complicados repujados.
Don Santiago era además, con el colorido único de su ropa
y el andar campechano, un personaje querido y respetado que participaba muy
activamente de la vida social y cultural de la provincia y atraía a su casa de
la calle Aristóbulo del Valle a personalidades y artistas de distintos ámbitos.
Dos personajes irrepetibles.
Fuente: Publicado en Nuevo Mundo, edición
1011 del 16 de septiembre de 2024