El deporte argentino no solo se destaca por su talento y pasión en el campo de juego, sino también por la fe profunda que muchos de sus atletas depositan en la figura de la Difunta Correa. Desde boxeadores legendarios hasta campeones del fútbol, varios deportistas han demostrado su devoción a esta popular figura de la cultura sanjuanina, conmoviendo con sus historias de promesas cumplidas y agradecimiento sincero.
Uno de los casos más recordados es el del gran Nicolino Locche, el célebre boxeador mendocino conocido como "El Intocable". Locche, en sus momentos de enfermedad, realizó una conmovedora peregrinación al santuario de la Difunta Correa en Vallecito, San Juan. En un acto lleno de simbolismo, pidió que le alcanzaran los guantes con los que había ganado el campeonato del mundo en Japón. Cuando los tuvo en sus manos, exclamó con emoción: "Qué pesados son", recordando así la proeza que había logrado. Para Locche, estos guantes representaban no solo una victoria, sino un vínculo espiritual con la Difunta, a quien acudió en busca de fuerza en los momentos más difíciles.
Otro ícono del deporte argentino que mostró su fe en la Difunta Correa fue Diego Armando Maradona. Aunque el "Diez" no llegó a visitar personalmente el santuario, cumplió con una promesa muy especial: enviar su camiseta firmada de Boca Juniors como agradecimiento por haber logrado dar la vuelta olímpica. Este gesto fue uno de los tantos que demostraron el lado más espiritual de Maradona, quien reconocía la importancia de las promesas y la gratitud en su vida.
Ramón Ángel Díaz, exfutbolista y entrenador de renombre, es otro devoto habitual de la "Difuntita", como la llaman cariñosamente los sanjuaninos. Aunque prefiere mantener un perfil bajo en sus visitas, siempre se acerca a dejar una ofrenda en la administración del santuario. Hasta el momento, Díaz ha donado dos camisetas emblemáticas: una de River Plate y otra de su época en el Yokohama Marinos, equipo japonés que dirigió.
El santuario también ha sido testigo de ofrendas de otros deportistas, como la camiseta de Aldo Pedro Duscher del Deportivo La Coruña, que luce el número "4" y la inscripción "Gracias, Difunta". Oscar Ruggeri, con su camiseta de San Lorenzo, y Marcelo Gallardo, con una foto autografiada y una camiseta de su debut en River Plate, son otros grandes del fútbol que han dejado huella en el lugar. Además, ciclistas y otros atletas de diversas disciplinas suelen llegar a Vallecito con sus trofeos, medallas y recuerdos, en agradecimiento por la ayuda que sienten que recibieron en momentos clave de sus carreras.
Lo que une a estos deportistas es una profunda creencia en los milagros y el poder de la fe. A lo largo de los años, muchos de ellos han hecho promesas a la Difunta Correa en busca de fortaleza, salud o simplemente para superar desafíos personales y profesionales. Y, fieles a su palabra, han vuelto al santuario a cumplir con esas promesas, dejando detrás de sí un legado de gratitud que sigue inspirando a quienes visitan el lugar.
El santuario de la Difunta Correa no es solo un sitio de devoción popular, sino también un espacio donde los sueños y las creencias de millones de argentinos, incluidos sus atletas más célebres, se entrelazan en una historia de fe que sigue viva y creciendo. En este rincón del desierto sanjuanino, cada camiseta, trofeo o medalla es más que un simple objeto: es un testimonio de la fe que estos deportistas han puesto en una figura que trasciende lo terrenal. Para ellos, la Difunta Correa no es solo una protectora, sino una aliada silenciosa en cada paso de su camino hacia la gloria.